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El Levante se abona al sufrimiento

Levante 2 - Eibar 2. Los granotas se dejan dos puntos fundamentales en su lucha por la permanencia a diez minutos de la conclusión de un partido frenético.

Campaña rodeado de jugadores visitantes

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La lluviosa matinal vivida hoy en Orriols no iba a tardar en ser testigo de las principales virtudes levantinistas. Con la necesidad que el triunfo cosechado ayer por el Celta determinaba, los jugadores de Paco López sabían de la idoneidad de entrar al choque enchufados. A los cinco minutos, los réditos de su fútbol alegre y atrevido ya serían de lo más tangible. Ocho toques en forma de transición ofensiva desde el saque de puerta de Aitor hasta que Morales cruzó a la red, destacando en el ínterin el centro medido de Luna tras apertura a su banda de Mayoral, nos situaban frente a uno de los goles de la jornada.

Tal vez poseídos por el espíritu del inolvidable empate a cuatro de la ida, ambos equipos no cejaban en su empeño de buscar el marco rival con denuedo. Si bien el tanto anterior reflejaba las mejores cualidades granotas, no es menos cierto que en la igualada armera aflorarían sus más acusados defectos. Róber Pier no conseguía alejar el cuero en una falta botada por Pedro León, alojando posteriormente el mediocentro argentino Escalante el cuero en las mallas de Aitor en una segunda jugada igualmente defendida de forma deficiente.

Lejos de acusar el mazazo, el Levante UD continuaba fiel a sus principios. Aquellos que propiciaban que Moses se decidiera por salir, una vez más, tocando desde su propia línea de fondo; esta vez fueron seis los toques necesarios para que Rochina volviera a coger a Dmitrovic a contrapié después de que Morales fijara a la defensa para abrir sobre la llegada del saguntino. Así pues, el 2-1 antes de llegar a la media hora de juego nos situaba ante otro choque de ritmo vertiginoso entre ambos contendientes.

El susto del chileno Orellana - se estrelló contra el travesaño en una gran acción personal - serviría como antesala para unos segundos 45 minutos pródigos, una vez más, en sobresaltos. Y si ese fue el escenario sobre el que se articuló el segundo acto fue, en gran medida, debido a la falta de contundencia local. Primero Borja Mayoral volvió a provocar que el travesaño de Orriols se tambaleara de nuevo después de una gran recuperación del eficiente Rubén Vezo, pero si una oportunidad será particularmente recordada por la parroquia granota, ésta no será otra que la que tuvo Moses a puerta vacía, y en la que mandó el centro raso de Luna al lateral exterior de la red de forma incomprensible.

Precisamente esa falta de definición de los de Paco López comenzaría a abonar el terreno para un final repleto de agobios. Y, como viene siendo habitual, el castigo no tardó en llegar, en esta ocasión, por obra y gracia de Sergi Enrich. El balear fusilaba a Aitor en el interior del área tras Luna empañar el buen encuentro realizado hasta el momento con otra absurda pérdida en la zona más comprometida. Huelga decir que los errores se pagan a estas alturas; tanto es así que reincidir en ellos puede acabar costando caro... muy caro.

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