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El debate de À Punt escenifica la alianza de Oltra y Puig contra Bonig

Los dos partidos que sustentan el Consell centran su mensaje en atacar a la presidenta del PP, a la que refuerzan como única alternativa.

Los candidatos con la presentadora del debate en À Punt

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El debate organizado por À Punt y moderado por la periodista Jessica Crespo ha sido un paso más en esta campaña. El penúltimo. Ya solamente queda un día, quizás para fortuna de ciudadanía, periodistas, y posiblemente para los propios candidatos, a quienes se nota en ocasiones hastiados de escuchar siempre los mismos argumentos de sus contrincantes. Llevan dos semanas de intensa convivencia entre los cinco y se conocen mucho. Quizás demasiado para lo que a alguna o alguno del quinteto le gustaría.

“Porque soy transparente, ni me oyen ni me ven, soy de celofán. Míster Celofán”. La canción de Barney Martin bien podría aplicarse al candidato de Unides Podem, el profesor Rubén Martínez Dalmau. Critica a diestro y siniestro y nadie le responde. La contestación más directa la constituye la sonrisa inalterable de la cabeza de lista de Compromís, Mónica Oltra, que sirve al alimón tanto para él como para el aspirante de Ciudadanos, Toni Cantó.

Mònica Oltra (Compromís)

Aunque quizás compartir esa recepción de sonrisa fue lo que creó una supuesta empatía que hizo al presidenciable del partido de Albert Rivera en la Comunidad Valenciana dotar de más protagonismo a Dalmau enzarzándose en un rifirrafe sin mucho fuste sobre financiación. Al final se convirtió en uno de los momentos más tensos del debate, que cerró el prohombre de Pablo Iglesias en la Comunidad Valenciana con un “es imposible hablar con usted”.

Esa discusión difuminó a ambos. En ella gastó Cantó gran parte de la energía que en otras ocasiones repartía más entre Oltra y el candidato socialista, Ximo Puig. Ambos, prácticamente a coro o alternando voces, arremetieron con constancia contra Isabel Bonig como rival directa y casi única. En el caso del presidente a la Generalitat, fustigándola con el mismo latiguillo: “vosté no té credibilitat”. Esta última palabra la repitió hasta la saciedad, al igual que Cantó y Bonig el vocablo “chiringuito” referido a empresas públicas promovidas por el Consell.

En cualquier caso, Bonig no se arredró, hasta el punto de que, mirándole directamente, le espetó si consideraba que una mujer no podía responder al presidente. En este punto Puig buscó una salida airosa esquivando el tema y reprochándole una recriminación a una rival local. El presidente eludió responder a esta cuestión, como a la referida a la Ford que le propinó Bonig antes o al “¿cuántas naciones hay en España para Ximo Puig?” con que le azotó Cantó. A lo máximo que llegó fue a replicar que “no voy a contestar impertinencias”.

Toni Cantó (Ciudadanos)

Si en los debates a escala nacional que contemplamos lunes y martes había dos contendientes (Pablo Casado y Albert Rivera) que golpeaban a un único rival (Pedro Sánchez), que se defendía a contragolpes mientras un cuarto actor se dedicaba a proponer y, en ocasiones, a demostrar que clamaba en el desierto mediático, en el debate de Á punt las tornas han cambiado. El equipo defensor, el tripartito, tiene mayoría. Oltra y Puig parecían perfectamente coordinados para buscar los flancos de Bonig, centro de casi todos sus golpes. Cantó trataba de meterse en la pelea y a veces lo aceptaban y otras lo sacaban a empujones. Mientras que a Dalmau le cerraban la puerta y lo excluían directamente con una sonrisa de complicidad de Oltra o un capón ´cariñoso´ del propio Cantó. Con Dalmau parecía no ir el asunto. Y mira que se esforzaba en buscar su hueco en ese debate.

“Vosté no té credibilitat” y “això es la realitat”, siempre después de obsequiarle con una pulla, han sido las frases recurrentes de Puig dirigidas a Bonig. Oltra dio un paso más cuando afirmó, en referencia al PP; que “ustedes están acostumbrados a hacer ilegalidades”. Antes, eso sí, la presidenta de los populares le había lanzado un revés afirmando que el Consell “incumple la ley”. Lo hizo mostrando un papel ilegible para el espectador, acto en el que se reiteró con el mismo y poco efectivo resultado.

Ximo Puig (PSPV)

Puig, quizás por mimetismo, recurrió a idéntica táctica inservible. El único documento más o menos elocuente de los que exhibió dibujaba un gráfico comparativo de aumento y descenso del paro. Toni Cantó también cometió el mismo error al mostrar una supuesta foto de un vertedero que desde el sofá de cualquier hogar resultaba imposible ni tan siquiera de atisbar. Esfuerzo inútil.

Por cierto, el presidente de la Generalitat emuló a Albert Rivera en el debate del pasado martes cuando atizó a Bonig con un “no seas tan antiga”, a pesar de que Puig la supera en edad. En el caso de Rivera, se lo dirigió a Sánchez, que sí que le sobrepasa en años. No había límite. Sin concesiones del molt honorable.

Incluso Puig recriminó a la presidenta del PP “su incompetencia” al hablar de obras en Orihuela. En este caso cambió el valenciano por el castellano, por si a alguien en el sur de la provincia de Alicante le quedaba alguna duda de lo que quería decir. Mientras que Dalmau y Oltra no abandonaron un segundo la lengua autóctona y Cantó la estatal (excepto cuando afirmó “sí que escolto” –lo correcto hubiera sido “escolte”), Bonig alternó y Puig salpimentó el valenciano con ciertas frases en castellano.

En este reparto de dimes y diretes y de frases repetidas para que calen en la mente del telespectador, Oltra insistía en la “ignorancia” de Cantó, y este último en el “go home” proferido por un director general designado por Compromís a Intu Mediterráneo. Dalmau hizo especial hincapié en agricultura y medio ambiente, ámbito en el que se explayó más que PSPV y Compromís. Los barracones escolares y la libertad de elección de centro también surgieron, entre reproches y complacencia.

Isabel Bonig (PPCV)

Bonig insistió en el crecimiento de la pobreza y de las listas de espera en Sanidad dirigida a un Puig que eludía su mirada y luego se limitaba a afirmar que “las estadísticas de Bonig siempre son presuntamente falsas” para después hablar de dinero “en el calaix” y, dentro de esa táctica defensiva al estilo de Pedro Sánchez, evitar la respuesta y contraatacar aludiendo a historiales negativos de la época de gobiernos del PP.

En el bloque de Sanitat el presidente de la Generalitat dio un inesperado protagonismo a una casi anónima –no citó su apellido ni más datos- Pilar para leer una carta de agradecimiento a la política por haber contribuido a mejorar su salud. Sin respuesta por parte del resto de candidatos. Tampoco la tuvo cuando aludió –siguiendo al dedillo la táctica nacional de su partido- a Vox con su referencia a la “ultradreta” y, escasos segundos después, proclamó otra de sus coletillas. “Esta es la realitat”. Le falta añadir: con la rúbrica del president, quien, no obstante, sí se permitió admitir dos ´peros´: uno al decir que sentía no haber acabado con los barracones y otro al explicitar que “la Comunidad Valenciana tiene más problemas que nadie en medio ambiente”.

Aunque las críticas arreciaron, también hubo espacio para anticipos, como el del propio Puig, al comprometerse a que “en esta legislatura se resolverá el problema de financiación valenciana”. Palabras mayores sobre una cuestión en la que coincidieron los cinco candidatos, la infrafinanciación. Del mismo modo anunció que la próxima legislatura sería la de la Formación Profesional y que reforzaría los medios públicos de comunicación.

Bonig igualmente repitió otro latiguillo, “lo sabe todo el mundo”, como expresión para ratificar la realidad de sus comentarios frente al despectivo “vosté no té credibilitat” de Puig. Y mientras que el presidente de la Generalitat rescató el testimonio de Pilar, la máxima responsable autonómica de los populares cerró el bloque de igualdad con un repaso a su trayectoria como primera mujer alcaldesa de Vall d´Uxó, consellera de Infraestructuras y presidenta del PP, para abrir la puerta a ser también pionera en el ámbito femenino, dentro de esa carrera en progresión, en presidir la Generalitat.

Rubén Martínez Dalmau (Unides Podem-EU)

Y llegados a este punto, se plantaron en el llamado minuto de oro en el que cada candidato pide el voto. Martínez Dalmau optó por dibujar una especie de Arcadia renacentista en la que todos los servicios son públicos y gratuitos, Cantó prefirió hacer un alegato de su vinculación con la Comunidad Valenciana y apelar a la grandeza de la región, Oltra escogió vocablos con connotaciones altamente positivas, como alegría, libertad o sonrisa, para llamar a la movilización. Puig reiteró el carácter determinante de estas elecciones y volvió a plantear (como la pasada semana en TVE) la disyuntiva de avanzar o retroceder, mientras que Bonig resumió en un minuto las principales propuestas del PP, entre las que reiteraba la palabra libertad (para escoger).

En este tipo de debates hablar de vencedores o de vencidos constituye ya un anacronismo. Se trata, más bien, de detectar quién ha escenificado los gestos más convincentes o colado las frases más adecuadas para granjearse a un mayor número de votantes indecisos. O, en el mejor de los casos, para conseguir que algún televidente dé un respingo y no quede sumido en el letargo de la confrontación y, vencido por la somnolencia, apague el televisor, el móvil o el ordenador y relegue a mañana el seguimiento de la campaña. Que por hoy ya ha tenido bastante. Y por esta semana, posiblemente, demasiado. Cuando menos en dosis de debate.

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