El Valencia entra en Champions casi sobre la bocina
Valencia 3 - Alavés 1. Por primera vez en las 37 jornadas disputadas, el Valencia alcanza plazas de Champions. El susto inicial sirvió como aviso para un trabajado triunfo.
El Valencia CF logró un objetivo que parecía ,por momentos, nada factible: el de situarse en esos tan ansiados cuatro primeros puestos de LaLiga. Por otro lado, la comunión con la grada de Mestalla puede darse también por reestablecida después de la decepción europea, algo que se antoja crucial dentro de un final de temporada en el que, a la cita de Valladolid en pos de certificar la Champions, hay que añadir la ilusionante final copera frente al Barça. Un FC Barcelona, ya campeón del torneo, vitoreado en sus goles frente al archienemigo Getafe durante la tarde de hoy en el propio feudo valencianista. También el fútbol hace a veces extraños compañeros de cama.
Incluso una mala entrada al choque de los de Marcelino era admitida esta vez por la parroquia valencianista. Desde el punto de vista de su reacción en el gol visitante, en torno a una mezcla de comprensión por la carga acumulada de partidos y la pretensión de que obrara en forma de acicate, el 0-1 conseguido por Ximo Navarro contribuía a encender la mecha de la reacción che.
Jaume había intervenido con acierto en la acción anterior frente a Rolán para retrasar la ventaja alavesista, algo que no obstante trajo aparejado un cambio en la decoración. El Alavés tampoco daba la impresión de ir al límite, y Rodrigo ya pudo igualar rápidamente la contienda de no entretenerse ante la salida de Pacheco.
Pero el Valencia continuaba, aunque espeso, con la tensión competitiva al 100%. Pronto se vio que el cuadro babazorro carecería de ella, como en el balón que Duarte entregó en una deficiente cesión para que Carlos Soler, muy vivo y activo, equilibrara la contienda al filo de la media hora.
Únicamente cinco minutos más tuvo que esperar el Valencia para que su camino hacia la mejor competición del Viejo Continente se allanara. La pareja Parejo- Santi Mina volvía a sacar rédito de uno de sus mejores registros conjuntos: el del saque de esquina. El capitán lo puso en el corazón de área para que el gallego, mediante su potente testarazo, instaurara la calma en Mestalla.
Situación de pleno control que ya no sólo iba a permitir vivir sin excesivos sobresaltos - el conjunto dirigido por Abelardo ya parecía estar desconectado de cualquier objetivo clasificatorio -, sino que posibilitaba que un ojo se fijara en el Camp Nou; donde las dianas de Arturo Vidal y Djene en propia puerta hacían que las buenas noticias corrieran con la máxima celeridad.
Faltaba, para poner tierra de por medio, el remate de cabeza picado de Kevin Gameiro - poco después de saltar al césped - a centro de Gayá. Era la mejor manera de, sobre el ecuador del segundo tiempo, sentenciar los tres puntos más dulces del curso. Los primeros que obran lo que hasta hace poco se consideraba poco menos que un milagro. El Valencia depende de sí mismo para volver a la Champions siempre que obtenga el triunfo frente a un Real Valladolid ya fuera de todo peligro.