Nunca hay que subestimar el corazón granota
El día de la salvación en Girona supuso el mejor ejemplo del cúmulo de adversidades con el que los hombres de Paco López se han visto obligados a lidiar en la presente temporada.
El hecho de enfrentarse a un Girona FC lanzado en busca de hacer efectiva la última opción de cara a una permanencia que ya no podrá conseguir; Toño y Róber Pier saliendo del terreno por lesión en los primeros minutos; el ex levantinista Stuani reapareciendo para acudir a su habitual cita con el gol y colocar al Levante UD momentáneamente por debajo en el marcador y con un pie Segunda División; el colegiado que volvía hacer de las suyas decretando de forma provisional una pena máxima de Coke que hubiera llevado aparejada su expulsión en un piscinazo del Pere Pons - ¡suerte de que exista el VAR!... con perdón -.
A todo ello hubo de sobreponerse el cuadro que dirige Paco López. También a la presión que siempre conlleva el jugarse todo un curso a una sola carta. Y lo hizo. Comenzando por un majestuoso Aitor Fernández, quien guardó el marco visitante a las mil maravillas a lo largo de toda la tensa jornada vespertina vivida en Montilivi.
Hasta tres intervenciones de mérito le serían contabilizadas al arquero guipuzcoano en su misión de evitar que los de L'Empordà alcanzasen el túnel de vestuarios con ventaja. Tampoco se doblegaría fácilmente cuando ya la irremisibilidad llegó en lo que a consumarse esa situación se refiere; pero su intervención en el disparo del catracho Choco Lozano iba a encontrar en boca de gol al hombre que nunca deja de estarlo.
Así pues, Christian Stuani ponía al Levante en un escenario que hace unos meses no podía ni tan siquiera barruntarse en el contexto de la peor de las pesadillas del más pesimista de los seguidores granotas. Los mismos que poblaban uno de los fondos del feudo gironí. Aquellos que menos merecían que un año aparentemente tranquilo acabara por devenir en el más cruel de los escenarios.
Ese partido nuevo iba a durar media hora... y daría comienzo con un giro inesperado que llevaba implícito un guiño a la historia. Pedro López, el veterano y casi sempiterno capitán, colocaba el cuero en la cabeza de Morales para que su sucesor en lo que a portar el brazalete concierne cabeceara a la red sólo dos minutos después de ese borrón y cuenta nueva determinado por el 1-0. El experimentado lateral de Torrent entró a la cancha por la lesión de Toño, precisamente a los dos minutos... en ese caso, de un choque que ya quedaba muy lejos.
Sólo un aspecto, por desgracia, no variaba. Postigo, quien a su vez sustituyó a Róber ,también se retiraría por problemas físicos. Pero de contratiempos de diversa índole empezaban, cada vez más, a saber de la misma manera en Girona. Otra temporada a priori idílica alcanzaba por momentos el paroxismo de la agonía. La igualada no servía de nada si, como era el caso, marcadores de rivales directos como el Real Valladolid no acompañaban.
Era por esa circunstancia, precisamente, que los de Eusebio continuaban con su pretensión de inclinar el campo. Y a fe que lo hicieron. De hasta 14 remates gozaron... por sólo dos del Levante entre los tres palos. Pero poco importaba en un día en el que la mentalización era tan elevada a la hora de aprovechar el más mínimo resquicio de entre los que ofreciera un oponente volcado que se veía, por tanto, en la necesidad de concederlos.
Ni Campaña ni Bardhi disfrutaron de un choque cómodo en una medular que, en mayor medida, controlaban los locales, si bien su momento llegaría. Un balón en profundidad del sevillano era el preludio de la casi eterna tranquilidad que el macedonio, batiendo a Bono, establecería a falta de tan solo cuatro minutos. El Levante UD culminará la segunda década del siglo XXI con nueve de sus diez años en la élite de la Primera División; nunca una denodada lucha contra las adversidades mereció tanto la pena.