Compromís ya es Unión Valenciana
Hay varios paralelismos en las trayectorias de Compromís y la vieja Unión Valenciana que no llegaron a cuajar la noche del 26M por un 'manotazo' público de Mónica Oltra.
Hace cuatro años en el Parque del Oeste de Valencia, en el mitin central de campaña de Compromís, sólo se veían banderas y sombreros de color naranja con un gran 'somriure' y un ojo cerrado a manera de guiño. Oiga, mucho más simpático y tranquilizador que las banderas cuatribarradas de cuando se perdía sistemáticamente elección tras elección. ¿A quién puede molestar una sonrisa y un guiño? ¿Es o no es neutro políticamente el naranja en un mundo de azules y rojos, como mucho con verdes y desde hace unos años también con amarillos? ¿Y cuál es junto a la paella nuestro principal emoticono?
Los más veteranos recordarán que hubo en la Comunidad Valenciana un partido autóctono que resultó determinante para desalojar al PSOE de las instituciones valencianas en los años noventa. Se llamaba Unión Valenciana (UV). Hizo posible que Eduardo Zaplana fuera presidente de la Generalitat y que Rita Barberá se convirtiera en alcaldesa. La UV de Vicente González Lizondo llegó a tener presencia en el Parlamento Europeo y dos escaños en el Congreso de los Diputados. Desde uno de ellos su presidente, en una sesión memorable, reivindicó a un mejor trato para el campo valenciano. Y como símbolo de ello depositó una naranja valenciana en el escaño del presidente del Gobierno al acabar su alocución crítica y bajar de la tribuna.
Ante los focos Joan Ribó se ha convertido en un abuelete bonachón de voz profunda y conciliadora.
Unión Valenciana nunca logró expandirse significativamente más allá de la provincia de Valencia. En Alicante la veían tan ajena que el partido pensó en presentarse con la marca Unión Alicantina. Compromís se ha presentado en 2019 en las comarcas castellanoparlantes de la Comunidad con el nombre Compromiso. Pero su raíz es tan claramente valenciana de Valencia que el relativo éxito contestatario de 2015 al sur y al oeste se ha quedado en nada. Che, la lengua es la lengua. Y en Alicante, por mucha Marina Alta y Alcoià-Comtat que quieras, o te mimetizas con ellos o lo llevas claro.
Aun así, a Compromís le queda Valencia, y ahora también Alzira y Sagunto. Nada sospechosos. Quizá lo de la capital se podría discutir. Deducir del aumento de votos en el Cap i Casal que los valencianos avalan el carril-bici a toda costa no se sostiene. Los propios estrategas de la coalición han escondido en campaña a Giuseppe Grezzi, el concejal de la movilidad, y han dejado solo ante los focos (se trata de imagen) al abuelete bonachón de voz profunda y conciliadora en que se ha convertido Joan Ribó. Dicho sea, por supuestísimo, con todos los respetos, que nadie lo dude.
Se viene explicando estos días, de manera a mi entender demagógica, que Compromís sólo ha perdido en los barrios acomodados del centro, a los que molesta una política de restricción del tráfico desarrollada sin complejos. Normal, esos barrios son los que padecen los atascos de manera permanente, los de los demás sólo los vivimos de manera ocasional. Para ellos, independientemente de lo 'ricos' que sean, sí es un asunto prioritario.
Como para los 'pobres' de El Cabanyal lo es el urbanismo. Visto lo que se ha hecho estos últimos cuatro años en esa materia en la zona marinera de Valencia podríamos también esperar que no se votara a Compromís, y no ha sido así. De lo que se deduce que los votantes no deciden su sufragio por todo el programa electoral de una determinada opción, sino por uno o dos puntos que les parecen básicos, que pueden no tener que ver con la realidad de su barrio sino con políticas sobre grandes temas, y que muchas veces no son los mismos ni siquiera para dos votantes de la misma opción política. Es imposible estar de acuerdo con todo lo que propone una candidatura, aunque sea la de Compromís. Lo mismo que es imposible que nadie vote 'gobierno de coalición' porque esa papeleta no existe.
Los del Bloc no se deberían quejar. Aunque se tuvieran que 'comer' una Senyera oficial ondeada alegremente por Grezzi
Los gobiernos no se ganan, se pierden. Y seguramente Compromís no ha perdido el de Valencia porque no ha dado escándalos de envergadura suficiente, especialmente si los comparamos con los del PP. Los votantes seguramente han primado la reputación colectiva, que con Joan Ribó al menos no se ha deteriorado.
Ni siquiera los símbolos han padecido grandemente, más allá de las subvenciones a las entidades pancatalanistas (ya se ocuparán ellas de sacar las màrfegas). Mónica Oltra, que es de la parte de Compromís que no lleva en sus estatutos lo de los 'països' del entorno, impuso en su día a su socio del Bloc un programa mucho más social que identitario para acompañar al 'somriure' y el 'taronja'.
Los del Bloc no se deberían quejar, pero a veces lo hacen. Igual acaban por cargarse la gallina de los huevos de oro, pero no parece que ese día haya llegado todavía. Aunque se tuvieran que 'comer' durante la noche electoral una Senyera oficial ondeada alegremente por Grezzi … hasta que Oltra los apartó de un 'manotazo' (seguramente no intencionado) de la primera fila que compartía con Ribó. No sea que al final tenga razón Climent (el conseller no, otro) y Compromís sea ya Unión Valenciana.
PD: si es verdad lo de reinstaurar las tres vicepresidencias para el Consell, ¿Oltra se va a diluir ocupando una de ellas? Pedro Sánchez busca independientes ...