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Hong Kong se rebela

Preocupa que la medida de extradición de sospechosos sea usada como represalia frente a elementos molestos para el régimen chino

Multitudinaria manifestación en Hong Kong

Publicado por
José Luis López Valenciano *

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Las últimas protestas llevadas a cabo en Hong Kong ante la posibilidad de que su cuerpo legislativo, con el más que expreso beneplácito de China, aprobase una ley que permitiese la extradición de sospechosos al régimen comunista, no pueden ser adecuadamente comprendidas si no se echa la vista atrás.

Hong Kong volvió en 1997 a estar bajo dominio chino, una vez finalizado el periodo de arrendamiento de 99 años de los nuevos territorios -la isla de Hong Kong ya se encontraba bajo dominio británico desde el fin de la primera guerra del opio, en 1842-. En ese periodo de 150 años, Hong Kong había cambiado, pero el mundo que lo rodeaba también.

De pequeña aldea de pescadores, se convirtió en importante centro de manufacturas textiles y puerto de importancia mundial. Con el aumento de los costes de producción, las manufacturas dejaron de ser competitivas, cediendo su puesto al sector servicios, financiero y de logística internacional.

No sólo hubo cambios en lo económico, sino también el modo de pensar y actuar. En el adn hongkonés quedó grabado un profundo sentido de independencia y de diferencia respecto a China. Los británicos, con independencia del más bien tramposo y poco honroso comienzo, introdujeron instituciones democráticas y un modelo de gobierno basado en la separación de poderes que defendieron con la firma de la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984.

Por dicha Declaración, se garantizaba la devolución a China de Hong Kong, al tiempo que la primera se comprometía al mantenimiento de su sistema capitalista y, más importante, su status como Región Administrativa Especial, que mantendría su soberanía y un sistema de separación de poderes durante 50 años. Hubo en aquel momento quien se mostró crítico con un acuerdo que fiaba su cumplimiento a la buena fe del gobierno comunista; el tiempo les ha dado la razón.

En 2014, la llamada revolución de los paraguas, se opuso al intento de injerencia más audaz del gobierno chino hasta la fecha. La reforma de la ley electoral para la elección del Jefe Ejecutivo de Hong Kong mantenía el sufragio universal, pero condicionaba las candidaturas al visto bueno del Partido Comunista Chino. Las protestas de carácter pacífico fueron duramente reprimidas y cientos de manifestantes encarcelados.

Ahora, las manifestaciones multitudinarias y mayoritariamente pacíficas, han sido severamente sofocadas de un modo desacostumbrado para el ciudadano medio, que desconfiaba del gobierno chino, pero no tanto de su propia policía.

Preocupa que la medida de extradición de sospechosos sea usada como represalia frente a elementos molestos para el régimen chino, como activistas políticos, defensores de los derechos humanos y, en general, cualquiera que se atreva a levantar la voz.

China, desde la creación del concepto "un país, dos sistemas", ha demostrado sobradamente su capacidad para el capitalismo más salvaje, pero manteniendo un estricto control comunista de las instituciones y la sociedad. Hacen bien en Hong Kong al temer caer en las fauces de unos devoradores de libertades que se han adaptado al mundo del siglo XXI.

*Abogado y politólogo