Sujétame el cubata
La izquierda podemita actual se resume en ser profesor de políticas de la Complutense o en ser ‘activista de’ (traducido: no he hecho nada en mi vida salvo ponerme detrás de una pancarta)
Un cubata más. Una ronda de chupitos para todos. Eso es lo que deberían estar haciendo los negociadores del posible gobierno de coalición del PSOE y Podemos entre nombre y nombre de futuro ministrable que filtraban a la prensa. Sólo así se entiende que cada nombre que saliera resultara más de coña que el anterior, más surrealista, más ‘que Dios nos pille confesados’.
Si no tenemos suficiente con Carmen Calvo, la peor vicepresidenta de la historia de España que ha rebajado esta institución a un nivel de discusión de patio de colegio millenial (no bonita no), ahora puede compartir puesto con la marquesa de Galapagar tras el veto de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias. “Si no soy yo que sea mi señora, pero un ministro en la mansión debe haber”, habrá pensado el Coletas. Porque todos sabemos que Irene Montero será ministra por sus grandes méritos como ehhh mmmm ehhh… bueno, por sus méritos. Ella lo vale, como dice Pantene, y quien opine lo contrario es un machista fascista de extrema derecha.
La fiesta podría haber acabado, con la señora del líder colocada, pero parece que la ronda de cubatas no había hecho más que empezar. Se sumaba luego Echenique, ejemplo de concordia y moderación, sólo hay que ver las cosas tan bonitas que pone en Twitter. Y por supuesto, si la mujer va a ser ministra en lugar del líder, también debe entrar la mascota para completar el círculo familiar, y nos proponen al comunista Alberto Garzón (sí, el que propone imprimir billetes para superar una crisis) en un ministerio económico.
O a Pisarello, la mano derecha de Colau, famoso a escala nacional por la bochornosa imagen de intentar quitar la bandera de España del balcón del Ayuntamiento de Barcelona. La bandera de ese mismo país que le acogió y del que quiere ser ministro. Es todo tan de coña que parece que la lista de ministrables la ha redactado El Jueves.
Todos se llevan las manos a la cabeza porque por primera vez desde la restauración de la democracia va a haber un gobierno con comunistas y otros ‘istas’ declarados como chavistas y demás. Un Frente Popular o una situación que no se daba desde la guerra civil. Salvando la distancia entre ambas épocas, hay algo peor que un futuro gobierno de España con presencia de comunistas, y es con inútiles.
Porque uno puede ser comunista (bueno, perdón, ‘de la izquierda a la izquierda de los socialistas’ como ha bautizado el mamporrero Ignacio Escolar, que ya saben, ultras y extremistas sólo hay en la derecha, en la izquierda todo es amor) pero al menos gozar de preparación para dirigir algo.
Pero la izquierda podemita actual se resume en ser profesor de políticas de la Complutense o en ser ‘activista de’ (traducido: no he hecho nada en mi vida salvo ponerme detrás de una pancarta). Y un ministerio en manos de gente que con 30 años se ha plantado con un sueldo de 7.000 euros y un chaletazo sin haber hecho absolutamente nada salvo aprovechar la ola del populismo para subir a un escaño es mucho más peligroso que tener el carnet de comunista.
En breves saldremos de dudas. Quizá ese gobierno nunca vea la luz y nos encaminemos a elecciones. Te puedes esperar cualquier cosa de Pedro I El Guapo que ha protagonizado la sesión de investidura más vacía de la historia. Más vacía que la que perdió, porque en esa al menos tenía un amago de programa pactado con Ciudadanos. Si al final hay gobierno, recuerden: siempre es posible tomarse un cubata más y proponer un ministro peor.
Postdata: vergonzosa la nula repercusión que tuvieron los temas valencianos en el debate de investidura. Y eso que hay un diputado con turno de palabra de una formación exclusivamente valenciana. A Sánchez le resbaló por completo lo que tenía que decir Baldoví, y Compromís, tan contestatario en otras épocas, calló, agachó la cabeza y le regaló una abstención, porque les importan a ambos más las sillas que Valencia. Salga el gobierno que salga, quedó claro que Valencia va a pintar menos que los tan comentados pelos del sobaco de Irene Montero.