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Verano no es sinónimo de descanso

"El rubicundo y excéntrico Boris Johnson, ya como nuevo Premier británico, conduce el país a pasos agigantados hacia una ruptura a las bravas con la Unión Europea".

Boris Johnson.

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Quiero pensar que muchos de ustedes se encuentran disfrutando de un agradable y bien merecido descanso estival, alejados del mundanal ruido, en la medida que el griterio del chiringuito más próximo se lo permite. Pero la llegada del verano, a pesar de las proverbialmente largas vacaciones legislativas, no implica que el mundo se pare.

Mientras que España recibe en Benidorm a lo más granado de la sociedad británica pro y anti Brexit, unidos en hermandad alrededor, sobre y bajo litros de alcohol proporcionado a precios más que asequibles, el rubicundo y excéntrico Boris Johnson, ya como nuevo Premier británico, conduce el país a pasos agigantados hacia una ruptura a las bravas con la Unión Europea.

Los signos del fin de los tiempos, usando un simil milenarista, son claros. No queda prácticamente ninguna figura relevante en el nuevo gobierno, habida cuenta de la dimisión tras la toma de posesión de Johnson de buena parte de los defensores de una salida con acuerdo previo; el plan que Theresa May nunca pudo aprobar y que agotó la paciencia tanto de los británicos como de la Unión.

Johnson ya ha anunciado su firme intención de salir, pase lo que pase, el 31 de octubre, haciendo acopio de fondos de contingencia que serán, con toda seguridad, insuficientes para la catástrofe que se avecina. Ni el escenario más favorable para un Brexit duro es una expectativa halagüeña.

En un país de emprendedores, Trump está malacostumbrando a sus empresas a no tener competencia

Por su parte, otro caballero rubicundo, de peluquín inclasificable, que habita al otro lado del Atlántico, se ha enzarzado en una guerra (esta vez comercial) contra China. Posiblemente mal aconsejado, o bien aconsejado pero haciendo caso omiso al sentido común y la realidad, se encuentra ahora con que el adversario es temible y cuenta con capacidad para tomar medidas que contrarresten sus decisiones impulsivas.

Que China controla el yuan, permanentemente por debajo de su valor real, es algo bien conocido. Sin embargo, la estrategia proteccionista del actual presidente estadounidense es una política que, históricamente, ha otorgado reducidos réditos. Además, China es una potencia mundial en toda regla cuyos productos hoy son sinónimo también de alta tecnología y calidad, que conviven con otros productos más baratos de calidad dudosa.

Trump no comprende que la base de la competencia es la mejora de productos y servicios, no en convertir artificialmente los productos de fuera en inasequibles. En un país de emprendedores, Trump está malacostumbrando a sus empresas a no tener competencia. De momento estamos ante el inicio de una guerra que ha hecho caer las grandes bolsas mundiales y cuyas consecuencias a corto y medio plazo son todavía imprevisibles.

España vive de algún modo ajena a estas cuestiones, gozando de un gobierno en funciones que se eterniza y nos dirige con paso firme a una nueva consulta electoral en la que, de nuevo prevé el CIS, Sánchez arrasará a sus enemigos y beberá hidromiel en sus cráneos (o casi). Lo único claro, en todo caso, es la virtual imposibilidad de Iglesias de catar un ministerio.

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