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Saturno devorando a sus hijos

Han creado un monstruo, una generación de ofendiditos e indignaditos, y ahora se echan las manos a la cabeza porque se vuelve contra ellos

Saturno devorando a sus hijos

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Leía el otro día con cierta curiosidad una entrevista a la actriz reconvertida en comentarista podemita Anabel Alonso, sobre que hoy en día “hay una censura social” en la que no se puede hacer chistes ni comentarios de nada porque siempre hay alguien que se siente ofendido. “Si haces un chiste sobre narizotas te sale un tipo en defensa de los narizotas afeándote el asunto”, ejemplificaba la otrora actriz de Siete Vidas (uy mira, como Toni Cantó, debe ser serie de cantera política).

Por una vez estoy de acuerdo con Anabel Alonso y no puedo darle más que la razón en que vivimos en una sociedad en la que niñatos de 20 años, que no conocen el significado del esfuerzo y han sido criados entre algodones, se actúan como Torquemadas con iphone de mil euros pagado por papá inventando cada día motivos con lo que ofenderse o indignarse.

El problema es que precisamente Anabel Alonso y todo el conglomerado político y mediático de la izquierda española son los que han dado alas a estos censores modernos que se comportan como monjas de los años 40 diciéndote un día que no lleves minifalda, otro que no comas carne y al siguiente cómo tienes que hablar.

Han creado un monstruo, una generación de ofendiditos e indignaditos, y ahora se echan las manos a la cabeza porque se vuelve contra ellos. Llevan años alimentando el monstruo en nombre de los dioses paganos de la progresía, la igualdad o el ecologismo, dando de comer a esta criatura orwelliana, y ahora que la fiera se ha hecho mayor, amenaza con devorarles.

Si no me creen, que se lo digan a C. Tangana, cantante de éxito internacional, que en el mes de abril alertaba del peligro de que llegara la extrema derecha y por tanto animaba a que la gente fuera a votar a Podemos. Este verano censuraron y cancelaron un concierto suyo en Bilbao. ¿Por las críticas de Vox? No, porque Podemos dijo que era un cantante con letras machistas. Podemos, esos mismos a los que pedía el voto… ¿Pero el peligro para la libertad no era la derecha? La próxima vez Tangana se lo pensará dos veces antes de tuitear dejándose llevar por el mainstream progre.

El colmo del surrealismo fue la censura al grupo SFDK (que no es precisamente de derechas) porque una chica, sí, una, fue a un ‘punto violeta’ a denunciar que las letras del citado grupo le ofenden. Una, repito. Y el festival, en pro del feminismo, canceló el concierto en solidaridad con la ofendidita. Y para más inri, el festival pretendía obligar a los integrantes del grupo a pasar un curso de reeducación feminista. Como lo oyen. Ni la Sección Femenina de Falange en sus años mozos.

Parte de la progresía española salió en defensa de SFDK… pero el daño al grupo ya estaba hecho. El daño infligido por aquellos (y aquellas, aquelles, aquellxs o aquell@as o como digan) que han creado las Carmen Calvo o Irene Montero de turno.

Luego algunos se extrañan de que triunfen políticos como Trump, Bolsonaro o Salvini. Pero parte de su éxito se debe precisamente a la ‘incorrección política’ que venden frente a la ola de ofendiditos progres. Toda acción tiene una reacción, así que, señores progres, no se lleven las manos a la cabeza si ahora no pueden hacer un chiste sin que les censure nadie, que ustedes son los que han dado y siguen dando de comer a la fiera ofendidita por rédito electoral hasta que les acabe pegando un buen bocado. O hasta que surja enfrente un depredador más fuerte que la acabe, y os acabe, devorando.

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