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La ciudadad no es para mí: Compromís variable

La formación naranja se ha apresurado a mostrar su volubilidad política apuntándose en el carnet de baile del debutante.

Mónica Oltra, Pablo Iglesias y Joan Baldoví.

Publicado por
J.M. Felix

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La irrupción del señor Errejón –manteniendo sueldo de parlamentario madrileño, por supuesto- en la escena política nacional resulta el último motivo de entretenimiento de opinadores en general y potenciales votantes. Como en los abolidos exámenes de septiembre y tras el suspenso cosechado en la última convocatoria, los partidos políticos españoles y sus particulares dirigentes, sin apenas haberse preparado para ello, se presentarán a la repesca del 10N.

Han tenido oportunidad de revisar y recapacitar sobre los motivos del fracaso, pero ignoramos si han aprendido de ello y si serán capaces de acreditar mejor nivel en esta nueva oportunidad. No parece que se les haya visto estudiar durante estas largas y ociosas vacaciones becadas, convencidos como están del bajo rasero de exigencia para ellos.

Quizás algo falla, también, en el propio sistema evaluador y en el rigor del masivo tribunal examinador. Sea como fuere, entre quejas y lamentos, con las mismas reglas –un sistema electoral que el ganador, una vez instalado en su confortable poltrona, perpetúa como el aficionado el número de la bonoloto que le dio suerte una vez- y la inercia propia del supervisor cansado de una rutina ineficaz –los españoles-, esta vuelta a la casilla de salida no garantiza resultados prometedores.

Previas complicidades parciales y amagos de pactos de intereses entre jugadores, admitidos sin exceso de convicción entre las reglas no escritas del juego, pudieran arrojar sorpresas que, por su impredicibilidad, representan la parte más excitante de los futuros comicios.

La formación naranja que lidera con mano férrea la vicepresidenta del Gobierno valenciano, se ha apresurado a mostrar su volubilidad política apuntándose en el carnet de baile del debutante, mientras abandona a su antiguo referente (de ambos) y mira de reojo la reacción de la pareja de hecho con quien comparte domicilio en el Palau de Generalitat.

Ignoro si es producto de un ataque de celos o de un pisotón torpe e involuntario, pero lo cierto es que el inefable Baldoví -con esa pose sentenciosa de agricultor valenciano que se gasta- se ha cansado de limosnear la colaboración podemita que su jefa de filas admitió a regañadientes para su segundo “gobierno de progreso”, y ya festeja con el paisano de excelencia que eligió a Carmena por nodriza.

Y Ribó se fuma un puro -puromoro, imagino- porque sus votantes ya se sacudieron la lista morada municipal, atareado en recuperar los cuatro milloncejos de la EMT que volaron al extremo oriente con, al parecer, la firma falsa de su inquieto edil en una movilidad dineraria imprevista.

Variable Compromís en sus alianzas y quereres, aunque firme en su apasionada vocación catalanista y ajeno, en consecuencia, a la escandalosa radicalización de sus mentores.

No ha esperado Sánchez a bajar de su avión más fetiche para lanzar, desde Moncloa, la precampaña electoral con el descaro que le identifica y la locuacidad de su ministra. Ni los votantes –ya son quinientos mil- en blindar sus buzones postales colaborando en la moderación del gasto …

Precipitada fatiga electoral. Veremos cómo combatirla.

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