Los sueños, sueños son
Saldrán de la cárcel y seguiremos con este sueño tan paranoico en el que un presidente de la Generalitat ordena disturbios callejeros a la vez que manda a los mossos a sofocarlos
Decía Calderón de la Barca por boca de Segismundo en su obra ‘La vida es sueño’ que “la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Parece ser que los jueces que redactaron la sentencia del procés estaban leyendo al genio del Siglo de Oro español porque si no, que me expliquen la parte esa en la que califican todo como una “ensoñación”, porque para ser el sueño de cuatro locos lleva contaminando la vida española, y pudriendo la catalana, desde hace años. Un sueño muy real, no de esos que desaparecen cuando despiertas.
Entiendo que Casado, Rivera o Pedro Sánchez no critiquen la sentencia y se limiten a señalar que el Estado de Derecho funciona. Porque sí, funciona, quien la hace la paga, y al igual que si yo robo un banco y cuando viene la Policía a detenerme les digo “oigan miren, esto es sólo un intento de robo, vamos a dialogar que los problemas se solucionan con diálogo” lo que harán será ponerme a disposición judicial, a los líderes indepes se les ha juzgado como a cualquiera que comete un delito tipificado en el Código Penal.
Pero la sentencia ha defraudado a todos, a unos por tibia y a otros porque les iba a defraudar saliera lo que saliera, que ya tenían montado el ‘tsunami democràtic’ de paz, risas, abrazos y golosinas como estamos viendo estos días.
Como no soy candidato a la presidencia del Gobierno y no tengo que mantenerme en una posición de Estado, no tengo problema en señalar que no se puede calificar de “ensoñación” lo que fue un golpe de Estado y un intento de dinamitar la soberanía y unidad de España. Y lo de golpe de Estado no lo digo yo, lo corrobora el propio Estado, cuando sale el Rey a hacer un discurso oficial, señalando la gravedad de los hechos.
¿Sabéis cuándo ha sido la única vez que ha salido el Rey a dar un discurso de ese tipo? Exacto, el 23F. Calificar eso como una ensoñación o maniobra de presión para negociar es dejar a los pies de los caballos al jefe del Estado, a las fuerzas y cuerpos de seguridad que actuaron esos días y a la propia Constitución con la que se aplicó el 155.
Sánchez no lo dirá, pero las penas impuestas a los líderes del procés le vienen de perlas. Puede tenerlos en la calle con permisos penitenciarios en un año y poco más sin necesidad de hacer nada. Sin recurrir al tan manido indulto y sin tener que aplicar él ningún beneficio porque las competencias las tiene la Generalitat. Los Jordis, este enero, ya pueden tener su primera salida de la cárcel.
Por hacer un símil, a la ex consellera Milagrosa Martínez le cayeron 9 años de cárcel por contratar el stand de Fitur. A la mayoría de líderes del procés lo mismo por un golpe de Estado. Joer, si salen baratos los golpes en España. Y que no nos digan los socialistas que van a cumplir íntegramente las penas porque saben que es mentira. La Ley les permite además que no sea así con los beneficios penitenciarios que encima conceden por competencias sus colegas indepes.
Esta “ensoñación” que dicen los jueces nos está costando muy cara. Y que no me vengan los indepes y sus aliados de la izquierda podemita y compromisera a decir que las penas son duras cuando en un año pueden estar fuera mientras Cataluña lleva 5 años en el precipicio forzando todos los resortes. A Tejero le cayeron 30 años de prisión. E insisto, a otros políticos con delitos menores les han caído más años, y no he visto entonces llorar a la izquierda por ellos (al contrario, se complacen) o decir la sandez monumental de que los delitos se solucionan dialogando y no con el sistema judicial.
Saldrán de la cárcel y seguiremos con este sueño tan paranoico en el que un presidente de la Generalitat ordena disturbios callejeros a la vez que manda a los mossos a sofocarlos. Por desgracia, los único que sueñan es la mitad de Cataluña con una república que les han prometido y no llega, y como todo sueño no cumplido, genera frustración y toda la deriva violenta que estamos viendo, aderezada a veces con escenas surrealistas más propias de los Monty Piton como hacer una ofrenda floral a un bolardo.
Y la otra mitad de Cataluña lo que por desgracia no tiene es sueño, sino una auténtica pesadilla que no acaba, y que clama a gritos una ayuda más allá de que unos jueces te digan que lo que vives es una “ensoñación”.