La coronel sí que tiene quien le escriba...por Facebook
La supuesta orden recibida por los miembros de la 504 Brigada de Inteligencia Militar de los EE.UU. para instalarse una aplicación en sus teléfonos móviles ha causado algo más que sorpresa
A nadie extrañó que en verano de 2018 la coronel Deitra Trotter fuera nombrada Jefe de la 504 Brigada de Inteligencia Militar de los Estados Unidos. A ella tampoco. Oficial experimentada y de prestigio, de capitán ya había mandado una compañía de infantería ligera, y de teniente coronel el prestigioso 781 Batallón de Ciber operaciones.
Estaba muy feliz. Si acaso algo preocupada por la cercanía del próximo despliegue en Afganistán de su unidad. Hubiera preferido algo más de tiempo para hacerse con el cargo, pero la guerra es así. Los 700 hombres y mujeres de la 504 Brigada ya estaban con el petate hecho y ella no iba a ser menos. En agosto de 2018 –en una ceremonia realizada en la base afgana de Bagram- la coronel Deitra Trotter asumía el mando y se ponía manos a la obra.
La 504 Brigada hizo un trabajo extraordinario durante aquellos meses: con sus sensores, obtenían información que luego analizaban para disminuir el nivel de incertidumbre de los generales que tomaban las grandes decisiones tácticas.
La responsabilidad y misiones de esta unidad obligaba a una alta especialización de sus miembros, además de la autorización para acceder a información clasificada, con el compromiso de no revelar todo aquello que conocieran en su despliegue.
El tiempo pasa rápido, y a finales de 2018 “la 504” volvió a casa en Fort Hood (Texas). La coronel Trotter se integró pronto en la comunidad. Visitó diversas asociaciones y colegios, y fue creciendo poco a poco en popularidad.
Pronto empezó a ser portada en algún periódico local, y las televisiones hacían reportajes sobre ella. Deitra Trotter no rehusó nunca las cámaras ni la pregunta que toda la opinión pública se hacía. Un día se lo plantearon abiertamente en una entrevista televisada: “Coronel, ¿qué le gustaría conseguir?”. Ella lo tenía claro, y lo aclaró para todos con su respuesta: “Nunca ha habido una general de color en nuestro ejército”.
Es difícil jugar a las quinielas de los generales, pero todo pintaba bien para la coronel…, hasta el 6 de noviembre de este año. Aquel día, el usuario @sgtjanedoe publicaba que la 504 Brigada obligaba a sus miembros a instalar una aplicación en su móvil, y al desentrañar los permisos de dicho software, se veía que la información que se cedía iba desde el calendario, hasta la localización, pasando por los contactos. Además, con la instalación se autorizaba a copiar los USB u otros dispositivos de memoria conectados al móvil. Esa aplicación desnudaba a los militares de inteligencia.
A las pocas horas de aquella publicación en Twitter, la página oficial de Facebook de la 504 Brigada daba una explicación. El “Community Manager” de la unidad –a quien hay que reconocerle la rapidez en salir al paso en los primeros momentos de la crisis- manifestaba que dicha aplicación era una herramienta para mejorar el trabajo en equipo, para coordinar reuniones, dar avisos o difundir la previsión meteorológica de la base.
También decía que estaba protegida con estrictos protocolos de seguridad, ¡ah! y lo más importante para la coronel Trotter: que no era obligatoria su instalación, aunque es verdad que lo recomendaba.
Creo que el dar explicaciones de manera rápida es algo que amortiguó el golpe mediático. Aun así, prestigiosos medios de comunicación, y por supuesto los especializados en temas de defensa y ciber seguridad, se hicieron eco de la polémica y todavía hoy existe un debate en las redes sobre la vulnerabilidad a la que Trotter habría expuesto a su brigada, y también sobre la diferencia entre una orden y una recomendación.
Sobre la alegría que tenemos para aceptar los términos de las aplicaciones que instalamos en nuestros móviles -y las vulnerabilidades que ello entraña- se han escrito ríos de tinta. Supongo que ya está casi todo dicho.
Pero esta polémica me ha hecho reflexionar sobre si los militares, y concretamente los de mayor graduación o los dedicados a misiones de inteligencia, tienen clara la cantidad de información que se puede dar al enemigo caso de acceder al teléfono móvil. No me negarán que leer lo que ha pasado en Fort Hood les invita también a meditar.
Mandar una fotografía -durante unas maniobras- a los amigos… en la que van asociadas las coordenadas de donde se realizó, enviar correos electrónicos con las reservas de los hoteles para una reunión, el historial de búsquedas en los ordenadores de los locutorios de un cuartel, las quedadas por “waxap” en ese bar cerca de la base para tomar “la última” antes de las navidades… por no hablar de las famosas aplicaciones para entrenar… donde dejamos el rastro del itinerario de la carrera y del horario. ¿Se es consciente de la vulnerabilidad que implica un Smartphone en el bolsillo del uniforme?
Ahora mismo la Coronel Trotter sigue al frente de la 504 Brigada de Inteligencia. El “Comunity Manager” de la unidad fue rápido e intentó cortar el escándalo. En pocas horas ya escribía en nombre de su coronel. Seguramente gracias a la diligencia de este “Oficial de Comunicación”, Deitra Trotter todavía es coronel con mando en plaza.
Si el escándalo crece durante los próximos días supongo que será cesada. Si se diluye pronto, quién sabe si no alcanzará su ilusión no disimulada de ser la primera mujer de color de los Estados Unidos que alcanza el generalato. Una tercera posibilidad es que este tropezón trunque su ascenso y dentro de unos meses pase a la reserva -con honores- y sea reemplazada.
¿Y no habría –entonces- una general de color? Pues claro que la habrá. El tiempo no se detiene, y en alguna base norteamericana hay ahora mismo una coronel afroamericana que necesitará –como todos- un buen “Community Manager” que escriba bien y rápido en Facebook para seguir ascendiendo.
A esta futura general, un consejo de amigo: cómprese un teléfono analógico y dele su Smartphone a su “Oficial de Comunicación”. Los carga el diablo.
*Experto en Seguridad y Geoestrategia