Un gobierno de cobardes y bisoños
La experiencia en el trinque de los socialistas ha menguado la valentía de los podemitas en su permanente y justiciera denuncia de la corrupción.
Es lo que tiene el español, una lengua tan rica y tan profunda, con capacidad de expresar una idea de formas tan diversas y cabales, por inclusión o exclusión, por activa o por pasiva, en positivo o negativo. Cervantina al fin y al cabo. Y bien lo sabe mi desagradecido amigo Joan Margarit, que dice tener miedo de la España que le premia y le cobija con los suyos.
El ahora tan tierno Iglesias, vicepresidente en presunciones, lo ha dicho tantas veces, con esa machaconería de la consigna fácil y mendaz, sucedáneo de la inteligencia, que regaló en mítines y comparecencias televisivas. “La experiencia del PSOE y la valentía de Podemos”. El título de este artículo es otra forma de decirlo. Tal vez más ajustada a la realidad.
A esa realidad tardía, que es la sentencia de los EREs andaluces, las condenas de Chaves y Griñán y de un ramillete de consejeros y altos cargos. La experiencia en el trinque de los socialistas ha menguado la valentía de los podemitas en su permanente y justiciera denuncia de la corrupción. La cobardía de Sánchez y su gobierno en funciones, desde la inmediata soberbia hipócrita de Ábalos a la partidaria utilización de la rueda de prensa por la deslenguada y dos veces reprendida en Elecciones, Celáa, sigue amparada en su silencio. Cómplice lo calificó él en su día. “El que calla otorga” sentenció a propósito de Rajoy.
Así que la cobardía que, para humillarlo, le atribuyó por oposición el del reciente abrazo fraterno, hoy analizado por Guerra, durante toda la campaña, ya va saliendo a relucir. La consulta a la militancia es otro indicio.
Asistimos a la pretensión de que Jonqueras y Puigdemont dicten el acuerdo de rendición ante el separatismo; a la capitulación probable de la Comisaría de Vía Layetana; a seguir hurgando en restos del Valle de los Caídos.
La contraparte, ignorándolo, resbalándoles, no sorprenderá a nadie, experimentados como están en blanquear la corrupción bolivariana en Venezuela o justificar la dependencia laboral iraní, como Xavi en Qatar a favor del independentismo. O los espías rusos que ha saltado a la palestra, intoxicador de redes sociales y portador de dinero sucio en Catalunya.
La bisoñez crónica de los niñatos podemitas ha traído a las redes sociales todos esos vídeos repugnantes de exaltación de ETA o de Chávez, de lenguaje machista, de oportunismo y revanchismo despreciables, protagonizados por sus principales dirigentes. También por Errejón..
Hay un cábala entre la cifra de piezas separadas que restan de los ERE (unas 146) y las condenas y el montante económico defraudado que queda por saber, y la de portadas de EL PAÍS (unas 164) que apostaron -afortunadamente sin lograrlo- por la condena de Camps en el juicio llamado de los trajes. Experiencia y cobardía bien maceradas en este caso.
En Valencia, la familia (término de poliédricas interpretaciones) anda complicando la vida a los gobernantes de Comunidad y Ayuntamiento. Hermano y cuñado respectivamente, envueltos en una saga (el término trama se reserva para la derecha) de enchufes y beneficios contables.
Vigilados, precisamente, por ese Gran Hermano que se ha inventado el INE, asistimos a la pretensión de que Jonqueras y Puigdemont dicten el acuerdo de rendición ante el separatismo; a la capitulación probable de la Comisaría de Vía Layetana; a seguir hurgando en restos del Valle de los Caídos. Y a oír a asesinos y forajidos hablando de democracia y libertad.
Menudo panorama para un probable gobierno de cobardes y bisoños.