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Por qué Compromís y Vox se buscan las cosquillas

Las dos formaciones no ocultan su animadversión; es más, buscan con frecuencia que quede claro su antagonismo

Vicent Marzá, que sacó el libro titulado Facha durante una intervención de Vox en Les Corts, es uno de los dirigentes de Compromís que más atiza políticamente al partido de Abascal

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El Experimento de la Cueva de los Ladrones constituye el nombre atribuido a un estudio de psicología social llevado a cabo en 1954 por Muzafer Sherif (considerado uno de los grandes fundadores de esa disciplina) y Carolyn Sherif. El citado experimento se basaba en configurar en un campamento dos grupos de 11 adolescentes cada uno, entre los que provocaron primero ignorancia sobre la existencia del otro equipo, después competitividad que generó en fricciones y, posteriormente, consiguieron que se apoyaran obligándoles a trabajar de manera conjunta como forma de superar imprevistos.

Los jóvenes de cada equipo no se conocían, pero, en una de las fases, se unieron con solidez para hacer frente a lo que consideraban "el enemigo común", que, realmente, era lo único que les unía. Que no es poco. Como demuestran muchos estrategas políticos generando esa figura, o agrandando ese rol en un rival, para movilizar a su potencial electorado.

Se trata, en la práctica, de agigantar a un supuesto enemigo y convencer de que supone una amenaza, para convertirlo en objetivo prioritario de la agenda pública y arrastrar a un gran número de personas bajo "esa causa común" que, realmente, insisto, es lo único (o lo que más) que les une.

A este respecto me viene a la cabeza una conferencia a la que asistí en Segorbe y que impartía uno de los supervivientes de la archiconocida tragedia de los Andes, en la que el avión de un equipo chileno se precipitó sobre la cadena montañosa y el equipo de jugadores de rugby y sus familiares que en él viajaban quedaron atrapados durante semanas hasta que al final fueron rescatados quienes sobrevivieron. Aquel ponente indicaba que las dos motivaciones que más unen a las personas son estar sometidos conjuntamente a una situación de supervivencia o de alta tensión y tener un enemigo común.

En la política valenciana Compromís y Vox están recurriendo cada vez más a la segunda estrategia para asentar a su electorado actual y potenciar la captación de nuevos futuros votantes. En la coalición compromisaria la táctica se ha ido acrecentando desde sus desilusionantes resultados el 10 de noviembre. En la última campaña el PSOE no se centró tanto en Vox como sí lo hizo en abril y dejó más ´libre´a ese potencial antagonista. Compromís trata de aprovechar ese ´hueco´ para, en la Comunidad Valenciana, buscar esa rivalidad.

El último ejemplo tuvo lugar este viernes, cuando Ángel Vázquez, concejal de Compromís en Burjassot, publicó un tuit en el que afirmaba que "me he cruzado con dos energúmenos que me han pegado una paliza al grito de ´maricón de mierda´". Ese comentario despertó un catarata de apoyos con acusaciones directas y cada vez menos veladas de referentes de su partido hacia el citado antagonista.

"Alguien está dando alas al fascismo y todos sabemos quién es", ha llegado a afirmar en la misma red social el alcalde de Valencia, Joan Ribó. El vicealcalde de su mismo partido, Sergi Campillo, no le ha ido a la zaga al señalar que "la LGTBIfobia ha cobrado legitimidad por los discursos de odio de la extrema derecha y sus socios".

El conseller de Educación, Vicent Marzà, valor en alza dentro de Compromís impulsado por el Bloc, destaca como adalid de las arremetidas contra Vox. Además de mostrar su apoyo al concejal dentro de ese hilo de contestaciones en las que de un hecho aparentemente puntual se extrapola una cadena de acusaciones, no duda en repetir constantemente la expresión ultraderecha o en retuitear a compañeros suyos, como el síndic de su coalición, Fran Ferri, que este jueves afirmaba que "la extrema derecha no ha presentado ni una enmienda a la ley de medidas o presupuestos", con la etiqueta "vagOX".

Vox no se achanta en esa brega y también busca el cuerpo a cuerpo, aunque quizás últimamente no con tanta reiteración. De hecho, fue quien inició la ofensiva directa cuando, en plena campaña electoral de noviembre, aludió a la posibilidad de ilegalizar a Compromís "por la deriva que está tomando, similar a la de los partidos nacionalistas".

El cabeza de lista por Valencia del partido que preside Santiago Abascal, Ignacio Gil Lázaro, en plena noche de euforia electoral del 10 de noviembre aludió, en su intervención, directamente al resultado de Compromís, un escaño, para compararlo con los siete obtenidos por su formación en la Comunidad Valenciana.

Ambos partidos, además, llegan al extremo de votar en contra de propuestas que hace la otra formación de manera sistemática para hacer más pública si cabe esa animadversión y, de este modo, contribuir a fidelizar y cohesionar en mayor medida a su electorado. El objetivo, a parte de refrendar los pilares de su argumentario ideológico, consiste en que no se pierda ni se disperse ese electorado fiel o potencial; al contrario, que se amplíe y movilice frente a ese "enemigo común".

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