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La agenda propia de Podemos en la Comunidad Valenciana para tener protagonismo

El vicepresidente Dalmau y el grupo parlamentario tratan de buscar un hueco de visibilidad entre sus socios, PSOE y Compromís, que aspiran a crecer en el futuro a costa de los podemistas

Rubén Martínez Dalmau, vicepresidente segundo del Consell y principal referente público de Unides Podem

Publicado por
H. G.

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Unides Podem es la tercera pata del Consell. La más corta por número de diputados (8) y la más frágil en cuanto a estructura intestina. Las otras dos (PSPV-PSOE y Compromís), más alargadas y poderosas, están aprendiendo a mantener un contrapeso de tripartito tras una legislatura de cómodo bipartito. Ahora les toca compartir un poder que se han ocupado de estirar al máximo con más consellerias y direcciones generales. Y lo hacen sabiendo que a la vez que socios son rivales electorales y que el ascenso de uno pasa casi inexorablemente por la pérdida de escaños del otro.

La formación de Pablo Iglesias en la Comunidad Valenciana se desdibuja en clave interna, con una actividad cada vez más reducida de los círculos (o cónclaves de simpatizantes) y de su Asamblea Ciudadana valenciana, y también con una pérdida constante de liderazgo. Al contrario que en PSPV o en Compromís, donde quien está al frente del partido aspira a seguir, en Unides Podem, no. Primero fue Antonio Montiel el que renunció a la secretaría general, y, posteriormente, ha sido su sucesor y homónimo, en este caso con el apellido Estañ, el que ha anunciado su marcha.

Con esa debilidad estructural, Podem centra su acción en la visibilidad de su labor parlamentaria, para la que tuvo que improvisar una portavoz, Naiara Davó, que se desenvuelve con más soltura de la esperada a tenor de su bisoñez en el cargo, aunque no se libra de las críticas. "Si no la conociéramos y por sus palabras nos dijeran que es la síndica del PSOE, lo creeríamos", apunta un veterano diputado. Desde luego, su discurso resulta habitualmente más conciliador que el de su compañera Cristina Cabedo.

Unides Podem no dudó, por ejemplo, en desmarcarse hace un par de semanas de sus compañeros de gobierno votando en contra de la propuesta para mantener la interinidad de la Policía Local. Perfila agenda propia, como intenta hacer el diputado Ferran Martínez, responsable también de generar argumentario para el partido, cuando saca a pasear iniciativas como la tasa turística.

El máximo representante de ese intento de ocupar su espacio de protagonismo lo representa el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau. Su rol recuerda al de la clásica ´carabina´, esa figura tradicional que acompaña a las parejas de enamorados y que de algún modo trata de cohibirles.

La pareja Puig-Oltra se ha tenido que acostumbrar, después de cuatro años de relación, a convivir con un nuevo partenaire. Y eso se nota en gestos tan nimios como los besos, abrazos y choques de manos con los que se obsequian públicamente cuando se cruzan en cada acto. En esta situación parece Dalmau quien se siente más cómodo.

Desde su conselleria de Vivienda y, sobre todo, desde la vicepresidencia segunda que ostenta, intenta aprovechar cualquier ocasión para que su formación tenga visibilidad. Se multiplica en actos y sustituye en cuanto se tercia a sus dos superiores, el presidente y la vicepresidenta. Y también les 'tapa' las vergüenzas cuando se trata de disolver las críticas por los contratos del hermano del primero o por la condena al exmarido de la segunda. No duda en echar un capote, como hacen Compromís y PSPV-PSOE entre ellos. La figura crítica de Antonio Montiel con el ejecutivo de la pasada legislatura -aunque pueda resulta más fácil supervisar desde fuera del Consell- no ha encontrado heredero.

Unides Podem se aferra a su protagonismo en la gestión para salvar su constante pérdida de votos el pasado año, que le ha llevado a quedarse sin representación en la misma capital autonómica. Con unas bases cada vez menos participativas e implicadas, con una bancada parlamentaria neófita en su actividad y con unos resultados a la baja, 2020 puede ser un año que le sirva de bálsamo para tratar de recomponerse y para buscar como convertirse en referente en cuestiones que son bandera de la coalición, caso de feminismo o ecologismo.

Si no lo consigue, sabe que Compromís y, principalmente, PSOE, pueden seguir mordisqueando su pastel de electorado hasta dejar el partido en la inanición política a medio plaza. Lo ocurrido en los comicios locales de Valencia ha sido un serio aviso. Los tres concejales con los que contaba su partido filial los acabó ganando en mayo la suma de Compromís-PSOE.