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El Consell del Botànic II comienza a cojear por la pata más insospechada

La consellera que acumula un largo reguero de enfrentamientos con antiguos socios se queda sin equipo

Ignacio Blanco ha preferido apartarse del camino de la consellera Rosa Pérez

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Entró de rebote tras la inclusión en el Consell de Podem y por la cuota de Esquerra Unida, que igualó la podemita con una conselleria por partido. Venía precedida de un largo historial de polémicas en otros pactos precedentes, de luchas internas en su formación. Y pronto mostró sus diferencias con el candidato de Unides Podem a presidir la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, que renunció a su escaño en Les Corts al ser nombrado conseller mientras ella se negó a hacerlo. Dalmau, con un estilo bastante diferente, evitó reprochar esa actitud.

Le dieron la conselleria con menos fuste real (como ahora ha hecho Pedro Sánchez en el reparto de ministerios con Alberto Garzón). En el caso valenciano, la de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, de cuya gestión, hasta la fecha, poco se sabe. En estos ocho meses de legislatura lo ha que trascendido de la consellera Rosa Pérez, principal responsable autonómica de Esquerra Unida, es que su equipo la ha abandonado.

Su mano derecha, el secretario autonómico Ignacio Blanco, ha dejado de serlo por decisión personal. Se ha marchado con buenas palabras una persona que, desde su época de diputado, goza de un prestigio y una reputación en Les Corts y que daba más solvencia a la Conselleria. Junto a él se ha ido igualmente la jefa de gabinete de Rosa Pérez, Aurora Mora, cuya labor más conocida hasta la fecha ha sido publicar tuits incendiarios.

Este quedarse sola al iniciar un mandato no supone una situación nueva para Rosa Pérez. En la pasada legislatura, cuando era diputada provincial y concejal de Catarroja, el primer edil, Jesús Monzó, de Compromís, la destituyó de sus cargos de primera teniente de alcalde y delegada de Bienestar Social apenas cinco meses después de nombrarla. Lo hizo con unas duras declaraciones en las que acusaba a Pérez de "falta de respeto" y de "no ser leal".

Posteriormente, en una entrevista en El Mundo el propio alcalde, que únicamente cesó de sus responsabilidades a esta edil, añadió sobre ella que "se ha dedicado a deteriorar mi imagen por el pueblo" y que "ella no grita, insulta", entre otros calificativos.

No hace ni dos meses, y justo después de las elecciones del 10 de noviembre, Antonio Bueno, el secretario general de Podemos en Catarroja, la localidad de la que la actual consellera era concejal, dimitía de su cargo con una acusación velada hacia la propia Pérez Garijo al señalar que existe "una mano invisible a nivel superior que impide el desarrollo de Podemos Catarroja".

En la Diputación de Valencia, de la que formó parte el pasado mandato como delegada de Teatros, Inclusión Social y Memoria Histórica, ha dejado como legado de su gestión el enfrentamiento con la entidad cultural Lo Rat Penat, a la que impidió el uso del Teatro Principal. "Tiene mal carácter", señala un diputado que compartió con ella gobierno entre 2015 y 2019.

En su propio partido, Esquerra Unida, también acumula una larga lista de detractores. "Tiene un carácter imposible. No ve más allá de lo que ella quiere, ambiciona o desea. Sus personas de confianza acaban alejándose de ella con el tiempo. En Catarroja se cubrió de gloria rompiendo el acuerdo con Compromís y PSOE y se hizo odiar por todos", comenta un veterano militante que ha ocupado puestos destacados en EU.

Ahora esa convivencia se traslada al Consell, en cuyo pleno, presidido por el socialista Ximo Puig, se sienta Rosa Pérez Garijo. Puig puede dejarse asesorar en su trato con ella por Toni Gaspar, que, como presidente de la Diputación durante el tramo final del pasado mandato trabajó con Pérez Garijo. Incluso la actual consellera acudió, en julio, a la presentación del nuevo equipo de gobierno de la corporación provincial.

De momento, de la tarea de la máxima responsable de Transparencia y Calidad Democracia queda que tendrá que remodelar todo su equipo directivo tras la marcha voluntaria de sus personas de téorica más confianza, lo que ha provocado una crisis en una de las patas del Consell que podría, con el tiempo, socavar al conjunto del ejecutivo por el flanco más insospechado.

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