La ciudad no es para mí: Factoría Moncloa

The Factory fue el estudio, concebido como centro de arte de vanguardia, de Andy Warhol en Manhattan. Una auténtica fábrica de producción de arte en serie que, a fecha de hoy, treinta años después de la muerte del artista, sigue activa. (Asisto muy interesado, por cierto, a la serie de artículos que está publicando ESDiario a propósito de la discutida autenticidad de las obras de Rueda del IVAM).

La fábrica de Moncloa es otra cosa, aunque igualmente dinámica. Y hasta pudiera decirse que tiene algo de indie rock, sabida la afición de su inquilino por The Killers. Desconozco el equipo que dirige el flamante jefe de gabinete, elevado a primer secretario de estado y si Sánchez mete mucha cuchara en la estrategia de Redondo, ahora también conocido como “de inclinada cerviz”, tras la ceremoniosa reverencia al inhabilitado Torra, que sus progres niegan al Monarca. No hay por

dónde cogerlos.

El tour del diálogo catalán se ha saldado con no pocas escenas chungas. No sé qué es más humillante, si la chulería del sedicioso o la risa tonta de quien sabe que está haciendo algo más que una chapuza, una vesania.

La primera etapa del tour del diálogo catalán se ha saldado con no pocas escenas chungas que han revuelto las tripas de muchos españoles de todas las ideologías y creencias, pero españoles al fin y al cabo. No sé qué es más humillante, si la chulería del sedicioso o la risa tonta de quien sabe que está haciendo algo más que una chapuza, una vesania. Y la Colau más que encantada también. Todo un

indicio y todo un desprecio al constitucionalismo.

Ha dicho Ana Oramas, más alta día a día, que no le da pena alguna el felón Ábalos. A mí tampoco, a mí me da otras cosas. La enésima etapa del tour bolivariano ya incluyó sala VIP (en tierra, digo yo) y deja rastros de posibles llamadas telefónicas y mucho oro por en medio. Rayando la delincuencia y la

asistencia al delincuente, una suerte de eutanasia contraria, porque hay que ver lo vivos que algunos resultan. Y ello cuando Zapatero inicia su trigésimo noveno viaje de mamporrero político a las “entrañas del monstruo” (remedando a José Martí). Cosas veremos.

“La ultraultraderecha” a la que se ha referido el vicepresidente Iglesias con la más pura retórica de corte comunista, parece ser el término acuñado por la factoría monclovita para eludir Venezuela (y Bolivia) aprovechando, coincidiendo con la más conocida y vulgar estrategia comunista, para exacerbar a las masas y ejercer, a la vez, gobierno y activismo. De manual bolchevique.

No celebro el procesamientoo de Fuset, pero asombra -o no- la reacción de Coompromís y del propio Alcalde. Como asombra que la Fiscalía tenga que recriminar a la vicepresidenta Oltra, por la opacidad de su departamento con el asunto judicial de su ex marido. Porque lo que exigen de los demás, antes proclamado con sus famosas camisetas, no vale para sí mismos. Estos sí que son

falsos y no los bronces de Rueda.

No dejen de estar atentos, porque la Factoría de Moncloa no duerme (el presidente, pese a su antiguo presagio, sí).