Un arquitecto valenciano demuestra que vivir en Marte es una realidad "cercana"
Un proyecto realizado por un estudiante de arquitectura de la UPV acerca la posibilidad de vivir en Marte y, en consecuencia, la necesidad de adaptación del ser humano.
El estudio, presentado como Trabajo de Fin de Máster por Andrés García Estevan, estudiante de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, plantea un nuevo concepto de viviendas en Marte. Se trata de estructuras construidas a partir del aprovechamiento de recursos in situ, la impresión en 3D y el uso de hidrógeno a modo barrera antirradiación.
¿Por qué Marte? Según ha explicado el autor, los arquitectos buscan principalmente intuir cómo será la arquitectura del futuro. “Ésta puede ser de muchas maneras. Puede ser más eficiente especialmente o energéticamente. O, ¿por qué no?, a mi entender, un hipotético habitad en otro mundo”. Así, el planeta rojo ha sido escogido como el protagonista de este nuevo hábitat por sus características; aunque son extremas, presentan más posibilidades que planetas como Venus (que está en llamas) o Plutón (que está congelado).
Para el arquitecto, vivir en Marte es una realidad "relativamente cercana", pues la sociedad avanza a pasos de gigante. Confía en que dentro de alrededor de 10 años se lleven a cabo las primeras misiones y dentro de 20-25 años se inicien proyectos para establecer una base allí. Además, estima que su estudio, y todos los precedentes, contribuirán a futuras soluciones “que darán lugar al proyecto que finalmente se construya allí”.
"Comparado con otro tiempo, avanzamos rápido, pero creo que eso debe ser así. No hay nadie que nos marque un ritmo, es la propia sociedad que por sus necesidades de crecer y su curiosidad avanza", reflexiona García Estevan.
Recreación del paisaje de Marte con las estructuras del proyecto.
El proyecto, Marte. La próxima utopía, se planteó como una expansión por fases, tomando en consideración condiciones como la variación térmica, la radiación, la gravedad, la ínfima presión atmosférica, la presencia de agua, los recursos del suelo… Todo ello para crear un hábitat artificial y hermético, y cuyas viviendas serían muy diferente a las de la Tierra. El estudio simula las principales condiciones en cuanto a presión interior o menor gravedad, y una atmósfera al 40% de la terrestre a nivel del mar, con una concentración de oxígeno a un 250% de la actual. Un nuevo ambiente al que las personas se tendrían que adaptar y que afectaría a sus características fisionómicas.
Este estudio llega en un momento en el que la preocupación por el cuidado y la protección del planeta Tierra está muy presente en la sociedad. Sin embargo, parece que el proyecto llega como arma de doble filo; además de tratarse de un gran paso en el campo de la arquitectura y de la física, el posible asentamiento humano en Marte y sus condiciones se puede entender como un “golpe de realidad que ayude a las personas a ser conscientes de como serían las condiciones de vida y de todo lo que se necesitaría para poder vivir en un planeta en el que no hay aire y donde la radiación es muy alta”, así lo afirma su autor.
“Vas a tener una serie de inconvenientes que aquí en nuestro planeta no tenemos. Por otra parte, nuestros ojos, nuestra piel, nuestra constitución, nuestros huesos están adaptados a este planeta desde hace miles de años. Irnos a otro planeta con otras condiciones va a suponer un shock a nivel fisiológico, independientemente de que tengamos oxígeno para respirar y comida para comer”, explica Andrés García.
Con la presentación de proyectos como este, parece que existen alternativas, pues “sí que hay planeta B” pero, como afirma Andrés, no es una copia del planeta A, la Tierra. “El planeta A hay que cuidarlo porque, como aquí, no vamos a estar en ningún lado”.
El estudio va más allá de la creación de habitáculos para los humanos; el arquitecto no ha querido dejar ningún aspecto por detallar, desde las cuestiones más técnicas hasta las que no lo son. También cuenta con un componente filosófico. La arquitectura utópica planteada por el joven para la tercera fase, basada en planas abiertas donde "la existencia de estancias cerradas fuera mínima", busca cambiar los parámetros de vivencia y convivencia de las personas; una nueva forma de vivir alejada de la privacidad y del ‘aislamiento’ característico de las casas de la Tierra. Andrés habla de eliminar esos “complejos terrestres” y de empezar de cero en este nuevo hábitat donde habrá lugar para “nuevos complejos marcianos”. De tal manera que, "aunque cabe la posibilidad de que la conclusión sea la misma", la cuestión es "partir de cero" sin unos condicionantes creados desde la Tierra.
“Al final aquí estamos acostumbrados a tener una privacidad y a un aislamiento que quizá no sea o no sería estrictamente necesario. Si vamos a otro mundo, partamos de cero y veamos a ver que pasa”.
Este proyecto, Marte. La próxima utopía, salió adelante a pesar de las dudas y las negaciones que obtuvo al principio. En un primer momento las dudas dominaron a los profesores y expertos a los que se les presentaba la idea, y no solo eso, sino que también el joven arquitecto tenía sus incertidumbres, pues era consciente de que su conocimiento en física era “básico” y no quería “dejar de lado los consejos de gente que sabía más” que él, y que le advertían: “igual va muy bien o igual va muy mal y te tiras otro año aquí”.
A pesar de las primeras reacciones que intentaron persuadirlo para que cambiase de propósito, “la idea salió adelante y, finalmente, los resultados fueron favorables”. Y lo que al principio empezó siendo “ideas locas” se convirtió en un análisis exhaustivo de los datos físicos obtenidos del planeta rojo, dando lugar a un proyecto que confirma la posibilidad de vivir en Marte.
Un elaborado trabajo que ha contado con el apoyo y la ayuda "imprescindible" de grandes expertos como el catedrático de Astronomía y Astrofísica, Vicente Martínez, el doctor del Laboratorio de Proyectos Arquitectónicos y profesor catedrático de arquitectura de la Universidad de Valencia, José María Lozano Velasco, y Miguel Campos, entre otros expertos y profesores.