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8M: Las prisas son malas consejeras

La nueva ley no acaba de aportar nada nuevo, entra en conflicto con algunas existentes y amenaza con poner en entredicho las garantías procesales

Pablo Iglesias ha arremetido contra quien ha puesto en entredicho la iniciativa legislativa de Irene Montero

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José Luis López Valenciano *

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El día 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer; numerosos actos y eventos festivos se programan con motivo de un día en que se intenta visibilizar un sector de la población que, en el mundo desarrollado, ha alcanzado unas cotas de igualdad impensables hace unas pocas décadas, aunque todavía quede camino para una equiparación total.

El feminismo se ha desarrollado de modo transversal en una sociedad más sensibilizada, que hoy no concibe los abusos del pasado. Sin embargo, en el ámbito político español, la competición por liderar el feminismo amenaza con romper la alianza del actual gobierno de coalición por diferencias que van más allá de meros tecnicismos.

La guerra abierta se ha declarado tras la precipitada aprobación en el congreso del anteproyecto de ley de libertad sexual, con vistas a presentarlo como gran logro el Día Internacional de la mujer.

El texto impulsado por el Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero, plantea numerosos problemas de técnica jurídica y garantía de derechos fundamentales. Las alegaciones técnicas del Ministerio de Justicia que se filtraron a la prensa y que pusieron el anteproyecto a la altura del betún, pasan desde la redacción farragosa y confusa a la falta de mecanismos efectivos para su aplicación, duplicidades innecesarias e incluso tipos penales inventados.

En lugar de hacer autocrítica y plantearse si se podría haber mejorado algo, Pablo Iglesias acudió presuroso a clavar un puñal a sus socios de gobierno, llamando de modo velado "machista frustrado" a Juan Carlos Campo y su ministerio por las críticas a la ley, instando a resolver las discrepancias a puerta cerrada; él, que antes mantenía la luz y taquígrafos como un dogma.

La incoherencia de Iglesias va en aumento, así como la amargura de probar su propia medicina, como el escrache con el que un grupo de extrema izquierda le ha dado la bienvenida en su cortijo de la Universidad Complutense de Madrid, donde él, actual Señor de Galapagar, protagonizó en 2010 otro escrache, a Rosa Díez, coreando consignas de "despreciable, clientelar y oportunista". Verdadera justicia poética.

El verdadero problema de fondo es mucho más grave. La nueva ley no acaba de aportar nada nuevo, entra en conflicto con algunas existentes y amenaza con poner en entredicho las garantías procesales de nuestro sistema penal.

Por si no fuera suficiente, la falta de definición de lo que constituye una agresión sexual y la alegremente extensiva aplicación de agravantes, conducirá a castigar con una severidad inusitada acciones que posiblemente no merecieran en algunos casos más que una sanción social, como los piropos en plena calle.

Legislar en caliente, es malo; legislar con prisas, temerario. Las consecuencias no se harán esperar.

*Abogado y politólogo.

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