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Una consellera de Sanitat superada por los acontecimientos y las contradicciones

De dar largas, al todo está controlado, a decir que no hay ningún hospital sin material y a elogiar a los profesionales al día siguiente de indignarlos

Ana Barceló, Ximo PUig, Gabriela Bravo y JOsé María Ángel.

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H. G.

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La pandemia del coronavirus ha puesto a la consellera de Sanitat, Ana Barceló, en el ojo del huracán informativo. Esta sobreexposición para una, ante todo, política más acostumbrada a pugnas de partido que a lidiar con situaciones públicas de crisis y que no domina el ámbito sanitario, ha dejado en evidencia las contradicciones de sus declaraciones, sobre todo ante unos acontecimientos que se han desbordado en todos los ámbitos. El máximo exponente de esta circunstancia ha sido su rectificación de este martes tras acusar a personal médico de contagiarse en "viajes".

En este último mes ha pasado de "trasladar un mensaje de tranquilidad a la población" a reconocer que falta material de protección después de negarlo con reiteración. El 27 de febrero, con dos casos de Covid-19 confirmados, destacaba "lo bien que ha funcionado el protocolo" y minimizaba el problema indicando que "las medidas de protección son medidas que los sanitarios conocemos perfectamente y que abordamos con normalidad".

La situación se ha ido complicando y Barceló, abogada y política de plena confianza del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se veía desbordada por las críticas del personal sanitario ante la falta de material de prevención. El 18 de marzo, en la más triste velada de ´Nit del Foc´que recuerda la Comunidad Valenciana, se limitaba a afirmar que "los profesionales van justos de material".

En esa línea, con el personal reutilizando mascarillas o hasta confeccionándolas con retazos de batas en algunos casos, aseguraba el martes 24 con contundencia que "no hay ningún hospital que no tenga material". Lo hacía en la misma comparecencia en la que atribuía contagios en personal médico a contactos con familiares o amigos o incluso "a algún viaje del que importaron el virus".

Con esta última afirmación abrió la mítica tinaja -o caja, como luego se la ha considerado- de Pandora, que asolaba con todos los males del mundo. En su caso, para empezar con la indignación de los profesionales a su cargo, ofendidos por la forma en que ponía en entredicho una entrega ejemplar que despierta cada tarde, a las ocho, los aplausos de toda la sociedad. Unas horas después rectificó.

Corazón de la sanidad

Incluso al día siguiente, el miércoles 25, reconocía que el personal sanitario "es el corazón de la sanidad y lo más importante es preservar su seguridad", para señalar que "estamos trabajando para que no les falte material", con lo que implícitamente admitía la carencia después de que el día anterior afirmara que "no hay ningún hospital que no tenga material".

Este mismo viernes 27 hablaba de "realizar un informe exhaustivo en el que se concrete el stock", que definía como "un trabajo minucioso", de lo que en la práctica se infiere que, en la actualidad, esa compilación no existe y, por tanto, no dispondría al detalle del material de protección que tiene su Conselleria para los profesionales.

Han pasado dos meses desde que a finales de enero el sindicato CSIF le preguntara por las medidas de prevención ante el Covid-19 sin que obtuviera respuesta. Transcurrido ese tiempo, su conselleria va a preparar un informe exhaustivo, como ha calificado, para concretar el stock. Con la crisis desbocada y con ella exhausta -nadie pone en duda su capacidad de trabajo- y sobrepasada por los acontecimientos.

Podría aplicársele la frase que se atribuye al cómico Groucho Marx de "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Aunque igual bastaría con repetir la que hizo célebre el hoy vilipendiado rey emérito Juan Carlos I, cuando se limitó a afirmar "lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir". Y centrarse en una gestión que no se base en negar sus carencias y contradicciones y sí en asumir la realidad.

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