Más salud y menos república
"Un nuevo virus busca socavar el mayor éxito político de nuestra historia reciente, la Constitución del 78".
Con el ¡Viva la República! Podemita sigue discurriendo este mes de abril, tras el silencio de una primavera inédita. La república es un recurso frecuente en nuestra izquierda. A ella se amparan siempre que pueden, frágiles en su nostalgia de tiempos pasados que marcaron a sangre y fuego nuestra historia. Un recurso más en su estrategia de agitprop para ir socavando nuestro sistema democrático, el mismo régimen de derechos y libertades que nos dimos en el 78, al que nacional-populistas buscan reemplazar por una república socialista.
Un nuevo régimen que, con la ayuda del BOE y sus bien pertrechados altavoces mediáticos, van inoculando poco a poco en nuestra cuestionada democracia. Un virus letal que parafraseando a nuestro Rey, SM Felipe VI, será “rápido, simple y sin dolor”. Un nuevo virus que busca socavar el mayor éxito político de nuestra historia reciente, la Constitución del 78.
Con un gobierno dividido y en plena lucha de egos, la medida de este cataclismo sanitario y económico alcanza niveles galácticos, como diría el ínclito ZPSOE. Pero a pesar del negro horizonte que nos espera y mientras seguimos peleando contra esta pandemia, la hoja de ruta establecida desde los laboratorios monclovitas sigue su curso. Sánchez e Iglesias están en la construcción de un estado radicalmente nuevo. Su discurso y sus acciones les delatan.
Muerta y desaparecida la socialdemocracia, el sanchismo cabalga desbocado exhibiendo el cetro del poder, l’Etat c’est moi. Mientras, su aliado nos va retrotrayendo en la historia, abonando el terreno para la plena realización comunista, por medio de la dictadura del proletariado. Lo estamos viendo. La separación de poderes ha saltado por los aires. Estado y sociedad se funden en un cuerpo único, donde todos los poderes se concentran en manos de aquellos que representan la vanguardia de los trabajadores, sic, ajustando cuentas con toda la clase media y aquellos que generan valor en esta sociedad. Cualquier atisbo del anterior régimen debe ser anulado. Y a fe mía que llevan camino de conseguirlo.
¡Más república! Nos dicen aquellos que nadan en las aguas jacobinas. Sin lealtad y sin respeto. Pero eso sí, ya se encargan de pedirlo para ellos. Ni Cicerón ni Kant alcanzaron a estos ególatras en su exégesis populista. Porque para ambos, “el estado republicano es sobre todo un ordenamiento jurídico para proteger y garantizar los derechos de los ciudadanos” (N. Matteucci), no desnaturalizar el ordenamiento para enmudecer la democracia.
Un nuev Komintern que limita nuestros derechos fundamentales en su pulsión autoritaria. Totalitarismo ideológico que colisiona con ese espíritu cívico que ensalza al ciudadano en toda su plenitud y libertad, donde tropiezan una vez más, los defensores de una entelequia idealizada que ha fracasado allí donde la han impuesto. Un reduccionismo histórico que sucumbe una y otra vez contra la argumentación kantiana y su visión cosmopolita.
De ahí su obsesión por el control. Hay que generar un “relato” y para ello, despliegan una gran cortina de humo para tapar su incompetencia e ineptitud, la misma que nos ha llevado a ser líderes mundiales en muertes y destrucción de nuestra economía. Superados por la crisis y sin capacidad de reacción para gestionar una salida airosa de la misma, navegamos sin rumbo y sin plan.
Cegados por su ansia revisionista, no solo han buscado silenciar a la Democracia, cerrando el Parlamento, también a la Oposición con un desprecio a la altura de su incapacidad manifiesta. Por no hablar de los Medios y de todos aquellos que han alzado la voz para criticar la irresponsable concatenación de errores, exigiendo respuestas a los muchos interrogantes de su gestión, a pesar de la censura. Mientras, las cifras de esta cataclismo siguen demostrando su improvisación y ceguera política para maniobrar correctamente.
Pero no pasa nada, como bien dice el dicho de “Juan Palomo…”el Gobierno ni escucha, ni atiende, nos considera menores de edad a los que hay que tutelar. Ni tan siquiera a aquellos que solo querían aportar su experiencia, para luchar contra el Covid-19. Pero también denostando a todos aquellos que desde la primera línea de choque contra la pandemia están denunciando la improvisación de un gobierno instalado en la propaganda.
Un clamor que va encendiendo las conciencias en cada rincón de este confinamiento, a pesar de Tezanos, y que tan solo demanda una cosa, más salud y menos república. Menos soberbia y más respeto. Los españoles no se merecen un gobierno que nos utiliza de cobayas en su nuevo panóptico, porque se ganaron su libertad y ahora exigen menos ideología y más gestión. La manipulación política de esta crisis es una muestra más. El Totalitarismo Ideológico avanza bajo palio, para mayor gloria de aquellos que buscan repetir los errores de nuestra historia.
*Juan Vicente Pérez Aras es ex diputado en el Congreso por el PP.