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Escalada de mentiras

Que se están siguiendo criterios políticos más allá de los técnicos canta mucho. Y hasta de vez en cuando se les escapa cuando no saben por donde salir

Fernando Simón

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La desescalada del confinamiento es directamente proporcional a la escalada de mentiras a la que estamos asistiendo. Tampoco descubro mucho al lector si hablo de mentiras y Pedro Sánchez, porque el personaje ha labrado su presidencia a base de tantos engaños que hasta nos resulta normal que el ‘Fraudillo’ un día nos diga una cosa y al siguiente haga la contraria. Sin embargo, llega un momento en el que uno se planta y dice ‘basta ya’ cuando ve que están jugando con su salud o su negocio.

Con cara de tontos nos quedamos toda Valencia cuando, ya preparados para la fase 1, nos enteramos un viernes por la tarde que nos dejaban en la estacada. Lo que le hicieron a buena parte de Valencia, Castellón y Alicante fue una puñalada económica. Mas de un hostelero o comerciante preparado para abrir el día 11, con la consiguiente compra de género, se acordaría de la madre de Fernando Simón. Una vez superado el shock inicial que nos situaba al mismo nivel que Madrid o Barcelona, donde la pandemia ha azotado con una virulencia mucho más grave que en Valencia, empezamos a mirar qué podía haber pasado.

La Generalitat nos había vendido que nuestra situación sanitaria era de “matrícula de honor” y el propio Ximo Puig aseguraba que por descantado pasaríamos el día 11 a la fase 1 en toda la Comunitat Valenciana. Así que o la Generalitat Valenciana nos ha mentido, o el Gobierno central es un sinvergüenza que ha utilizado a la Comunitat Valenciana como cabeza de turco para mantener cerradas otras zonas, o las dos cosas.

En un primer momento la escalada de mentiras apuntaba al Gobierno central, pues antecedentes no le faltan. Y más viendo el ocultismo con los supuestos expertos que deciden la desescalada y el criterio desconocido seguido para que otras zonas pasen de fase. Huele mucho a chamusquina que el País Vasco, que concentra más muertos y contagiados que Valencia y otras zonas, con una población por cierto menor, pase de fase, justo la misma semana que el PNV le salvaba con su voto a favor el estado de alarma a Pedro Sánchez. Qué casualidad oye. Y qué casualidad que además el País Vasco tenga el privilegio de ser la única CCAA en la que se permite la movilidad entre provincias.

Que se están siguiendo criterios políticos más allá de los técnicos canta mucho. Y hasta de vez en cuando se les escapa cuando no saben por donde salir. El propio Fernando Simón apuntaba que la última palabra sobre quién pasa de fase o no corresponde al equipo del ministro, y que ni siquiera sabía si el informe de la Comunitat Valenciana era positivo.

Pero mientras descubrimos que el Gobierno central es un trilero con las fases y no dice ni qué criterios sigue o quiénes deciden estas cuestiones, se va desnudando la ‘matrícula de honor’ que se había autopuesto la Generalitat Valenciana y que va camino de ser un ‘deficiente’. Resulta que no todo es tan idílico como parece y habríamos sido penalizados por no realizar test y no saber qué nivel de posibles contagiados tenemos.

Aquí, mientras unos están preocupados en poner tubos de hormigón en la plaza del Ayuntamiento o en generar polémicas a cuenta de la Virgen o del cardenal Cañizares, resulta que faltan tests que nos podrían hacer pasar de fase. Y el propio presidente de la Generalitat insufló falsas expectativas a los hosteleros al asegurarles la apertura. A ver quién paga ahora esta negligencia.

El choteo máximo llega cuando descubrimos que Ximo Puig dice que no ha pedido aún el cambio de fase porque no sabe qué criterios sigue el Gobierno para concederla. Alucinando estoy. Que un presidente autonómico no sepa lo que tiene qué hacer y el Gobierno no se lo concrete. ¿Pero en qué manos estamos? Pero eso sí, mientras toda la maquinaria mediática auspiciada por el PSOE y su izquierda está centrada en hablar del menú del Telepizza o del apartamento donde vive Ayuso, que al parecer es más importante que el futuro económico de millones de autónomos y pymes.

Al final quienes pagan las improvisaciones, la falta de seriedad, el oscurantismo en la gestión y los tejemanejes políticos de Sánchez para mantenerse en el poder son los autónomos, los comerciantes, los hosteleros y cualquier ciudadano de a pie que pierde su negocio o trabajo y se desesperan por ver como funciona esta desescalada trufada de mentiras.

Por cierto, a nivel personal me parece alucinante que el PSOE no se esté desangrando en las encuestas. O los españoles son de reacción tardía o es que algo estamos haciendo mal como sociedad. Para reflexionar y pensar en este motivo, más allá del anestesiante control televisivo.

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