Un año de las elecciones municipales: de los 4 millones de la EMT al Mario kart
El primer año del segundo mandato de Ribó ha dado para mucho. Las polémicas se suceden en el Gobierno del Rialto que tiene al concejal Fuset en la 'fase 0' de la desescalada particular.
Se cumple hoy 26 de mayo un año justo desde que se celebraron las elecciones municipales, pero sin embargo en acontecimientos ocurridos parece que la cita electoral fuera hace un siglo. Un año y una pandemia después, el gobierno municipal sigue siendo el mismo -con cambios en algún concejal estrella- pero los problemas a los que se enfrenta la ciudad de Valencia han cambiado y evolucionado.
El 26 de mayo de 2016 Joan Ribó revalidaba la alcaldía de Valencia situando además a Compromís como fuerza más votada con 10 concejales, que sumados a los 7 del PSOE aseguraban la continuidad del gobierno municipal de izquierdas, renombrado ahora como ‘pacto del Rialto’ y sin Podemos. Tras una jornada electoral con ciertos nervios en las filas nacionalistas, en la que la participación se desplomaba respecto a las elecciones generales de hace un mes y podía augurar un triunfo de la derecha, la izquierda resistía por un concejal de diferencia. Se iniciaba una legislatura en la que el alcalde parecía que iba a gozar de mayor tranquilidad y estabilidad que cuatro años atrás… Pero los acontecimientos no se han dejado de suceder.
Primero, la negociación del pacto con el PSOE fue mucho más complicada incluso bajo la amenaza de Ribó de excluir a los socialistas y gobernar en solitario. El alcalde se sentía reforzado tras ganar un concejal y ser lista más votada, mientras que los socialistas de Sandra Gómez, frustrados por no haber ganado en Valencia pese a hacerlo a nivel autonómico y nacional, exhibían su recuperación en la capital con 2 concejales más. Gómez quería ser vicealcaldesa sí o sí y Ribó no daba su brazo a torcer. Tras más de un mes de pulso, el problema se resolvió colocando a Campillo de vicealcalde al mismo nivel que Gómez.
Pero los pulsos de Compromís con el PSOE no se limitan a la negociación el gobierno municipal. Se han trasladado a otros aspectos como las juntas municipales, donde el PSOE reclamaba la alcaldía pedánea de Benimàmet y Compromís se negaba a cedérsela. El PSOE llegó a recoger hasta firmas en contra de Ribó. Al final, aquí los de Gómez se llevaron el gato al agua. El precio fue tener paradas 8 meses las juntas municipales por este tira y afloja.
El robo en la EMT
La gran bomba vino en septiembre. La desaparición, robo o estafa, llámenlo como quieran, de 4 millones de la EMT. Un asunto que sigue sin resolverse y que amenaza con enquistársele durante toda la legislatura al gobierno municipal y a su concejal más polémico, Giuseppe Grezzi. Cada día, con la información que íbamos conociendo, el asunto de la EMT se volvía más turbio y confuso, con un gerente cuestionado que sin embargo fue renovado con un sueldazo al frente de la empresa de autobuses. Los 4 millones siguen sin recuperarse, y las responsabilidades sobre este asunto -más allá de echarle la culpa a una funcionaria como hizo el gobierno municipal- siguen sin depurarse.
Otra bomba política que amenazó al gobierno municipal acabó en la dimisión de uno de sus concejales estrella, Pere Fuset, siendo la primera dimisión que se producía con la izquierda en el Ayuntamiento de Valencia. O semi dimisión, porque Fuset no ha dejado el acta ni el sueldo de concejal. Pere Fuset, investigado por el accidente de Viveros, fue procesado por homicidio imprudente, pero se negaba a dimitir con el respaldo explícito del alcalde (curioso cuando ellos reclamaban la dimisión de gente del PP en situaciones procesales menos grave) pero al final tuvo que dar un paso atrás, imposible de aguantar por sus socios socialistas y por un mundo fallero que iba a ver al presidente de JCF de acto en acto como si nada. El agraciado con esta operación fue Carlos Galiana, que cinco años después lograba su ansiada concejalía de Cultura Festiva.
Colón, Grezzi y Fuset
El escándalo de Fuset copaba toda la actualidad informativa y había que taparlo de alguna forma, así que Grezzi se puso manos a la obra con lo mejor que sabe hacer, polémica, y anunció una conversión de la calle Colón (que por cierto no estaba en el programa electoral de Compromís) que soliviantó a vecinos y comerciantes e impulsó una recogida de firmas del PP contra los cambios. De nada ha servido porque Grezzi ha hecho en Colón lo que ha querido, como viene siendo habitual en él.
Y mientras discutíamos sobre Colón y se acercaban las Fallas, estalló la crisis del coronavirus, que ha llevado a la suspensión de las Fallas por primera vez desde la guerra civil, un hecho histórico. Pese a lo trascendental de la decisión, el alcalde Ribó ha sido muy cuestionado por estar desaparecido (algunos dicen que en la ópera mientras en el palau Ximo Puig tomaba la decisión). A nivel municipal, el gobierno de Ribó ha mantenido durante esta crisis un perfil bajo, de desaparición. Ribó no es Almeida ni Valencia es Madrid, y se ha notado. Han tomado medidas, algunas que se han quedado cortas como las ayudas a los autónomos (que sólo ha podido cobrar por ahora el 7%) y otras que se siguen anunciando como la ampliación de las terrazas.
La oposición y Mario kart
Pero para mantenernos entretenidos durante esta crisis, Grezzi continuó con las suyas y aprovechó el confinamiento para ejecutar la peatonalización de la plaza del Ayuntamiento. Un proyecto que ha sido criticado por todos los sectores, desde la oposición hasta los comerciantes o lo expertos en arquitectura y diseño, por ser una especie de circuito de Mario kart hecho a base de tubos de hormigón caro. Un proyecto que no parece digno de la solera que merece la principal plaza de Valencia y que ha dado, y seguirá dando, mucho de que hablar.
En el lado de la oposición, en este primer año de legislatura el PP ha ganado estabilidad frente a la agitación de la legislatura pasada. El grupo que dirige María José Catalá hace trabajo de hormiguita, paso a paso, para desgastar al gobierno municipal. Tiene por delante la renovación de las estructuras del partido cuando haya un congreso y la apertura de su nueva sede. Ciudadanos sigue dirigido por Fernando Giner y su labor de oposición, y aunque en Valencia gozan de 6 concejales, deben enfrentarse ahora a una marca en horas bajas a nivel nacional. Vox, con sus dos concejales, se llevan como el perro y el gato (hasta han mostrado en público sus diferencias como en una moción sobre el holocausto o sobre la EMT) pero cuentan con una marca que sigue gozando de salud a nivel nacional.