La evolución de la vicealcaldesa: del aire fresco al mimetismo con Ribó
Hace un año de la foto en el que intercambiaron sonrisas la líder socialista y Ribó después de un mes de desencuentros que puso en jaque su pacto en Valencia. Desde entonces mucho ha variado
"Aire fresco para València". Con ese lema la socialista Sandra Gómez impregnó su campaña para competir por la alcaldía de la capital autonómica. Su discurso, subido a lomos de una siglas socialistas ganadoras, preconizaba un cambio para la ciudad y trataba de poner, en armonía con la podemista María Oliver, en un brete al alcalde Joan Ribó en los debates preelectorales.
El resultado de hace un año y un mes y medio ya se sabe. Compromís sacó tres ediles de ventaja a un PSPV local que se desfondó frente a unas encuestas que en algún momento le llegaron a situar en el liderazgo en número de votos. Fue un deslumbramiento. La campaña de Ribó, orquestada con habilidad por Amadeu Mezquida, ganó por goleada.
Después llegaron las complejas negociaciones por el reparto de cargos que culminaron, in extremis, con el denominado Pacto del Rialto. El alcalde, tras mantener durante un mes y medio un distanciamiento (¿social?) de Sandra Gómez que para algunos tenía matices de desprecio, se hizo con ella una foto en la que intercambiaron sonrisas ante las cámaras. Ahora se cumple un año de aquella instantánea. Desde entonces el perfil de la líder local socialista parece haber sufrido una metamorfosis.
La secretaria general del PSPV-PSOE en Valencia quería transitar de primera teniente de alcalde y portavoz del equipo de gobierno a vicealcaldesa. Un aparente ascenso. Y lo consiguió, a pesar de negárselo Ribó durante un mes y a costa de que a última hora le colocara la sombra del discreto Sergi Campillo, el concejal que solo se ha alterado en público cuando el PSOE llegó a alinearse con toda la oposición para reprender al controvertido Giuseppe Grezzi en los albores del escándalo del fraude en la EMT. Pero ahí ya no estaba Sandra Gómez. Disfrutaba de su luna de miel.
Ribó y Gómez tras firmar el denominado Pacto del Rialto. Foto:Las Provincias
Y en ese estado, pero con Compromís, parece seguir. Su pareja de baile en las comparecencias públicas, en los actos con Ribó, es Campillo, un concejal bastante respetado dentro, e incluso más fuera, de la coalición compromisaria.
Y en ese baile se nota la compenetración en cada paso. En la foto en cuclillas con Grezzi -lejos quedan las disputas entre ambos sobre si se puede o no aparcar en el carril bus a partir de las diez de la noche- presentando a una Valencia confinada la remodelación ya iniciada de la plaza del Ayuntamiento. En la reivindicación al unísono con el alcalde para afear al empresario Juan Roig que las instalaciones que él paga no lleven el topónimo Valencia y se denominen Casal España Arena. O en las comparecencias de cada viernes con su alter ego Campillo.
Incluso en la llamativa carta abierta que esta semana ha difundido para cuestionar el futuro de la monarquía, en un discurso que choca con la decisión de su partido, el PSOE, de votar en contra en el Congreso de una comisión de investigación sobre el rey emérito. Sandra Gómez se ha ido al extremo contrario, a un argumentario más propio de Compromís, que sí que apoyaba esa comisión.
La vicealcaldesa, el soplo de aire fresco con perfil propio en 2019, parece haberse mimetizado con su entorno, con el alcalde Ribó, quien se resistió durante mes y medio a fotografiarse con ella dolido por una campaña electoral en la que se sintió atacado. Por aquel entonces Sandra Gómez, con su partido al alza, vislumbraba muy cerca su sueño de ser alcaldesa, ese que han cumplido muchos conmilitones socialistas en otros municipios.
Pero la realidad electoral era otra y les urnas le dieron un baño de desencanto. Desde entonces, el espíritu más libre o combativo de la vicealcaldesa se ha plegado a una realidad de gobierno unívoco, en el que solo desentonan, por parte socialista, ciertos comentarios del concejal de Seguridad Ciudadana, Aarón Cano, o algún aviso ocasional de prudencia de Ramón Vila desde Hacienda.
Por lo demás, la sonrisa de la foto de hace un año sigue marcando la relación de Joan Ribó y Sandra Gómez. Con una diferencia importante: ahora ya no son dos los que aparecen en la imagen, sino tres, con Sergi Campillo incluido. Y otro detalle: la imprescindible mascarilla que, por desgracia para la vicealcaldesa, no permite lucir tanto su sonrisa. Quizás sea el motivo por el que su figura parece opacarse. ¿O se trata de un espejismo? ¿O Puede que se trate de una estrategia camaleónica urdida por su jefe de gabinete, Borja Sanjuán? Tiene tres años más para aclararlo.
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