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La lección electoral de Galicia que aprende Compromís y que atemoriza a Podemos

El diputado Joan Baldoví estaba hoy eufórico. Veía el camino claro de crecimiento para su partido. Y no deja precisamente bien parado a uno de sus socios de l´Acord del Botànic

Compromís aspira a igualar el resultado del BNG en Galicia, que sería a costa de comerse a Podemos, ahora socio de gobierno en la Comunidad Valenciana

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H. G.

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El diputado nacional de Compromís, Joan Baldoví, se ha levantado contento. El BNG, partido con el que él y gran parte de sus conmilitones se identifican, ha multiplicado sus escaños y ha superado con creces al PSOE en Galicia.

Sí, objetivamente el PP ha ganado; pero lo que destaca Baldoví, militante histórico del Bloc Nacionalista Valencià, es cómo ha renacido el Bloque Nacionalista Galego, un partido con el mismo nombre y primer apellido que el que llevó al diputado compromisario a la política.

Y Baldoví, en una entrevista en el programa Inter Café, de Intereconomía, iba más allá al verlo como un augurio de un movimiento que puede extenderse de apuesta, por parte de la ciudadanía, por partidos nacionalistas "moderados", como él mismo definía.

A preguntas del periodista que suscribe este artículo sobre si esa generalización afectaría también al hundimiento de Podemos; es decir, que si Compromís podría engullir en la Comunidad Valenciana a la formación que dirige a nivel estatal Pablo Iglesias, Baldoví prefería no contestar con una respuesta directa, aunque remarcaba el acierto de que la coalición electoral ´a la valenciana´, que en su momento hermanó a su grupo y a Podemos, se haya quedado en un recuerdo del pasado.

El diputado nacional de Compromís, dentro de la euforia que le embriaga y que limitaba al resultado gallego y no tanto al vasco -a pesar de que en una cuenta de Twitter de su formación deseaban suerte a Bildu- prefería no hacer leña del árbol caído. El hecho de que compartan el tronco del Consell junto a PSOE y a Unides Podem le inducía a la prudencia.

No obstante, las elecciones gallegas y vascas han confirmado, en cierto modo, la denominada teoría de los ´vasos comunicantes´ , que más o menos viene a indicar que los votos que pierde un partido suelen ir a parar a otro de su espectro ideológico.

Aunque en un proceso electoral los resultados muchas veces no obedecen a lógicas preconcebidas, en el caso de los comicios en Galicia y País Vasco, con un PSOE -en sus diferentes denominaciones regionales- que casi se ha quedado como estaba, prácticamente lo que ha perdido Podemos -también con sus nomenclaturas autóctonas- ha ido al zurrón del BNG en un caso y al de Bildu en otro. Un trasvase de voto teóricamente de izquierda estatalista que se ha reconvertido en nacionalista sin perder su primer barniz de tendencia ideológica.

Crecer a costa de Podemos

Por tanto, en la lógica ´baldoviana´y en lo que respecta a los intereses estratégicos e ilusiones de su formación, Compromís, otra coalición también exclusiva de un ámbito geográfica, de izquierdas y con ribetes nacionalistas, tienen margen de mejora a costa de la marca local de Unidas Podemos, que en la Comunidad Valenciana simplemente se limita a traducir la denominación estatal.

Además, al igual que el BNG, Compromís se presentará a los próximos comicios después de un retroceso electoral en los últimos respecto a los anteriores. No tan pronunciado como el que sufrió el partido gallego, pero visible y preocupante para alguno de sus más cualificados orquestadores de campañas.

El otro ´vaso comunicante´: el que pierde

Mientras, en la otra formación de este hipotético juego de vasos comunicantes, Unides Podem, puede aplicarse el castizo refrán de "cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar", aunque Galicia y País Vasco queden a cientos de kilómetros como para calificarlos de comunidades vecinas vecinos.

Sus principales referentes autonómicos, el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau; la nueva coordinadora, Pilar Lima; o la todavía síndica, Naira Davó, han optado por un reconocimiento del peligro de traslación electoral de nivel bajo. Se han limitado, en Twitter, a redivulgar mensajes del secretario general del partido, Pablo Iglesias, a o utilizar expresiones tan genéricas como lacónicas, del calibre de "hacer autocrítica" o "reconocer errores".

No han sido tan directos como ex compañeros suyos de otras autonomías, ya sin cargos institucionales, que han arremetido contra la dirección del partido culpándola de la catástrofe electoral. Eso no quiere decir, no obstante, que no sean conscientes de la advertencia, ni que no observen que pueden ser los siguientes damnificados del languidecer de Podemos. Al fin y al cabo, quedan menos de tres años para las próximas elecciones autonómicas.

El aviso de Valencia

Y la euforia de Joan Baldoví puede tener mucho de lógica si observamos los avisos de las pasadas elecciones locales. El mejor ejemplo lo constituye la capital autonómica, donde los tres escaños de València en Comú -la filial con la que se presentó Podemos en 2015-, fueron engullidos en los comicios de 2019 por Compromís y PSOE. La formación de Pablo Iglesias desapareció del hemiciclo capitalino. Un presagio de lo que ha sucedido en Galicia y quien sabe si hubiera podido ocurrir en la Comunidad Valenciana si el president Ximo Puig no llega a adelantar las elecciones. Aunque solamente fuera por un mes.

Ahora, con el Partido Socialista peligrosamente -para sus intereses y su dinámica- frenado en Galicia y País Vasco-, la coalición compromisaria aspira a monopolizar la deglución de Unides Podem.

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