Pacificar el tráfico o el neologismo de moda para justificar eliminar carriles
El Ayuntamiento de la capital utiliza esa expresión para evitar otras más reales como suprimir, reducir o eliminar, que suenan peor al oído de la ciudadanía
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el manual de cabecera de cualquier seguidor del idioma, queda definido el verbo pacificar con las siguientes acepciones:
1. Establecer la paz donde había guerra o discordia.
2. Reconciliar a quienes están opuestos o discordes.
3. Tratar de asentar paces, pidiéndolas o deseándolas.
4. Dicho de lo que está turbado o alterado: Sosegarse y aquietarse.
En esta misma recopilación semántica el sustantivo tráfico aparece como:
1. Acción de traficar.
2. Circulación de vehículos.
3. Movimiento o tránsito de personas, mercancías, etc., por cualquier medio de transporte.
4. Flujo de datos a través de la red.
No, este artículo no pretende realizar un repaso de términos del castellano. Simplemente se trata de analizar ese neologismo que forma parte del repertorio de numerosos gobiernos, y en especial del de algunos concejales del Ayuntamiento de Valencia. Me refiero a la expresión "pacificar el tráfico", que, a base de repetirla, logran que cale como si fuera propia o incuestionable en titulares de medios de comunicación. Y de ahí a las conversaciones de cigarrillo en el portal o de mesa de bar apenas hay medio paso.
Desde principios del pasado mandato escuchamos al concejal de Movilidad Sostenible, el controvertido Giuseppe Grezzi, utilizar esta curiosa expresión que, en la práctica, supone un eufemismo. Como señala la primera acepción de pacificar, hace referencia a establecer la paz donde existía guerra. En las calles de Valencia no la había ni la hay. Tampoco el tráfico es una persona para hallarse turbada y necesitar sosiego y, por tanto, que requiera ser pacificado, por mucho que intenten personalizarlo como si se tratara de una especie de archienemigo de la circulación por la ciudad.
El concejal de Urbanismo en la pasada legislatura, el socialista Vicent Sarrià, recurrió al mismo término, que suena como los cantos de sirena al legendario Ulises en el oído del transeúnte, a una especie de ´be happy´ retro de las imágenes sesenteras del siglo pasado con el célebre ´no a la guerra de Vietnam´en Estados Unidos de América.
Y, con ese argumento, Sarrià se cargó de un plumazo los históricos puentes peatonales de la avenida del Cid. Si a la intención de ´pacificar´se le suma que el proyecto que se pretende suprimir data de "época franquista"- que fueron más de 35 años de la historia de España, lo que da para muchas obras públicas-, ya están unidas dos ideas que el intelecto colectivo actual parecen antitéticas: pacificar y franquismo. Por tanto, no existe discusión alguna de esa supuesta necesidad de pacificación.
Esta misma semana la vicealcaldesa de Valencia, Sandra Gómez, ha estirado de nuevo el mantra, la frase sagrada, de "pacificar el tráfico" para argumentar la necesidad de suprimir el puente de Pérez Galdós e incluso de la acometida de las obras de eliminación de carriles para turismos en Ramón y Cajal. Una vez comprobado en las pasadas elecciones que pensar que restaría votos a Compromís crear carriles bici constituía una falacia -grave error de PP y Ciudadanos-, el grupo socialista abandera ya sin tapujos esta idea y la de la peatonalización.
A base de repetir una expresión, como ajustes en la época de recortes a destajo de la entrada de Mariano Rajoy en el gobierno o confinamiento -que no me cansaré de insistir en que significa una pena que obliga a vivir al afectado fuera de su domicilio y no el concepto pseudoterapéutico que el actual ejecutivo ha inculcado- con Pedro Sánchez, logran que cale en la sociedad.
Aunque su significado no corresponda con la realidad. Simplemente reduce su efecto dañino, lo edulcora. O lo poetiza. Porque resuena mejor en nuestros cerebros la palabra pacificar que los términos reducir, suprimir o eliminar, con connotaciones más negativas. Aunque en la práctica resulten más correctos.
Porque lo que está haciendo el Ayuntamiento de Valencia consiste en rebajar el tráfico rodado. Para bien o para mal. Sea un acierto o un error. Provoque aplausos o quejas. Ahí no me meto. Lo que sí que me gusta es que cada actuación se llame por su nombre y por lo que representa. Sin trastocarla ni sazonarla de marketing hasta traicionar su definición genuina.