Maltrato a animales: volver a empezar cuando todo sigue igual
Hay situaciones que son insultantes para quienes cada día nos dejamos el alma y la salud trabajando para acabar con la terrible situación que viven los animales en nuestro país
Llega de nuevo el mes de septiembre y la reincorporación a la actividad, si es que así puede decirse, en el año más atípico que la mayoría recordamos.
La incertidumbre inunda todos los ambientes y casi sin respirar seguimos los cambios que vamos teniendo que incorporar en nuestro día a día y cruzamos los dedos para que no se repita la situación que hemos vivido hace apenas unos meses.
Sin embargo, hay una cosa que nunca cambia. Que se mantiene desde épocas muy oscuras de nuestro pasado. Que se perpetúa independientemente del color del partido político que gobierne. Me refiero al apoyo institucional al maltrato animal, a todos los niveles.
Esta maldita pandemia no ha sido capaz de cambiar esta vergonzosa situación, tampoco durante el período estival.
Y a los hechos me voy a remitir, sólo con algunos ejemplos, porque detallarlos todos daría para escribir un libro.
Desgraciadamente este verano, como cualquier otro, se han sucedido numerosos casos de maltrato animal. No obstante, ha habido uno que ha conmocionado especialmente a la sociedad. Ha sido el caso de Timple, un perro que fue atado y amordazado y cuya terrible, agónica y prolongada muerte fue grabada con una absoluta falta de empatía y un afan incuestionable de recrearse con el sufrimiento del animal.
Pues bien, los autores de este deleznable acto fueron reprendidos con unos ridículos 4 meses de prisión, a los que se llegó por un acuerdo rápido, que evidentemente supondrá que estos individuos no entren en prisión y puedan seguir repitiendo escenas como esta, a partir de ahora sin grabar o al menos, sin difundir los vídeos.
¿Cuál ha sido la reacción del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030? Anunciar que se va a solicitar el endurecimeinto de las penas por maltrato animal con dos años y un día de cárcel en el caso de que haya muerte del animal ¿con agravante? hasta ¿tres años? de cárcel.
La verdad es que hay situaciones que son insultantes para quienes cada día nos dejamos el alma y la salud trabajando para acabar con la terrible situación que viven los animales en nuestro país. ¿A quién pretenden complacer con esa propuesta con tan pocas aspiraciones? Desde luego este anuncio es un claro mensaje de no estar dispuestos a dar la cara por los animales, ni a terminar con la sensación de impunidad que tienen los maltratadores, que van a seguir sin ir a la cárcel.
Si descendemos a nivel autonómico, nos encontramos con el flagrante caso del gobierno de Andalucía, que pese a un creciente número de personas contagiadas por el COVID-19, sigue anteponiendo los intereses de quienes viven a costa de torturar animales y sigue permitiendo las corridas de toros, incluso aunque en las 5 que se han celebrado en que se ha podido conseguir material audiovisual, se hayan interpuesto denuncias por no cumplir con las medidas sanitarias de obligado cumplimiento, como la distancia de seguridad o el uso de mascarillas.
Hay motivos más que suficientes para cancelar este tipo de actos, no ya por ser totalmente carentes de ética hacia los animales, algo que este gobierno ha demostrado reiteradamente no poseer, sino por responsabilidad social, porque en un momento en que la salud de las personas y la economía penden de un hilo no se puede permitir que se sigan vulnerando las normas que toda la ciudadanía debemos cumplir mientras las administraciones miran hacia otro lado.
Y a nivel local, la verdad es que no sabría por donde empezar...si por el ayuntamiento que ha mostrado absoluta indiferencia a que vecinos del pueblo patearan a una gata en la calle mientras la llamaban “la pelota”, si el que exigía a una vecina retirar nidos de vencejos de la fachada del edificio para mantener el ornato del mismo, si el consistorio que a través de un bando prohibía alimentar a los gatos que viven en sus calles, tachando de delincuentes a quienes hacen un trabajo altruista cuando en realidad esos animales son responsabilidad del ayuntamiento y debería destinar recursos para ello, si el que presume de que unos burros que son utilizados como taxis, en unas condiciones deplorables, impropias de un país que pretende ser moderno, se jacta de que esos animales están fenomenal porque sus veterinarios así lo dicen,...
Son tantas y tantas muestras de desprecio y de falta de empatía de nuestras administraciones locales hacia los animales y hacia quienes nos importan, que muchas veces viene a mi mente esa viñeta de Mafalda que decía “Paren el mundo que me quiero bajar”.
No obstante, por mucho que en ocasiones esté cansada y sienta impotencia, reponerse es sencillo.
Sólo hay que pensar tres cosas: la primera es que no podemos comparar nuestro sufrimiento con el maltrato a que continuamente son sometidos los otros animales, así que debemos seguir, por ellos. La segunda es que el número de personas que se preocupan por los animales y se ocupan de ellos cada vez es mayor. No trabajamos en soledad, somos un colectivo cada vez más relevante. Y la tercera es que la ética y la razón están de nuestro lado, de modo que, por complicado que sea el camino, la meta nos espera.
Así que ¡¡a por ella!!
*Coordinadora provincial de PACMA en Valencia