Desmemoria histórica
La arrolladora maquinaria propagandística puesta en marcha desde Moncloa con la connivencia de medios de comunicación, no da respiro a la inteligencia ni a la reflexión.
Sé que no voy a ser muy original. Sé que se ha escrito mucho y mejor en los pocos días que han pasado desde la puesta en marcha de ese nuevo instrumento de control de libertades y de voluntades que con rango de ley pretende una nueva vuelta de tuerca en la difusión de una lectura, cuanto menos parcial y tendenciosa, de tristes acontecimientos de nuestra historia reciente, feliz y responsablemente superados durante un floreciente periodo de concordia y generosidad colectiva, que a algunos parece molestarles y están dispuestos a revertir por todos los medios a su alcance.
Con el mismo desparpajo revestido de solemnidad que la vicepresidenta Calvo utilizó para reivindicar la arriesgada convocatoria del 8M (“nos va la vida en ello” … y vaya que si se descuida …) ha afirmado ahora que sin esta renovada versión la democracia española resulta incompleta e imperfecta. Y se ha quedado tan ancha.
Sé que el miedo ha resultado desde el inicio de los tiempos un instrumento de dominio social y de perpetuación en el poder aun cuando se haya obtenido por fórmulas de apariencia reglada y convenida y se me antoja que ahí está el fondo de la cuestión.
El engañoso concepto de cogobernanza utilizado en la cínica y premeditada carta a la presidenta de la Comunidad de Madrid, envuelto en un tuteo hipócrita por cercano, lo dice todo
Ha circulado por las redes un recordatorio del 14 de septiembre de 1936, con profusión de datos que se resumen con otro episodio superado -¡qué remedio!- y sobradamente conocido como el del “oro de Moscú”. Prieto, Negrín, Largo Caballero y Stalin fueron sus indignos protagonistas. Kine, Kursk, Neva y Volgoles los nombres de los cargueros soviéticos; Cartagena y Odesa origen y destino del histórico desfalco … Y me pregunto ¿estaré incurriendo ya en conducta punible a la vista de lo recién legislado? … ¿deberá preocuparse por mis palabras algún amigo cercano?
Espero que no, pero lo cierto es que a la ministra egabrense no le conviene recordar el bombardeo de Cabra, y hablar de las checas madrileñas o de Paracuellos es como hacerlo de las toneladas de oro que se hurtaron del Banco de España, algo rayano en lo delictivo y ajeno a la otrora sacrosanta libertad de expresión. Inadecuado e inconveniente.
El contexto es desesperanzador y los indicadores de impotencia colectiva se acallan con encuestas manipuladas, informaciones alarmistas y lances judiciales orquestados con eficacia que nos sumen a diario en lo más tenebroso de la leyenda negra que ha acompañado la historia de España a lo largo de los tiempos.
La arrolladora maquinaria propagandística puesta en marcha desde Moncloa con la connivencia de la práctica totalidad de los medios de comunicación, no da respiro a la inteligencia ni a la reflexión. La perversa manipulación de la tragedia colectiva con el objetivo de perpetuarla mientras se consolida un poder omnímodo, cursa hoy en España con el marchamo de la “nueva normalidad”.
De nada valen los datos objetivos, las cifras contrastadas, las comparaciones razonables o las reflexiones sensatas … Todo lo que no convenga a las inconfesables -o no tan inconfesables- metas de autoritarismo del gobierno de Sánchez será puesto en cuarentena o literalmente en tela de juicio. Y así nos va.
El engañoso concepto de cogobernanza utilizado en la cínica y premeditada carta a la presidenta de la Comunidad de Madrid, envuelto en un tuteo hipócrita por cercano, lo dice todo. Con la autoridad de la que yo carezco se ha escrito con precisión: “Cogobernanza no significa nada en nuestro país. El gobierno lidera y coordina. No cogobierna”.
Mientras tanto, Borrell coquetea con Maduro en el ámbito internacional, y Castells hace travesuras con las autonomías en el universitario. ¿Que qué tiene que ver una cosa y otra? … Ustedes mismos.