La distracción como estrategia política del Gobierno
A nadie se le escapa que hay un interés desmesurado en desprestigiar a la presidenta Díaz Ayuso. La Comunidad de Madrid está siempre en el centro de cualquier noticia negativa
Hace tiempo era habitual que los medios de comunicación, sus noticias, valoraciones, escritos de opinión o las tertulias de expertos nos desvelaran estrategias y enfoques de diferentes acciones políticas. Los más interesados acostumbrábamos a comparar la misma noticia en diferentes medios para sacar nuestras propias conclusiones.
Pero diría que estamos en un tiempo en que las estrategias existen, si, pero no se diluyen en la noticia, la opinión o el enfoque, sino que son claras, abiertas y transparentes para todos desde los que analizan en profundidad hasta los que se quedan sólo en la superficie.
A nadie se le escapa que hay un interés desmesurado en desprestigiar a la presidenta Díaz Ayuso. La Comunidad de Madrid está siempre en el centro de cualquier noticia negativa, se tapan habitualmente sus aciertos y se destacan sus errores como si fuera la única autoridad política responsable en nuestro país.
La actuación de la última semana a modo de cumbre con el “presidente conciliador” entrando por la puerta grande de la sede de la comunidad a salvar a su presidenta fue espectacular. Aunque fue destruida en pocos minutos por sus propias órdenes partidistas de manifestación y la comisión acordada bombardeada por su propio creador.
Resulta también llamativo que ante cualquier mala noticia que tenga que ver con las incoherencias de los miembros del gobierno, o los malos datos económicos, y con los peores del paro, los ERES impagados, o los ERTES que se avecinan, además de con las cuentas de Podemos y las filtraciones de sus ex-cargos en los Juzgados, por no mencionar la caótica gestión del Ingreso Mínimo Vital, sale el Monedero de turno a vociferar y movilizar a la gente, a la suya claro, dándoles igual los contagios, y los riesgos que asumen sacándolos a la calle, a protestar por medidas y restricciones, que ellos con sus votos apoyaron y aplicaron en marzo aún más duras.
El desconcierto como una de los más grandes enemigos de la estabilidad personal, emocional, política y económica nos invade a los ciudadanos prácticamente a diario, que apreciamos cómo priman para el gobierno antes sus intereses políticos, que la vida y el bienestar de las personas.
Con la misma incompetencia quieren apoderarse de los ahorros de todos los municipios, (que por cierto la masiva negativa a ello bien merecía la dimisión de la ministra que lo propuso, por lo menos), que echan encima de los responsables autonómicos toda la responsabilidad de la pandemia, cuando oímos un día sí y otro también que el mando único era la única solución legal y sanitaria.
Y por si fuera poco ante tal batacazo, el Gobierno como venganza retira el fondo de cinco mil millones que había prometido a los Ayuntamientos. Nuevamente el juego de la incoherencia, de la distracción y de la irresponsabilidad domina sus acciones, como si de unos menores enrabietados se tratará. Y otra vez más los ciudadanos vemos claramente la irresponsabilidad de este Gobierno y su poco interés en salvar a las personas.