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Quim Ribó (¿o Joan Torra?)

Hábil, muy hábil, en su fingida inhabilitación, Joan Ribó debiera ir encargando el retrato institucional con el modelo de un lagarto al sol.

Quim Ribó (¿o Joan Torra?)

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José María Lozano

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La cuidadosa estrategia personal del inefable y hasta hace pocos días President de la Generalitat catalana ha dado sus frutos. Su buscada inhabilitación formal, con la inercia que tan precisamente caracteriza la justicia española, ya se ha producido y, en consecuencia, corresponden ahora los deshonores protocolarios: ex presidente con coche oficial, escolta y oficina; más de 10.000 pavos mensuales durante unos añitos; y, finalmente, más de 90.000 de pensión anual con carácter vitalicio. Todo un modelo de “despido laboral” que contrasta con la situación de millones de españoles que razonablemente temen por el suyo, con ERE, con ERTE o con ninguna de las dos cosas; de otros tantos de pensionistas vulgares que desconfiamos de las promesas del gobierno mientras observamos la ofensiva permanente de los ministros podemitas; de unos cuantos de ellos de funcionarios honestos que, aun conscientes de su privilegiada situación económica, recelan de un futuro en el que su capacidad adquisitiva se vea, en la práctica recortada.

Ignoro si cabe hablar, como suele oírse de nimiedades vociferadas, de “alarma social”, pero tengo para mí que la conclusión es esperpéntica. Y muy escandalosa.

La estrategia personal del primer edil valenciano es otra, pero con interesantes concomitancias. Su particular “autoinhabilitación” cursa con naturalidad prácticamente desde la toma de posesión de su segundo -y más que probable último- mandato. Plácidamente instalado en la ineficiencia, a menudo rayana en lo ridículo, de sus regidors conmilitones, en un juego en ocasiones desleal con sus socios socialistas y en el habitual desprecio de la oposición y de los valencianos que sus escaños representan, el alcalde no padece. Un silencio táctico y calentito, protegido por la nómina mensual y una nube de subvenciones a afines y colaboradores, permanentemente adornado por una sonrisa beatífica, es el indicador de una rara alquimia en negativo que convierte en nada toda iniciativa aparente.

Asistimos al definitivo abandono de lo que fue el Círculo de Bellas Artes y a la subasta judicial de su importante colección (Sorolla, Pinazo, Muñoz Degrain, José Benlliure, Rusiñol, Benedicto, Ricardo Verde, Genaro Lahuerta, y un largo etcétera de pintores valencianos entre muchos) que se verá diseccionada y privatizada ante el desinterés y la desidia del titular de Cultura y de la propia Generalitat

Poco le importan las graves negligencias que han llevado al banquillo a uno, los desfalcos desapercibidos -consentidos pudiera decirse- de otro, la estupidez actuante de un tercero. Pelillos a la mar (o valencianos a la mierda, en versión más popular y escatológica). Apenas, recientemente, hemos visto una puesta de perfil, una huida hacia delante, escapando de las responsabilidades del concejal “comprometido” (ya sea Fuset, ya Grezzi, ya Galiana) y acusando a funcionarios y bancos. Ni Poncio Pilatos.

Hábil, muy hábil, en su fingida inhabilitación, Joan Ribó debiera ir encargando el retrato institucional con el modelo de un lagarto al sol.

Para seguir en el ámbito valenciano -y la política real de Compromís- asistimos al definitivo abandono de lo que fue el Círculo de Bellas Artes y a la subasta judicial de su importante colección (Sorolla, Pinazo, Muñoz Degrain, José Benlliure, Rusiñol, Benedicto, Ricardo Verde, Genaro Lahuerta, y un largo etcétera de pintores valencianos entre muchos) que se verá diseccionada y privatizada ante el desinterés y la desidia del titular de Cultura y de la propia Generalitat. Al fin y al cabo son otros, muy distintos e indisimulados, los objetivos del nacionalismo catalanista.

Y en el ámbito nacional, ha tenido que ser la corajuda diputada gallega Ana Vázquez quién reivindique a Francisco Camps y a Rita Barberá -en su día abandonados por su propio partido- ante el constante acoso que la izquierda utiliza con eficacia mediando el concurso de determinados fiscales y jueces. A propósito: he oído a Camps decir con acierto “quieren que desistamos, que no pensemos, que creamos que no hay solución …” Nos quieren callados y atemorizados, añado yo. Propio de regímenes totalitarios y de ciudadanos sometidos. Parecen muy decididos a lograrlo, pero los españoles no debemos consentirlo. Y urgen líderes -que no los hay ahora mismo- paraello.

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