Embajada: Madrid, País Vasco, Navarra
Lo otro que me pone los pelos como a un erizo amenazado es que se hable de balanzas fiscales mientras vascos y navarros mantiene su feudo fiscal
Cada vez que se habla de balanzas fiscales, de lo que cada Comunidad recibe y aporta de la Administración Central, hay dos cosas que me ponen los pelos como escarpias.
La primera es que Madrid saque pecho. ¡Vamos hombre, un poquito de por favor! La capital de España. El epicentro de nuestras carreteras y nuestros AVEs. La casa de millones de funcionarios que trabajan para toda España, pero que viven y tributan allí. La ciudad a la que, por trabajo, todos acabamos yendo y gastando y pagando IVA y taxis y cafes… La urbe que fagocitado las ferias y congresos del resto de España porque tiene el mejor aeropuerto y los mejores trenes. La capital en la que se instalan las grandes empresas nacionales y extranjeras para estar cerca del poder político. ¿De verdad vienen ustedes ahora a restregarnos por las narices que generan más riqueza que el resto?
Lo otro que me pone los pelos como a un erizo amenazado es que se hable de balanzas fiscales mientras vascos y navarros mantiene su feudo fiscal. Mientras ellos se rijan por normas distintas al resto, no hay comparaciones que valgan. Ellos van a Madrid a dar, el resto vamos a pedir. Ellos dan lo que dicen que pueden dar. Nosotros recibimos lo que nos dicen que nos pueden dar. Y así vamos, con unos desequilibrios galopantes, entre ellos y el resto, en cuanto a calidad de servicios públicos se refiere.
Ahora el Gobierno de Sánchez y sus secuaces la han tomado con Madrid. Le acusan de dumping fiscal y quizás no les falte razón. Pero el señor Rufián, que tanto empeño pone en estigmatizar a Madrid, también debería echar un ojo a los privilegios de vascos.