Embajada: Tigres y panteras
Las instituciones públicas, antes de adquirir las vacunas, deberían asegurarse de que la empresa proveedora cumple con la ley de igualdad y ha dado a las investigaciones visión de género.
Hay algo de lo que no se está hablando y de debería tenernos a todos muy preocupados: ¿alguien está comprobando que en los equipos de investigación de las vacunas del Covidi haya una auténtica paridad de género?, ¿existe el mismo número de investigadores que de investigadoras en cada uno de esos equipos?
Lo contrario sería intolerable. La ministra Irene Montero, nuestra vicepresidenta Mónica Oltra y sus respectivos equipos deberían estar investigando este asunto. Una vacuna desarrollada sólo, o mayoritariamente, por varones sería un atentado contra todas las políticas de igualdad que tanto esfuerzo y dinero nos están costando.
Quién sabe lo que puede haber detrás de una vacuna hecha sólo por hombres. Sería una victoria del machismo, que erigiría al varón como único valor seguro de las cosas realmente importantes. Una consolidación del patriarcado que situaría al macho como único garante de la salud pública y a la mujer como un mero objeto que necesita al varón para salvaguardar su vida.
Desde luego, las instituciones públicas, antes de adquirir las vacunas, deberían asegurarse de que la empresa proveedora cumple con la ley de igualdad y que ha dado a las investigaciones una visión de género. De no ser así, sería intolerable que un solo céntimo de dinero público fuese a parar a cualquiera de esas empresas farmacéuticas.
Esta sociedad postmoderna está separando cada vez más a los hombres y a las mujeres. Se empeñan en diferenciarnos tanto que, de seguir así, podríamos llegar a considerarnos especies distintas, incluso rivales; como los tigres y las panteras. Menos mal que a la hora de la verdad, cuando las cosas se ponen realmente difíciles, la sensatez se impone a la estupidez y la naturaleza al debate artificial. La vacuna es femenina, quizás porque tiene esa maravillosa propiedad de sanar al enfermo. Y a nadie le va a importar una higa ni un pito que la alumbre un hombre o una mujer.