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La normalización de la mentira

Es una de las grandes victorias del sanchismo. Nos han convertido la mentira en algo que no escandalice, y con ello nos están robando la democracia por la puerta de atrás.

Pedro Sánchez

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Una de las diferencias entre la dictadura y la democracia es que en democracia la mentira se denuncia, se castiga y se paga en las urnas. En una dictadura el poder puede decir y justificar lo que quiera, aunque sea falso, porque la propaganda oficial no admite discusión y los ciudadanos, bajo la presión del miedo, se limitan a decir ‘sí buana’ aunque en su fuero interno sepan que es falso.

En las democracias no. Uno miente y es castigado. Se castiga más una mentira que un error, porque la gente puede entender que te equivoques, pero no que mientas deliberadamente. Esto es así hasta que la mentira se hace tan presente, tan habitual, tan diaria, que la asumes como lo normal y sin darte cuenta te da igual que te meen encima y te digan que llueve.

Esta es una de las grandes victorias del sanchismo y sus aliados. La normalización de la mentira. Que les dé exactamente igual decir una cosa y la contraria en menos de 24 horas. Y, sin darte cuenta, te han robado una parte de tu libertad y de tu pensamiento crítico.

Pedro Sánchez es el personaje más mentiroso que ha pasado no ya por Moncloa, sino por los últimos años de la política española. Y la gente lo sabe. Pero sorprendentemente lo asume como parte del juego -ya saben, como todos los políticos mienten...- y no es que no lo penalicen, es que hasta lo aplauden. “Mira que listo y maquiavélico el tío, dispuesto a todo por el poder”, pensarán sus aduladores.

No hay día que no alucinemos con la nueva mentira que nos trae el sanchismo. Y lo hacen de forma tan natural, tan descarada, que la gente ni reacciona. Ayer mismo nos decían que el Gobierno no manda vuelos a la Península desde Canarias cargados de inmigrantes irregulares. Claro, es verdad, que todos hayamos visto a decenas de negritos bajando de aviones es porque el turismo entre Sudán y España está en pleno auge.

Esto en cualquier país crítico supondría una ola de leches en la prensa. Y más en esta época donde tenemos todo tipo de medios para contrastar una información. Pero no, todos callados, algún que otro editorial de Vicente Vallés de 30 segundos para cumplir y listo. Y el resto de la maquinaria mediática al servicio de Moncloa te harán creer que los negritos son turistas con su pasaporte y PCR. O peor aún que la manipulación, que sí, que vale, que el gobierno ha vuelto a mentir y se ríe en tu cara, pero al menos no es la ultraderecha, Franco y demás falsos fantasmas.

Nos han convertido la mentira en algo que no escandalice, y con ello nos están robando la democracia por la puerta de atrás. Eso explica que mentira tras mentira el PSOE no se deje ni un punto en las encuestas. Porque, total, da igual 20.000 que 60.000 muertos por Covid. La realidad y la verdad no importa denunciarla ni mostrarla. No importa que Sánchez tenga la hemeroteca más vergonzosa de dimes y diretes desdiciéndose de todo lo que dice porque, claro, “es lo normal”. O nos despertamos y decimos que no a que nos meen en la cara, o cuando estemos ya empapados será demasiado tarde.