Embajada: Poquito a poco
Pedro Sánchez ha escurrido el bulto y Salvador Illa va tan de sobrado que ha decidido dedicarle a la vacunación solo una parte de su tiempo.
Ordenar un confinamiento es relativamente sencillo, sólo hay que aprobar un decreto y dejar el resto en manos de la policía. Cosa bien distinta es organizar un plan para vacunación masiva. Ahí es donde un gobierno se juega su capacidad de gestión. Eso no se hace en un rato, desde la mesa del despacho del ministro o presidente autonómico de turno, rodeado de asesores cargos políticos pelotas y paniaguados que dirán amén a lo que ordene el jefe.
Para vacunar a la población hay que trazar un plan, buscar los medios humanos y técnicos para inyectar las vacunas. Asegurarse de que esos profesionales estarán capacitados para hacerlo y tendrán a su disposición los medios necesarios. Por último, habrá que organizar la movilización de millones de personas para que acudan el día y la hora indicadas a vacunarse; y prever los posibles fallos que pueda haber en el plan trazado. Todo eso implica un sinfín de reuniones, consultas y toma de decisiones. Hay que salirse del guion o, mejor dicho, parirlo. Y es ahí donde nuestros políticos hacen más aguas que un barco carcomido.
Este toro le viene grande a todos. Empezando por Pedro Sánchez que ha escurrido el bulto,
pasándole la pelota a los presidentes autonómicos. Siguiendo por el Ministro de Sanidad,
Salvador Illa, que va tan sobrado que ha decidido dedicarle a esto sólo una parte de su tiempo
para dedicar el resto a hacer campaña en Cataluña. Y siguiendo por los presidentes
autonómicos, en nuestro caso Ximo Puig, que a la vista de los datos andan más perdidos que
un preescolar ante una ecuación de segundo grado.
Así es que armémonos de paciencia y llenemos la despensa de tila, porque esto va para largo y va a poner a prueba nuestra paciencia y capacidad de controlar la indignación.