Cuando el alcalde de Valencia pierde la paciencia y reconoce por fin un error
Había disculpado el desfalco en la EMT, el procesamiento de Fuset, el hurto en el Palau de la Música, el playback de Galiana....hasta ahora
Tras casi cinco años y siete meses de mandato, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha reconocido un error y ha utilizado ese mismo vocablo para definir la cabalgata del día de Reyes. Por mucho que haya edulcorado lo ocurrido insistiendo en que no fue una cabalgata como tal.
El caso de Grezzi
Hasta ahora, el primer edil, hábil como pocos políticos en mantener prácticamente impoluta su figura, sin desgaste, no admitía fallos ni suyos ni de su equipo. Llegó hasta el punto de culpar a trabajadores del desfalco de cuatro millones en la Empresa Municipal de Transporte (EMT) en septiembre de 2019. Ni siquiera quiso señalar al por entonces gerente. Ni mucho menos al concejal responsable de la entidad, el controvertido Giuseppe Grezzi.
La defensa de Fuset
Después, cuando el también por entonces delegado de Cultura Festiva, Pere Fuset, renunció a su puesto en el gobierno -que no a su acta de concejal- en febrero de 2020 tras ser procesado por el accidente que acarreó el fallecimiento de un trabajador durante el montaje de gradas en la Feria de Julio, el alcalde se limitó a alabar a su edil. Destacó los "éxitos" en su cargo e incluso llegó a afirmar que Fuset "no provocó ese accidente ni directa ni indirectamente".
La sustracción de Tello
En septiembre, tras conocerse el hurto de 5.000 euros del despacho del director del Palau de la Música de Valencia y señalar la concejal de Recursos Culturales, Gloria Tello, a los trabajadores, el alcalde no solo no recriminó la actitud de su edil ni su gestión, sino que zanjó el tema afirmando que no le parecía "exagerada" la cantidad sustraída.
El playback de Galiana
Ese mismo mes Joan Ribó tuvo que afrontar otro fallo de su grupo que, en este caso, alcanzó el rango de mofa nacional. Lo protagonizó el sustituto de Fuset al frente de Cultura Festiva, Carlos Galiana, al realizar una esperpéntica pantomima por su parte, ya que no hablaba, aunque parecía que lo hacía con perfecta dicción en inglés. De la defensa de la candidatura de Valencia a capital europea de la innovación quedó ese minuto de desdoro de Galiana. Días después, ante el nivel del ridículo, reconoció el fallo. Ribó, entonces, se limitó a decir más o menos que el edil ya había hablado, sin querer ahondar más.
Poco más de un trimestre después, el alcalde ya no se ha mordido la lengua. Con una sociedad agotada por la pandemia y en plena alerta sanitaria, el apiñamiento de cientos de personas para ver pasar a los Reyes Magos ante el ayuntamiento de Valencia ha despertado un clamor de quejas. Y Ribó, baqueteado político, sabe que la paciencia del electorado tiene un límite, por mucho que quien gobierna en demasiadas ocasiones considere que la puede estirar sin que se rompa.
Actitud inusual del alcalde
El alcalde, nada dado a reconocer fallos y más predispuestos a que sean los propios concejales quienes apechuguen con sus actos, ha dado un paso al frente. Y si lo ha hecho es porque considera que ya se ha sobrepasado una frontera moral, que se ha llegado a un punto en el que o interviene o puede que no haya retorno para su coalición compromisaria, con una oposición que aprieta y con un partido asociado de gobierno, el PSPV-PSOE, cada vez más distanciado. También porque sabe que tiene más credibilidad y disculpa una admisión del fallo por su parte que si partiera de los labios de un desgastado Galiana.
En cualquier caso, si el alcalde ha utilizado públicamente el término "error" al celebrar esa cabalgata -en la que llevaba meses insistiendo el delegado de Cultura Festiva- o su remedo, a saber qué palabras ha empleado internamente, en el grupo, para referirse a lo ocurrido y a las responsabilidades de Galiana.
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