Los arquitectos cargan contra la directora de Patrimonio por el 'caso Agrónomos'
La asociación de arquitectos Edilicia lamenta la falta de sensibilidad con el patrimonio arquitectónico moderno tras la demolición de la Escuela de Agrónomos de Valencia.
La reunión convocada por Edilicia, la asociación de arquitectos para la promoción del patrimonio arquitectónico, que auspició el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana (COAV) que preside como decano Luis Sendra, se celebró ayer por streaming con importante participación.Con el título “Valores patrimoniales de la antigua Escuela de Agrónomos”, el presidente de Edilicia, el arquitecto y académico de Bellas Artes, Álvaro Gómez Ferrer inició la sesión sin ocultar un visible disgusto por las demoliciones.
Diversos expertos, buenos conocedores de la obra de Fernando Moreno Barberá, coautor del proyecto original, y relacionados con Docomomo defendieron los valores intrínsecos de la obra, mientras repasaban episodios interesantes de la arquitectura de la época y las principales influencias de la misma. Las notas biográficas del arquitecto y sus impotantes relaciones con Valencia, explicadas por Javier Domínguez, incluyeron su parentesco directo con dos notables valencianos, la alcaldesa Rita Barberá -que fue elogiada públicamente- y el arquitecto, Mestre de l'arquitectura valenciana, catedrático y segundo director de la Escuela de Arquitectura tras su fundador Román Jiménez, Miguel Colomina Barberá.
Lo que también provocó la reivindicación de su socio en este proyecto en particular, el valenciano Tano Borso de Carminati, autor del Rialto en el que intervino luego cuidadosamente Cristina Grau, de Bombas Gens en la que ha trabajado para su reconversión en Museo Ramón Esteve, o un excelente edificio modernista en la avenida Maissonave de Alicante, de indiscutible importancia entre la arquitectura valenciana.
La periodista política
Desde planteamientos disciplinares o conceptuales, hasta estrategias concretas de intervención, y la búsqueda de propuestas que hacer a la administración a “toro pasado” (puesto que las demoliciones se han consumado en su totalidad mientras esta mesa redonda se estaba produciendo), el denominador común fue una crítica generalizada a la Dirección General de Patrimonio y a su responsable -sin nombrarla en ningún momento- Carmen Amoraga. La demolición de Agrónomos es por el momento lo más destacado en la gestión política de la periodista.
Al desmantelamiento de su estructura técnica especializada (apenas hay ahora, dijeron, profesionales expertos en la materia dentro de su estructura) se suma una evidente falta de sensibilidad por el patrimonio arquitectónico moderno. “Los responsables de velar por el patrimonio valenciano le ponen la puntilla …” se llegó a oír de boca de uno de los ponentes … (en castizo: el zorro guardando el gallinero).
Declaración de urgencia en el Clínico
También salió a colación, naturalmente, la necesaria ampliación del Hospital Clínico, en la que todos coincidieron, y la recientísima Declaración de Urgencia, que permite soslayar la legislación urbanística en su conjunto. Calificada de justificación in extremis -y algún comentario de fina ironía- se anuncia como la constatación del grave error cometido y la manera de resolverlo sin admitirlo. Con ciertas dosis de cinismo y prepotencia.
Durante la sesión, coordinada por Vicent Casañ en nombre de Edilicia, se llegaron a pergeñar recomendaciones o posible soluciones alternativas de carácter urbanístico, que serán tratadas en posteriores convocatorias con la intención de ofrecer a la Generalitat una solución integral.
El mal, que uno de los arquitectos que viene siendo más crítico con las demoliciones llegó a calificar como menor, está hecho y es irreversible. El malestar generalizado entre arquitectos y defensores del patrimonio valenciano, también.
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