La economía de la comarca respira: Cofrentes seguirá en activo hasta 2030
El cierre de la central nuclear eliminaría alrededor 700 empleos directos y 800 indirectos.
El pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) informó este miércoles de la resolución favorable de la solicitud de renovación de autorización para explotación de la central nuclear de Cofrentes (Valencia) hasta 2030, concretamente hasta el 30 de noviembre de ese año. No obstante, el dictamen emitido incluye nueve límites y condiciones, acompañados de cinco Instrucciones Técnicas Complementarias (ITC), a los que quedará sometido el funcionamiento de la instalación -que gestiona Ibedrola- en este nuevo periodo.
Bajo la premisa del calendario pactado entre el Gobierno e Iberdrola, la central pondría fin a su actividad en 2030, en línea con la intención de cerrar todas las centrales nucleares españolas. De este modo, las labores de desmantelamiento de la central están previstas para 2027; este año comenzarán los trabajos para preparar el desmantelamiento que podría durar alrededor de 16 años.
La petición de renovación de la explotación de la central nuclear de Cofrentes por 9 años más, hasta ayer miércoles se encontraba a la espera de la decisión del Gobierno y, además, se enfrentaba a la negativa de los dirigentes del PSPV, Compromís, EU, Podem y ERPV. Una actitud totalmente distante a la de las poblaciones de los municipios de Valle de Ayora-Cofrentes, quienes apoyan la continuidad de una planta que proporciona más de 1.000 empleos.
Influencia económica en la zona
En este caso, la nuclear se presenta como un motor importante para la economía de la zona rural en la que se ubica, con alrededor de 700 empleos directos de larga duración en la central y unos 800 empleos indirectos en la zona de influencia como son los siguientes sectores; hostelería, transporte, restauración, albañilería... Además de generar multitud de puestos de trabajo, la CN Cofrentes es una fuente de ingresos para las familias de la zona ya que estas alquilan sus viviendas a trabajadores especialistas que llegan a la central cada dos años con motivo de la parada del reactor planificada cada 24 meses para la recarga de combustible; durante este periodo el número de trabajadores se incrementa para la realización de actuaciones de mantenimiento, inspecciones y pruebas.
Bajo esta premisa, los habitantes y alcaldes de esta zona han defendido hasta el momento la prórroga de su vida útil de una pieza clave de su economía. Los ciudadanos temen por las consecuencias económicas que el cese de su actividad podría causar y que se verían incrementadas por los estragos de la Covid-19. Ante la posibilidad de posible cierre que rondaba sobre el valle, señalaban la necesidad de planes de inversión para la dinamización del territorio de influencia. Se trata de una reivindicación que pierde fuerza con el resultado favorable de la prórroga, pero que no desaparece.
El interrogante sobre cómo se desmantelará la central y cómo se hará frente a los efectos de este cierre cobrará protagonismo cuando se acerque el momento.
En esta línea, cabe destacar el importante papel de la central nuclear de Cofrentes, a nivel de la Comunidad Valenciana y de España. Esta planta cubre un tercio de la demanda eléctrica en la Comunidad Valenciana y se trata de una de las fuentes más contrayentes a la producción de energía eléctrica a nivel nacional, situándose en 2020 en un 22%. Asimismo, desde la central destacan el trabajo ininterrumpido, en un año crítico como fue el 2020.
La oposición
La negativa de estos partidos políticos se ha visto reforzada por las reclamaciones de los movimientos ecologistas y otras entidades como "Tanquem Confrents", que exigen el cierre de unas instalaciones que están en funcionamiento desde 1984. La oposición nuclear sostiene que prolongar su vida útil de esta central "vieja y sin garantías" sería "una amenaza para la seguridad de las personas y del medio ambiente".
Además, entre sus argumentos para el cese, puntualizan el elevado consumo de agua, la falta de espacio y el gasto que suponen la gestión de los residuos radiactivos, y el obstáculo que supone en la implantación de las energías renovables.
Sin embargo, y en contra de estos argumentos, desde la central defienden que desde el inicio de su funcionamiento no se ha dado ningún tipo de acontecimiento en el que la vida de las personas estuviese en peligro. Asimismo, destacan que la CN Cofrentes evita la emisión anual de alrededor de 5 millones de toneladas de C02 a la atmósfera realiza análisis de más de 1.000 muestras de aire, agua, alimentos, suelos... del entorno cada año, para controlar su actividad.
De igual modo, este tipo de plantas están sometidas a estándares y regulaciones nacionales e internacionales que miden y controlan aspectos como la producción de la central, la seguridad laboral, la protección radiológica... De esta manera, el funcionamiento de las instalaciones pasa por inspecciones periódicas que garantizan la correcta actividad y que, en el caso de Cofrentes, han situado a la central entre las 50 mejores a nivel mundial.
Para hacer frente a la superación de su vida útil, que tiene marcado como límite el año 2024, ENRESA tiene previsto iniciar el suministro de los contenedores para almacenar los residuos de la central durante el primer trimestre de este año que posteriormente serán depositados en el almacén temporal (ATI) -cuya obra civil está terminada-. Asimismo, la instalación estará operativa y dispuesta desde el segundo trimestre de 2021 para hacer frente a la próxima recarga de la central, prevista para finales de año.