Embajada: Sí, la libertad de expresión tiene límites
Resulta intolerable que quienes quieren enchironar a quienes hablen bien del franquismo, exijan la libertad de quien, con melodía o sin ella, hace apología del terrorismo.
Los derechos humanos son como los mandamientos de la Ley de Dios, van por orden jerárquico. El segundo está supeditado al primero, el tercero al primero y al segundo y así sucesivamente. El de libertad de expresión, junto con el de libertad de opinión, está en el puesto vigésimo y por tanto queda supeditado a los diecinueve que le preceden (en realidad son diecisiete porque los dos primeros apelan a la condición humana y no son propiamente derechos). Entre ellos, como no, el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad personal. Ese es el contexto en el que hay que enmarcar la discusión sobre los límites de la libertad de expresión.
El arte no está al margen de esta consideración. La tan manida libertad de creación también tiene sus límites, por mucho que eso irrite a los artistas. Sino, podría darse el caso de un zumbado saliese a la calle con una escopeta, se liase a tiros con el primero que pasase y argumentando que esa es su creación artística, quedase libre de cualquier castigo. Sin llegar a ese extremo, lo que sí estamos acostumbrándonos a ver es que un cualquiera diga las barbaridades que le dé la gana poniéndole una melodía y pretende así quedar impune.
Imaginemos que tipo ensalza la figura de Hitler. La Justicia se le echaría encima. Su camarada, viendo el resultado, decide hacer la misma alabanza del nazi pero cantándolo por bulerías, ¿acaso la pena del segundo deber ser menor que la del primero, porque debemos entender que es un artista ejerciendo su derecho de creación?
El debate es complejo, no tanto por el fondo como por la forma: ¿quién decide cuándo alguien ha antepuesto el derecho a la libertad de expresión sobre los que le preceden en el orden jerárquico?
En cualquier caso, lo que resulta intolerable es que quienes quieren enchironar a quienes hablen bien del franquismo, exijan la libertad de quien, con melodía o sin ella, hace apología del terrorismo o sugiere la conveniencia de pegarle un tiro a alguien.