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El cotizado espacio de Cs que cambia las posiciones de todos los partidos

Tanto PSOE como PP, e incluso Unidas Podemos y Vox, saldrían ganando si el partido que presidente Inés Arrimadas desapareciera de la oferta política

Martínez Almedia, Pablo Casado y Díaz Ayuso.

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H. G.

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Imaginemos un ascensor atestado de gente, aunque en esta época pandémica resulte más difícil de visualizar. Se detiene en un piso y una de las personas, justo la que se situaba en medio, se baja. El resto rápidamente adapta sus posiciones, bien para ocupar ese espacio que ha quedado vacío, bien para expandirse hacia el que estaba alguno de sus compañeros de ascensor que se ha movido. Todos salen beneficiados.

En la competición política ocurre igual. La desaparición de un grupo sirve para que otros se lancen a por su nicho de votos. En la práctica, les da una oportunidad para aumentar su clientela, como en cualquier mercado cuando quiebra un competidor. El número de escaños siempre resulta limitado, y cuanto menos se lo tengan que repartir a más pueden tocar.

Y en el vertiginoso panorama político actual Ciudadanos, con su autoflagelante maniobra de Murcia, ha permitido alimentar la voracidad de las dos grandes formaciones (las más poderosas) que tiene a diestra y siniestra, que aspiran a, simplemente, que desaparezca. El PP, para reforzar su eterno sonsonete de partido de "centroderecha" o su mantra de "unificador del centro", y el PSOE para, sin renunciar a su autocomplaciente mensaje de que es de "izquierdas", captar a electorado de centro huérfano que considera al PP efectivamente de derechas. Y que puede inclinarse por el caballo ganador, que en la actualidad es el socialista.

Por tanto, ya sea embaucando a Ciudadanos para una moción de censura frustrada en Murcia (el PSOE) o adelantando elecciones en Madrid para exterminar y absorber los despojos del grupo parlamentario de Cs (Madrid), los dos colosos políticos españoles están maniobrando para que el partido que preside Inés Arrimadas desaparezca. Sin más. Y ahora ven que puede haber llegado el momento de darle la puntilla. Una vez fuera del escenario, ya será cosa de solamente de dos ocupar ese espacio.

Pero el usufructo de laminar a Ciudadanos no recae únicamente en PP y PSOE, cada uno con su estrategia pero ambos con el puro objetivo mercantil y electoral de ampliar su espectro y sumar más escaños en las próximas elecciones con los que engordar sus estructuras y amplificar su poder. El resto también sale ganando. Como los ocupantes del ascensor.

Ahora Podemos está arrinconado a la izquierda, ya que el PSOE lo ha escorado ocupando el segmento más amplio de votantes de esta franja ideológica (ya sea por convicción o por moda). Pero si el Partido Socialista se desplaza explícitamente al centro, la formación de Pablo Iglesias, en su absorbente amalgama con la IU de Alberto Garzón, tiene una oportunidad para reivindicarse como guardián de las esencias de la izquierda y recuperar votante perdido a manos del PSOE. Incluso a Compromís, en la Comunidad Valenciana, le beneficia en esa misma línea de reivindicar su izquierdismo e incluso cierto nacionalismo que el PSPV, como partido atrapalotodo que es, le arrebata.

Lo mismo ocurre por la derecha con Vox, si el PP se orienta hacia el centro y puede imponerse la vitola de centroderecha arrebatando votantes y cargos (como el caso de Lorena Roldán en Cataluña) a Ciudadanos, Vox tiene la opción de reivindicarse como derecha, aunque el partido que preside Santiago Abascal rehúye esas etiquetas clásicas. En cualquier caso, podría transmitirlo así al electorado y ocupar parte del hueco que quedara si Cs no estuviera y el PP se desplazara hacia el centro. Podemos y Vox dispondrían de la oportunidad de salirse del extremo puro.

Todos ganan, aunque sea la formación de Pablo Casado quién más explícito haga su intento de anexión sobre la base de esa frase que no porque la repita mucho tiene por qué ser cierta de "unir al centroderecha" y de atribuir los triunfos de José María Aznar y Mariano Rajoy a haber logrado ese objetivo.

Simplifica el enunciado y no dice que las victorias de ambos se debieron al desgaste del rival socialista -con quien habían perdido anteriormente- (Felipe González Márquez y José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente) y a la crisis económica que acompañó el final de sus mandatos. Porque quien gana se beneficia de los errores del contrincante que gobierna. Lo hace, en la práctica, por la erosión de este. Pedro Sánchez lo logró con un PP descabezado y sumido en casos de corrupción.

En cualquier caso, esa pugna abierta entre los dos grandes ya vendrá luego. Ahora lo que intentan es desalojar del ascensor de la política española al partido de Inés Arrimadas que, no lo olvidemos, sigue dentro.

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