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House of cards valenciano: María Consuelo Reyna y el poder más decisivo

Repaso a los entresijos de los años de franquismo y transición en que "el poder fáctico más decisivo de la ciudad" estuvo al frente del periódico decano de la Comunidad Valenciana

María Consuelo Reyna, directora de Las Provincias hasta 1999

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House of Cards o Newsroom son series que se centran en política y en las que juega un papel importante la relación de cargos públicos con periodistas y medios de comunicación. Si saltamos a películas, nos encontramos con títulos icónicos de la labor periodística y su vinculación con el poder, como Primera Plana o Los Archivos del Pentágono, por citar únicamente algunos ejemplos.

En cambio, si quisiéramos ahondar en una historia real y ceñirla al ámbito de la Comunidad Valenciana podríamos leer la tesis doctoral de la historiadora Ana María Cervera Sánchez, que ha plasmado en el libro ´Las Provincias y María Consuelo Reina´, obra que lleva el tan sugerente como certero subtítulo de ´Liderazgo y poder en tiempos de cambio (1966-1982)´.

El trabajo nos sitúa en un contexto diferente del actual, en el que la prensa impresa marcaba con firmeza los acontecimientos y hacía recular a los responsables públicos con unas tiradas muy superiores a las presentes. Nos ubica en una época de transformación social, con un franquismo viviendo sus últimos estertores y una ciudadanía que presentía, y en muchos casos anhelaba, cambios.

Y lo hace desde la perspectiva de una cabecera, Las Provincias, que supo colocarse a la vanguardia de esos sentimientos de renovación gracias a la visión de una subdirectora que no estaba predestinada para ese cargo (un fatídico accidente de uno de sus hermanos la condujo); aunque se había preparado con sus estudios en Periodismo y en Ciencias Empresariales para acometerlo de la mejor manera posible.

El libro relata, con la recopilación de múltiples testimonios, cómo el despacho de una veinteañera María Consuelo Reyna, la subdirectora (posteriormente directora) aludida, se convertía en punto de encuentro de personajes del abigarrado espectro político valenciano y nacional. Cuenta la influencia del profesor Manuel Broseta, asesinado por ETA en 1992; la cercanía con un grupo de jóvenes profesores de Economía, como Vicent Soler y Aurelio Martínez, que hoy forman parte del sanedrín del president Ximo Puig, o la sorprendente proximidad -que luego se convertiría en inmensa distancia- con el presidente de ACPV y promotor cultural pancatalanista Eliseu Climent.

Y así podemos leer muchas más escenas y situaciones que con la trayectoria posterior de María Consuelo parecen inverosímiles. Además, y sobre todo para los apasionados de la simbiosis entre comunicación y política, podemos comprobar el peso que tenía la columna de la directora. "Cada dia, al matí, a les 9, el que deia Consuelo no es que anava a missa, no, és que ningú podia eixir-se´n", cita literalmente la autor del aludido Eliseu Climent. Incluso lo intercala con una conversión con quien fuera longevo presidente de la Generalitat y actual senador por el PSOE, Joan Lerma, quien rechazaba su propuesta (la de Climent) aduciendo que "no podem fer-ho perquè la columna de Consuelo dirà...".

Lo que decía Consuelo no es que fuera a misa, no, es que nadie podía salirse de ahí, afirmaba Eliseu Climent en conversación con el ex presidente de la Generalitat Joan Lerma

Su columna, que alcanzaba el cénit con ese contundente final al que denominaba ´La Gota´, destacaba por su carácter directo, claro, llano, con nombres y apellidos de la persona a la que reprobaba. Sin giros literarios ni florituras. "Yo reconozco que no he escrito bien en mi vida, pero tampoco lo he pretendido. Decían "destrozas la sintaxis", pero me entendían. Yo no escribo para que me interpreten. Yo escribo para la mayoría de lectores de un periódico regional que no es Le Monde ni Le Monde Diplomatique, sino un periódico normal de provincias, y debo conectar con el lenguaje de su público", explica la propia María Consuelo Reyna en el libro.

Además de su estilo directo, de las reuniones con políticos que acudían a su despacho y que recogen a los principales referentes de esa década de los 70 del siglo XX que metamorfoseó España, la obra de Ana María Cervera ahonda en cómo fue forjándose en Madrid el carácter de la posterior directora de Las Provincias. En la capital estudió Periodismo a pesar de que sus padres hubieran preferido que se inclinara por Farmacia. Una postura curiosa teniendo en cuenta que María Consuelo Reyna pertenecía a la quinta generación propietaria de Las Provincias.

Compartió aula con Martin Ferrand, José Luis Balbín o Pilar Salcedo. Se graduó con una memoria sobre prensa juvenil y se curtió en la agencia Sapisa, precursora de Colpisa. Como dato específico, se encargó de la sección de Música, algo que también hizo en sus inicios en Las Provincias, donde en 1972 ya ocupó la subdirección sustituyendo a Vicente Badía, que se jubiló.

"El único baluarte de oposición al franquismo era Las Provincias. Por ahí pasábamos todos", recuerda Vicente Navarro de Luján, que coindice con Dionisio Vacas

Desde el principio sirvió de apoyo a los movimientos contrarios al franquismo. "El único baluarte de oposición era Las Provincias. Por ahí pasábamos todos", recuerda Vicente Navarro de Luján, dirigente de UCD en sus tiempos, en una impresión que coincide con la recogida también en este libro con Dioniso Vacas, artista, militante del Partido Comunista, preso político en el franquismo y promotor de una histórica huelga en 1958.

Reyna (aunque en el ámbito social valenciano siempre ha sido, simple y elocuentemente, María Consuelo, o incluso Consuelo), emerge como pionera en múltiples facetas: por ejemplo, la de ser la primera mujer subdirectora de un periódico en una época en que únicamente había referentes femeninos al frente de revistas dirigidas exclusivamente a mujeres. Este hecho, y su ascendencia familiar en la empresa, le valieron reproches o una falta de credibilidad que pronto refutó con sus jornadas incansables de trabajo y con una reforma de contenidos que impulsó, por ejemplo, una sección de opinión que buscó fortalecer con firmas como las de Joan Fuster, entonces colaborador de La Vanguardia, Vicent Andrés Estellés, o el antes citado Broseta.

Poco a poco se fue convirtiendo, como explica el periodista Juan José Pérez Benlloch en esta obra, en "el poder fáctico más decisivo de la ciudad. Un prodigio". El actual conseller de Hacienda, Vicent Soler, tampoco escatima en palabras de reconocimiento. "Tuvo un papel muy positivo, porque cada vez más mantenía relación con gente muy diversa de la oposición franquista, de toda condición", indica el actual responsable de las cuentas de la Generalitat.

"Los medios han de cuidar la conexión con los lectores. Si se pierde, los lectores van a la suya y los medios de comunicación pierden la influencia sobre la ciudadanía. Y sobre los políticos".

María Consuelo, ya con la mirada puesta en el pasado, en esos 27 años de dirección de Las Provincias, la resta importancia. "Nunca he sido consciente de tener poder; lo tenía el periódico", declara, para insistir en un hecho capital para un medio de comunicación, tanto del siglo XX como del XXI, "la necesidad de cuidar la conexión con los lectores. Si se pierde, los lectores van a la suya y los medios de comunicación pierden la influencia sobre la ciudadanía. Y sobre los políticos".

Su epitafio, cuando fue destituida en 1999 por disputas intestinas de la empresa, bien podría ser la frase que cita la autora de la tesis atribuida a un artículo publicado en el diario El País y redactado por Miquel Alberola. "Ningún personaje contemporáneo ha convulsionado tanto Valencia -y por ser este el epicentro de un territorio, también el resto de España- como esta periodista agria", afirma.

"Ningún personaje contemporáneo ha convulsionado tanto Valencia -y por ser este el epicentro de un territorio, también el resto de España- como esta periodista agria", según Alberola

María Consuelo Reyna sentó cátedra por su forma de trabajar, su estilo directo, de ejecución inmediata y, en demasiadas ocasiones, displicente con su entorno laboral, aunque eso ya forma parte de la memoria de los miles de periodistas que, de un modo u otro, han estado bajo sus órdenes. Para el resto, para la sociedad, para el lector de Las Provincias de entre 1970 y 1999, queda el recuerdo de una periodista que marcó una época, que convirtió al diario en referente social, y que incluso logró, con su influencia, cambiar Valencia.

Ayudó a la transformación postfranquista, desde luego, pero también evitó, con sus artículos en contra, que se construyera una autovía en el cauce del río Turia o que fueran destruidas las dunas de El Saler. Un legado de primera magnitud que atañe directamente a las nuevas generaciones de valencianos y que determina la historia de la ciudad.

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