A vueltas con las pensiones
Tenemos el gran reto de abordar reformas de calado para que los jóvenes podamos contribuir toda la vida y devolver parte a nuestros mayores
Otra vez, como cada ocasión que se produce una tensión económica en los indicadores públicos, las pensiones y el sistema de contribución a la Seguridad Social saltan a la primera plana de los medios informativos. Sin poder abordar con la complejidad que se requiere este asunto en un mero artículo de opinión, si vamos a intentar esbozar cuáles deben ser las principales piedras angulares sobre las que pivote el sistema futuro de pensiones.
Por todos es sabido como funciona el sistema de pensiones español. Los trabajadores en activo cotizan cierta cantidad a la Seguridad Social que, con todo ese dinero, abona las prestaciones correspondientes toda vez se reúnan los requisitos para jubilarse. A día de hoy el sistema se articula básicamente en 5 principios que son: principio de reparto, principio de proporcionalidad contributiva, principio de universalidad, principio de gestión pública y principio de suficiencia de las prestaciones.
El derecho a las pensiones en España se configura a través de lo que se conoce como “Caja Única” donde todos los trabajadores contribuyen al sostenimiento global del sistema. Esto parte de la base de la conocida como solidad intergeneracional. Esto quiere decir, de manera simplificada, que en los términos en los que está planteado el sistema actual de pensiones este no puede funcionar. Pero no lo hace por un mal diseño si no por su obsolescencia.
Para que el sistema actual funcionare debería haber más trabajadores activos que número de pensionistas y, sobre todo, las cotizaciones de estos trabajadores deberían ser altas para poder financiar el conjunto de prestaciones. Sin embargo, en un tejido económico con altos niveles de precariedad y bajo salario es imposible aguantar el ritmo. Para ello es necesario abordar una reforma en conjunto del sistema de pensiones que pivote en 3 pilares fundamentales y que permita que se articule un sistema público y de calidad.
El primer gran bloque de medidas deben ser aquellas encaminadas a favorecer la inclusión de trabajadores jóvenes en aquellos sectores de mayores retribuciones. Por mera evolución laboral es común que los salarios más altos se encuentren entre personas más longevas dado su vínculo con la empresa y su “know-how”.
Es imprescindible que las empresas se comprometan con la reposición de estos empleos por trabajadores más jóvenes que sumen, en conjunto, los salarios de aquellos que se jubilan. El Estado, para permitir a las empresas que compitan contra esta bajada de productividad lógica, debido a la pérdida de conocimiento que se produce, podría articular medidas como la distribución de “cheque directo indemnizatorio a la empresa” y no al trabajador, como se está planteando actualmente. El motivo es básico: no retrasar más la entrada de trabajadores jóvenes al sistema laboral. Esto es, siempre y cuando, el empleador se comprometa a aumentar la tasa de reposición de empleados en una proporción mínima de 1 jubilado a 2 nuevos trabajadores y siempre contando con personas de menos de 35 años que garanticen largas curvas contributivas.
Un segundo pilar serían aquellas medidas encaminadas a mitigar los problemas ocasionados en aquellos sectores donde más intensivo es el trabajo: albañilería, agricultura, camareras de piso… Es decir, todos aquellos sectores que son intensivos en mano de obra tienen que gozar de situaciones preferentes a la hora de la jubilación, como puede ser una edad de jubilación más temprana. En este caso los salarios, por norma general, son más bajos que los del primer grupo por lo que el Estado en vez de paliar con ayudas directas debería provocar beneficios fiscales a las empresas vía deducción en el Impuesto de Sociedades toda vez garanticen una tasa de reposición 1 a 1. Esto guarda cierta lógica si entendemos que en el primer caso más que se aporta a la Caja Única y en este caso lo que se busca es no perder.
Por último, se deberían generar nuevas figuras de cotización que pivoten acerca de la robotización de las cadenas de producción. Fruto de la transición tecnológica y de la incorporación de la robótica a las cadenas de producción se está prescindiendo de muchos trabajadores sustituidos por máquinas. Esto, que sin lugar a dudas no puede ser un obstáculo a la productividad empresarial, ha de contribuir para paliar los efectos y permitir que las sociedades avancen hacia un mejor nivel de vida.
En conclusión: el sistema no funciona por ser inoperante; lo hace por obsoleto. Como todas las cosas está vivo y tenemos el gran reto de abordar reformas de calado para que los jóvenes podamos contribuir toda la vida y devolver parte a nuestros mayores. Garantizar que en el futuro los más benjamines tendremos acceso a pensiones es fundamental para construir unas instituciones sólidas y confiables.
*Licenciado en Economía y Funcionario Habilitado de Carácter Nacional