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Control a Puig: Ayuso se infiltra en Les Corts pero la libertad no aparece

En tan sólo media hora de debate en la sesión de control a Puig se ha podido escuchar hasta en ocho ocasiones el lema de campaña de Ayuso ‘Comunismo o libertad’.

Sesión de control en Les Corts

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El ‘efecto Ayuso’ logra introducirse en el parlamento valenciano para monopolizar una sesión de control al gobierno del Botánico con continuas referencias a las elecciones de Madrid. En tan sólo media hora de debate se ha podido escuchar hasta en ocho ocasiones el lema de campaña de Ayuso ‘Comunismo o libertad’. Si una cosa tenían bien clara desde la oposición, esa era, sin duda, que debían hacer frente a la gestión comunista del tripartito valenciano para salvaguardar los intereses de la Comunidad. Ahora bien, cuando se empleaba el concepto de libertad cada grupo hacía su propia interpretación. En cualquier caso, todos compartían la tesis de que las políticas del jefe del Consell y sus socios se reducen a prohibiciones y restricciones que se acaban traduciendo en una limitación de las libertades generales.

Precisamente, la primera en intervenir ha sido la portavoz de los Populares, Isabel Bonig, que acudía al hemiciclo tras anunciar el pasado lunes que no optaría a reelección como presidenta del Partido Popular de la Comunidad. Una circunstancia que no le ha impedido mantener su espíritu reivindicativo para exigir un balance “serio” sobre la primera mitad de la legislatura del presidente Puig. Con la intención de facilitar las cosas, la síndica del PP ha querido desmarcarse de lo que califica como “ximoanuncios”, o promesas incumplidas de Puig, para ponerle ante el espejo de la realidad. Una realidad que para Bonig ha consistido en una persecución y ataque continuado a la libertad judicial, empresarial, educativa, mediática… En definitiva, ha retratado un panorama desolador cuya solución pasa por elegir entre dos alternativas, una buena y la otra mala: “Comunismo o libertad”. O lo que es lo mismo “Ruina o prosperidad”. Sí, ruina porque el único ‘logro’ que según Bonig habría conseguido Puig es el de imponer sus ideales y la de sus socios, además de espantar la inversión durante los seis años que ha estado al frente del ejecutivo valenciano. Asimismo, ha desmantelado los tres ejes que han vertebrado el gobierno socialista: el cambio de modelo de financiación, la transparencia y el fortalecimiento del estado del bienestar. Todas ellas incumplidas por su “rendición” a Sánchez, las irregularidades en las ayudas a su hermano, la negativa a las comisiones de investigación, los 3.300 millones de deuda pública, los 281 millones de IVA sin exigir al Gobierno central, la subida de impuestos, los datos del paro o los 240 nuevos altos cargos asignados, entre otras cosas.

Sin embargo, el espejo de la realidad ofrecido por Bonig no debe ser el mismo que el del presidente de la Generalitat. “Ese paisaje catastrófico no es cierto”, denunciaba. Para Puig, la realidad le sugiere que, a pesar de la situación de la pandemia, todos los indicadores siguen siendo mejores que cuando gobernaba el PP en 2015. La clave, puntualiza, ha sido la de gobernar “con libertad pero sin ira”. Así, se enorgullece de haber puesto punto y final a una etapa de corrupción, recortes de las políticas sociales y privatización de la sanidad.

Por parte de Ciudadanos, la debacle sufrida en las elecciones madrileñas les ha obligado a retomar la campaña allá donde Edmundo Bal la dejó. Es por ello que también se han referido a la libertad, pero a una libertad basada en el derecho de los ciudadanos a poder contrastar proyectos políticos en debates públicos sin vetar a ningún partido porque, para su portavoz, Ruth Merino, vetar a Vox es castigar a los valencianos. Y por seguir con la regla de tres que aplica el PSPV, también les ha recordado que el Sanchismo se apoya en “herederos de ETA que no han condenado el terrorismo”. Así, sostienen que la solución debe pasar por dejar de señalar a periodistas que dicen verdades diferentes a las del Gobierno y mantener vivo un diálogo que costó conseguir durante la Transición ya que, de lo contrario, asegura que el PSOE estaría contribuyendo a crear un relato que provoca odio y crispación social. “Todo esto lo podemos esperar de sus socios pero no de su partido, que cada vez se parece menos al de los socialistas de la Transición”, ha expuesto Merino en su intervención.

¿Habrá puesto en cuestión la plenitud de la democracia?. Esa es la pregunta que se ha debido hacer Puig al escuchar la intervención y por la que rápidamente ha defendido la separación de poderes y la independencia de los mismos. Por si no se hubiese hablado suficiente de la libertad, también ha remarcado que cada grupo parlamentario es libre de decidir cómo luchan contra la “intolerancia” de la extrema derecha. Por su parte, sostiene que hay que ser intolerantes frente aquellas ideas que atacan la dignidad de las personas y recuerda que lo contrario a la polarización no es la equidistancia.

El grupo VOX, a través de su portavoz, Ana Vega, también se ha unido al resto de partidos de la oposición clamando por la libertad, pero una libertad basada en la libre circulación tras un Estado de Alarma que califican de inconstitucional. Y va más allá. Vega sostiene que su grupo ha sido el único que se ha mantenido firme en la defensa de la Constitución a través de los tribunales y las vías políticas pertinentes.

Por otro lado, ha exigido explicaciones por el “hachazo” sobre el personal sanitario en un período de vacunación masiva y con la incertidumbre de la variante india. “¿A quién va a culpar por el recorte del personal y las muertes que puede conllevar? ¿A Trump, a la extrema derecha, a Madrid…?”, insistía Vega. Aunque ella misma le ha ofrecido una respuesta: a cualquiera menos a su consellera Ana Barceló. Y es que para Vox, la consellera habría aprovechado la pandemia para imponer una “república bananera” en la Comunidad Valenciana. Para finalizar, ha mandado un mensaje directo a Pablo Iglesias: “Cuando el barco se hunde las ratas son las primeras en caer, y Pablo Iglesias se ha ido como un llorón”.

Con todo, Puig se ha mostrado sorprendido por la capacidad de insultos por minuto y ha insistido en que su objetivo es el de salvar vidas, por mucho que se pretenda volver a la normalidad lo antes posible. De modo que ha garantizado una “arquitectura institucional” para contener la pandemia tras el fin del Estado de Alarma.