La honra de Isabel
Ahora estamos en tiempos de Isabel en Madrid y en Valencia, y en tiempos de mestizaje, cabría pensar que ambas, Ayuso y Bonig, encarnan idénticas estructuras fundamentales.
Hoy les propongo una pausa en ese bestiario del que me vengo ocupando y en el que el valenciano Ábalos, auténtica bestia parda, espera turno, para escapar temporalmente de la pesadilla de lo que he oído llamar banda de Sánchez a un antiguo y digno dirigente socialista.
Uno, que se confiesa esteta, más por su cultivo que por su manifestación, no puede dejar pasar una ocasión, que no sólo por su excepcionalidad, sino fundamentalmente por su humanidad, es de las que ilustran ese conocido recurso de las estrechas relaciones entre ética y estética. Su protagonista también se llama Isabel, Isabel Bonig en este caso.
He estado atento a su trayectoria política prácticamente desde que muy joven, y tras obtener premio extraordinario de carrera en sus estudios de Derecho en la UJI, ocupara la alcaldía de su pueblo, Vall d`Uxó, un feudo socialista y con la simpatía de su propia familia, que los populares no habían conseguido conquistar hasta entonces.
La conocí cuando Francisco Camps le encargó una cartera que agrupaba dos anteriores, Obras Públicas y Medio Ambiente, y personalmente y con gusto, ayudé a disipar las dudas iniciales de técnicos y empresarios de la construcción o del tráfico inmobiliario, que recelaban de la capacidad de una mujer ajena al complejo mundo del hormigón y de la técnica. No resultó difícil. Rodeada de un buen equipo -virtud que la ha adornado siempre- pronto supo ganarse la autoridad y también la confianza, no sin un trabajo incansable y una prodigiosa capacidad de rendimiento (y de memoria).
Tal vez su primera prueba de equilibrio la vivió tras la dimisión de Camps por el malhadado caso de los trajes, y la asunción por Alberto Fabra de la Presidencia de la Generalitat. Fuera como fuere, no afectó a su eficiencia. Aceptó cortésmente mi renuncia a continuar en la Comisión Territorial de Urbanismo por designación del titular de la conselleria y, tanto por mi propio ejercicio de la profesión como por el seguimiento académico como profesor universitario, puedo dar fe de la eficacia que su departamento desplegó en lo urbanístico y en lo administrativo. Y de su sensibilidad
medioambiental.
No se ponen de acuerdo los expertos (¡ay los expertos!) en si los orígenes de Isabel son egipcios o hebreos, estética o ética.
Vino luego lo que los plumillas suelen llamar la travesía del desierto o, con más gracia, el frío que se pasa en la oposición. Y la segunda contienda electoral con la entrada de Vox en les Corts, cuando estuvo a muy poco de poder gobernar a la andaluza. No seré yo quien valore el funcionamiento de los partidos, ya que solo milito en la independencia y en el libre pensamiento desde que peleé contra la dictadura.
He visto con cierto cuidado los dos vídeos institucionales que, además, han inundado las redes sociales estos días. El" target="_blank"> emitido desde la sede del partido, desde la presidencia supongo, explicando con crudeza, precisión y valentía las razones de su renuncia. Y con firmeza los principios por los que accedió a la política. El segundo en sede parlamentaria, pidiendo perdón a Rita Barberá de manera especialmente sincera y emotiva, reconociendo un error y una culpa, que yo he llamado inducidos en un tuit reciente. Lo que la honra. Como la honra la emotiva despedida de sus adversarios
(Ayuso fue la primera en visitar al oponente en su leve crisis hospitalaria). Por mucho que una conmilitona valenciana de Génova diga después en el Faro que es natural y hasta frecuente. Ya me gustaría a mi que así fuera. Y a muchos, digo yo.
Lo cierto es que esta dama de la política valenciana, que se retira ahora -un paso a un lado ha dicho- desde la Presidencia de los populares valencianos, tras haber sido antes Secretaria General, llamada a menudo de hierro, siempre me ha parecido más cercana, por la firmeza de sus convicciones, a la líder alemana. Y se despide, permítanme el clásico, con todo honor y toda gloria.
Esta dama de la política valenciana, que se retira ahora, llamada a menudo de hierro, siempre me ha parecido más cercana, por la firmeza de sus convicciones, a la líder alemana
Tómenlo como les parezca, pero aprovecho para agradecer su confianza manteniéndome en el CVC y la asistencia que en ese cometido me ha dispensado durante su mandato. No se ponen de acuerdo los expertos (¡ay los expertos!) en si los orígenes de Isabel son egipcios o hebreos, estética o ética. Así que ahora que estamos en tiempos de Isabel en Madrid y en Valencia, y en tiempos de mestizaje, cabría pensar que ambas, Ayuso (la novia de España) y Bonig, encarnan idénticas estructuras fundamentales.
Aunque ejercidas desde el gobierno una, desde la oposición la otra, y aunque su futuro inmediato sea tan opuesto. No creo que el PP se permita perder activo tan importante de su propia política.