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Máximo Huerta: "Nunca me había sentido tan querido y respetado profesionalmente"

El presentador de Bona Vesprada celebra su vuelta a la televisión valenciana y los éxitos de su programa, donde siente que forma una "piña" con su equipo a diferencia de cuando estaba en TVE

Máximo Huerta

Publicado por
M. Buquerín

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Tras rodar por distintas televisiones y programas volvió a su tierra, la Comunidad Valenciana, directo a la televisión de À Punt. Todas las miradas estaban puestas en él; expectantes al retorno del polifacético que se dio a conocer en el antiguo Canal 9 y saltó a los informativos de Meadiset y de RTVE, además de pasar por El programa de Ana Rosa. Con algo de miedo y mucha responsabilidad comenzó como conductor de Bona Vesprada, el magazín vespertino, dispuesto a "hacerlo bien y disfrutar". Tres meses después de su primera emisión, el programa celebra el centenar de episodios y los continuos récords de audiencia que han venido acompañados del récord histórico de À Punt en el mes de mayo.

Máximo Huerta, feliz de su regreso a la televisión valenciana y con varios proyectos entre manos, responde a las preguntas de ESdiario orgulloso del crecimiento en tiempos de pandemia y haciendo hincapié en las vueltas que da la vida. Una de esas vueltas le devolvieron a la Comunitat y otra puede lanzar su carrera como actor.

El pulmón de la cadena

- ¿Ha sido duro llegar hasta aquí?

- La vida no es fácil casi nunca. Desde que empiezas y acabas la carrera siempre piensas que va a ser todo muy difícil y yo, que soy de naturaleza optimista, siempre sigo una regla que dice mi madre “hazte la vida fácil”. Por ello, intento disfrutar del trabajo en el que esté. Siempre intento disfrutar al máximo y así lo hice cuando estaba en la radio local, en el periódico local, en la nacional y ahora aquí, en mi tierra. Y lo estoy disfrutando, cuando entro a un plató sé que ya pertenezco a los espectadores, no pienso si es fácil o difícil, pienso que hay que hacerlo bien y disfrutarlo.

- ¿Qué ha aprendido vuestro equipo de estos 100 programas?

Que gusta la cultura, el patrimonio, mirar nuestra tierra y que hay rincones que no conocía ni yo; que hay escenarios y paisajes espectaculares, que hay danzas, que tenemos un patrimonio gigantesco y que no hace falta tener un reality para tener audiencias, porque la audiencia también se gana con la proximidad, la cercanía, 'las últimas horas' y la familiaridad con el espectador al hablarles de casa a casa y disfrutando de las cosas que tenemos en la Comunidad Valenciana.

Sobre cualquier crítica del principio, ahora ya no están y supongo que son ahora espectadores fieles y cariñosos

- En el programa número 100 hicisteis un repaso de momentos vividos, ¿cuál recuerdas como el mejor momento y cuál como el peor?

- El peor momento fue cuando estaba la luz apagada del plató antes de empezar y yo sabía que todos los focos iban a estar pendientes de lo que decía, de cómo lo decía y de cómo arrancaba el programa porque era una gran apuesta. Pero cuando se encendió el plató y dije “luces, cámaras, acción y espectadores” ya fue un momento feliz. Pero de los momentos que más me han tocado el corazón, aparte de cuando me han dado sorpresas personales, han sido cuando escucho a personas mayores. Me han dado mucha paz. Ver como te hablan de la vida desde ese lugar que es tan complicado, la vejez -y que hay que ser muy valiente para hacerse mayor- me ha dado mucha paz. De hecho, la directora lo sabe, cuando hay una entrevista de estas me dice “hoy te va a gustar”. Toda la parte personal e íntima de la tradición de nuestros mayores a mí me gusta mucho. Me hace feliz.

- ¿Tenías mucha presión en cuanto a índices de audiencia cuando empezó Bona Vesprada?

- La responsabilidad era personal y profesional y era obvio que yo tuviera un cierto grado de miedo, temor y responsabilidad, pero eso me pasa siempre que me enfrento a grandes retos. Yo sabía que tenía que hacer un buen programa y cruzaba los dedos para que fuera bien. Pero cuando vi al equipo y a la directora pensé “esto va a funcionar”. Fue un pálpito. Pero sí, tenía mucho miedo, mucho vértigo y mucha responsabilidad porque era una apuesta nueva, pero ahí me lancé yo -a mí eso me gusta, los retos me van-.

- Los inicios del programa no fueron especialmente altos, ¿cómo recibías las críticas?

- Siempre estábamos en los datos del canal. De hecho, la cadena ha subido también con nuestra subida y llaman al programa “el pulmón de la cadena”. Nosotros hemos hecho de media un 4,7% y la cadena está en 4%; estamos incluso por encima de la media del canal y es una gozada. Sobre cualquier crítica del principio, ahora ya no están y supongo que son ahora espectadores fieles y cariñosos. Todos aquellos que ponían 4 tweets -yo nunca hago caso a Twitter-, a los que se les da mucho eco, creo que ya están callados porque son espectadores y lo disfrutan como lo disfrutamos nosotros. Un programa siempre tiene que ir creciendo, eso es lo normal.

- Ahora las cifras han dado un vuelco, os superáis récord tras récord, ¿a qué se debe? ¿Cuál es la clave para conseguir esa fidelidad?

- Yo el secreto de la tele no lo sé, si lo supiera desde el primer día ya tendría el 6% que tenemos ahora. Aunque he de decir que toda la primera tiene más de un 12% y que hacemos un 15% entre personas de 25 y 40 años; estamos por encima de Cuatro, de la Sexta y de todas las temáticas. Es muy importante lo que hemos conseguido y creo que se debe a la cercanía; a que la gente se cansa de que le hablen de Madrid y de lo que pasa con Ayuso, a que a la gente le interesa qué pasa en su tierra y las normas de Covid que hay en su zona; a que les mostramos una Valencia de interior, un Castellón de interior y unas comarcas del interior de Alicante, además de las playas; y a que les hablamos de tú a tú de nuestras cosas. Es fundamental hablar de tú a tú sobre el patrimonio que tenemos, de las fiestas, de las noticias… Además nos divertimos como si estuviésemos en el mismo local todos. Creo que eso es lo que ha hecho que tenga éxito este programa.

Al principio hemos estado haciendo un programa casi de milagro; no podíamos hacer casi conexiones fuera. Ahora ha llegado el momento de crecer televisivamente

Sintonizar y cercanía

- En mayo À Punt ha batido un récord de audiencia con un 4%, una cifra que iguala los registros de Canal 9. ¿À Punt tiene algo que envidiar a Canal 9?

- À Punt nació en una época en la que éramos todos diferentes y en la que era la novedad, pero las novedades siempre se pasan. Sobre la deriva de Canal 9 yo no tengo nada que decir, pero el primer Canal 9 era como enseñar los campanarios, las fiestas y cualquier cosa de tu pueblo; apetecía verla. La idiosincrasia de aquellos valencianos de aquella época no tiene nada que ver con la de los de ahora, ha cambiado. Ahora tienes que hablar de otra manera, contar de otra manera porque todo ha evolucionado. Somos diferentes, no tenemos nada que ver con aquella. Pero sí tenía algo muy bonito, conectaba muy bien con la gente y eso no se debe perder nunca.

- A punto de cumplir su tercer aniversario ¿A qué dificultades se enfrenta À Punt?

- Debería analizarlo. Pero creo que es importante crear una campaña para todos sintonicen la cadena porque ha habido muchos años en los que la gente la desintonizó. Entonces es importante una gran campaña para sintonizar. Yo he estado en el Hospital de Manises con mi madre ingresado y no estaba sintonizada la cadena. Eso no es normal. Creo que la gran apuesta, ya que hay calidad, es sintonizar todos.

Son solo tres años de trayectoria y en ellos ha cambiado la dirección. La dirección ha dado un vuelco maravilloso a la cadena porque conecta con el espectador. Estoy muy de acuerdo con la nueva dirección y con Alfred Costa.

- ¿Puedes adelantar algo de lo que los espectadores verán en los próximos programas de Bona Vesprada? ¿Qué objetivos se plantea el programa?

- Hemos crecido con el concurso que tenemos, que es un juego por la geografía y la historia de la Comunitat, también en entrevistas y en consejos. Me gusta que haya cada día expertos de primer nivel en la tertulia y que ahora que los datos de la pandemia son más positivos puede venir más gente al plató. Al principio hemos estado haciendo un programa casi de milagro; no podíamos hacer casi conexiones fuera. Ahora ha llegado el momento de crecer televisivamente; tanto el plató y también los exteriores. Hemos crecido al mismo ritmo que las medidas de Covid se han relajado.

El último lugar en el que estuve, Televisión Española, no era precisamente una piña; la cadena pública parece un ministerio, es muy rígida

- En Instagram publicaste una foto en la que celebrabas los 100 programas y en la que pedías la colaboración de los seguidores para ver que contenidos quieren que tengan más presencia en tu programa. ¿Teméis una interrupción en esta tendencia al alza que seguís de cara al verano?

- En verano siempre baja. Baja la 1, la 2, la 3, la 4 y la 5. Las webs dirán que no, pero sí, baja la audiencia desde 1981. Es un clásico para todos los canales. Yo he trabajo en El programa de Ana Rosa y en La 1 y en verano siempre baja. Ya estoy preparado para los tweets y las webs que pongan “ha bajado en verano”, cuando es un clásico. Es como en el paro; acaba el verano y sube el paro porque terminan los trabajos eventuales.

El programa será un poco diferente y tendrá otro ritmo, pero obvio que en verano siempre baja la audiencia para todos. Mi petición se dirige a que tipo de contenido les gustaría ver; me gusta que digan entrevistas, conexiones con gente del teatro… Han pedido cosas que nosotros queríamos hacer, pero que no podía por culpa de la pandemia. Me gusta que todo lo que están diciendo ya lo tenemos en la agenda y eso rema a favor. Además, me gusta que “los altaveus”; toda la gente que entra en directo o que se graban y cuentan algo de su pueblo, algo que les gusta de su pueblo, celebran algo o mandan un saludo… esos altaveus es la insignia del programa porque es lo que hace que la gente conecte y se vea representada.

Las vueltas que da la vida

- Profesionalmente estás un buen momento. ¿Personalmente?

- Ahora en rehabilitación con mi herida abierta, ya cicatrizando y con una placa entera de hierro y ocho clavos -todavía no puedo cerrar del todo la mano-. Así que estoy, físicamente, yendo a rehabilitación. Físicamente eso me está afectando y emocionalmente, mi madre que está pasando una etapa complicada de salud. Eso es lo primero que me ha venido a la cabeza, pero también hay algo positivo y es que regresar a mi pueblo -del que nunca me he ido porque regresaba los fines de semana- me sienta muy bien. Me siento calmado y relajado y estoy disfrutón.

He recuperado a mis amigos de siempre, bajo al bar y salgo todos los días del trabajo contento y satisfecho, y eso no me ha pasado siempre en todos los trabajos, no me ha pasado en todos los programas. Es la primera vez, siempre se lo digo a Vero -la directora- que estoy a gusto en el plató, muy feliz con el equipo y he notado que eso tan tópico de “hacer piña” es cierto. El último lugar en el que estuve, Televisión Española, no era precisamente una piña; la cadena pública parece un ministerio, es muy rígida. En cambio, esta frescura en À Punt, esta naturalidad en los compañeros, cámaras y redactores y estas ganas de hacer televisión hacía tiempo que nos las veía y las disfrutaba.

- ¿La vuelta a la televisión valenciana ha sido fácil?

- Me lo han puesto muy fácil. Habían intentado otras veces que volviera y a mí me pillaba con otras herramientas y en otras circunstancias, pero esta vez dije que sí. He de decir que desde el equipo técnico, los redactores, la cadena, la producción, la productora… me lo han puesto tan fácil… Creo que nunca me he sentido tan querido trabajando en televisión, mira que he trabajado en Canal 9, en informativos, en TeleCinco, en TVE, en Globo Media… y nunca me había sentido tan querido y tan respetado profesionalmente. Siento la proximidad de los compañeros del curro y también del espectador; me siento muy agradecido.

- Una de las claves para el éxito de À Punt ha sido el retorno de L’Alqueria Blanca, en la que has participado como actor, ¿estaba entre tus planes salir en la serie valenciana más popular?

- Yo he sido actor amateur durante años y siempre he hecho teatro en mi pueblo. Además he hecho cameos en Al salir de clase, Hospital central y El comisario e hice un papel pequeñito en una peli con Pablo Rivero y Miguel Ángel Muñoz. Había hecho 'bobaditas' pequeñas, pero no pensaba que me iban a dar un papel en L’Alqueria Blanca; fue un regalo de L’Alqueria, de los directores y de los guionistas. Me lo he pasado muy bien y estuve estudiando mucho para recordar el guion y lo vi bien. Creo que quedó bien. Mi madre dice “con las vueltas que da la vida, a ver si te llaman de otro sitio y te metes a actor”. Pero no, aunque ahora he grabado un episodio piloto de una serie que está entre televisiones. No me arriesgo a hablar de mi carrera como actor porque la vida da muchas vueltas.

- Titulaste una foto “de cero al infinito” y te hemos visto como político, escritor, periodista, actor… ¿Te queda algo pendiente?

- Yo quiero ser niño hasta que me llegue la vejez; quiero seguir sorprendiéndome en el trabajo. De lo que no he parado, desde niño hasta ahora, es de escribir. Tengo entre manos una nueva novela y me apetece mucho escribir teatro, es algo que dejé a medias. Ya he arrancado, pero me da mucho pudor. Respecto a todo lo demás, la vida da muchas vueltas; creo que soy el mejor ejemplo de este país de que te pueden pasar mil cosas y que las puedes disfrutar todas.

No cierro puertas nunca. Es mejor tener las casas ventiladas con las puertas abiertas y las ventanas abiertas para que entre aire fresco. Renovarse es mejor, siempre.

- ¿Tienes otros proyectos entre manos?

- Estoy con dos novelas. Una de ellas es muy íntima y personal, es un artilugio literario muy particular. Y la otra es muy francesa; me apetecía volver a ese lugar que tantas alegrías me ha dado literaria y personalmente.