La foto de Colón
Empezaron por naturalizar el insulto, estamos en la naturalización del indulto. Soy de los que no entiendo qué pasa con la foto de Colón de hoy.
Interrumpo el bestiario semanal y me tomo un descanso en esa cansina selección de bestieses, que por su cantidad y frecuencia, acaba en fatiga. Una vez más ha dado la vuelta en las redes sociales la tan sensata como firme intervención de Ana Oramas exigiendo el cese de Laya. No tardará advocación semejante, y merecida, a Darias pese a su último recule. Todos a la sombra, de la luz y las lavadoras mejor no hablar. Ni del butano o el combustible. Cero absoluto en gestión.
Empezaron por naturalizar el insulto, estamos en la naturalización del indulto. Ripiosos y cursis como son, se precipita la naturalización de lo inculto. Naturaliza, naturaliza, que algo queda.
Prefiero a Sánchez en estado puro, el de la venganza y la revancha, al travestido de vegano y futurista
No voy a ser original, pero prefiero a Sánchez en estado puro, el de la venganza y la revancha, al travestido de vegano y futurista; o al melifluo del nuevo encuentro, la magnanimidad y el marco de convivencia con los secesionistas. En estado puro, no ha dudado en apostillar su sobreactuado pésame televisado a la madre canaria envuelta en la tragedia, con un insulto canalla hacia la oposición. Y en su propio estado puro no ha dudado su portavoz, María Jesús Montero, en arremeter contra las manifestantes en la calle, y más aún en la plaza madrileña de Colón, abundando en ese nuevo tipo de negacionismo inexistente que acaban de diseñar.
En estado ya no puro, sino de cuasi levitación, Rodríguez Zapatero afirmaba el otro día, a viento y marea, que todo ciudadano de bien está a favor de la concesión del indulto a los condenados por secesión. Ciudadano de mal es expresión rara en el español oral que no ha lanzado todavía la propaganda monclovita. Más preciso, como opuesto -lo escribió de Prada- sería el término mal nacido. Pero no importa tanto el apelativo como la esencia, una dosis más de la permanente política de división entre los españoles que caracteriza al autor y que sigue, a la perfección, su relevo actual en la Moncloa.
Este indulto -naturalizado o no- es un insulto -probablemente naturalizado ya- contra la inteligencia
Soy de los que no entiendo qué pasa con la foto de Colón de hoy. De hecho soy de los que estaré ahí sin necesidad de desplazarme. No me importa retratarme. En España ahora mismo sabemos todos más sobre cuestiones jurídicas complejas que sobre vacunas, que ya es saber. Así que encuentro innecesario desgranar las razones por las que este indulto -naturalizado o no- es un insulto -probablemente naturalizado ya- contra la inteligencia (que es la cultura, hasta que se naturalice lo inculto).
Me gustaría compartir con ustedes esta reflexión, tras haberme retratado en Colón. Me temo que no cabremos en un selfi y esta nota, de ser crónica, aunque muy parecida resultaría más enfática. Sociedad civil -este eufemismo es viejo- al fin y al cabo lo somos todos, y los partidos unos pocos; y unos pocos, muy pocos, los que a su vez los representan. Nada importa quién pelee por salir en la foto, ni tampoco quien vaya escapando de ella. Hay que estar allí sin complejos porque lo que nos une es mucho más que esa versión narcisista alimentada por ellos mismo de “todos contra el
gobierno”.
Magnanimidad es la que merecen los catalanes constitucionalistas
Nos une el respeto por nuestra historia, nuestra cultura y nuestra lengua. Por nuestra geografía física y humana. Nos une también el respeto al otro, la comprensión y la compasión. No nos ciega la revancha ni la venganza, ni nos seduce la política de apaciguamiento a lo Chamberlain. No reímos las comparaciones entre Junqueras y Mandela, ni las de Cataluña e Irlanda. Y por concordia entendemos concordia, que no es precisamente el clima en el que respiramos los españoles hoy por hoy.
Magnanimidad, magnanimidad -se lo he oído a Teresa Freixas- es la que merecen los catalanes constitucionalistas. No estos mierdas chantajistas y soberbios, juzgados y condenados por echar un pulso a España y al conjunto de los españoles.
Así que bien nacidos, españoles de bien de allí y de aquí, estaremos en la foto de Colón, tranquilamente, orgullosos de nuestras convicciones y principios, acompañados de otros tal vez distintos con quienes los compartimos, despreocupados del resto, lejos de estigmatizarlos naturalizando la discrepancia. Convencidos de naturalidad, reivindicando el cumplimiento de la ley y el respeto a la Constitución. Voceando NO A ESTE INDULTO.