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El medallero sanchista

La medalla de oro que ha cobrado popularidad, más que la olímpica con sus seis gramos de oro bañando, es la que se ha auto otorgado Sánchez a costa de la “estrategia europea de vacunación".

El medallero sanchista

Publicado por
José María Lozano

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Una enfermera, Fátima Gálvez, junto a un certerísimo Alberto Fernández se acaban de hacer con el primer oro olímpico para España en una curiosa modalidad de tiro al plato en equipo mixto. Lo que en las actuales circunstancias sugiere múltiples analogías que dejo a la imaginación del avezado lector.

Más o menos a la vez hemos sabido que Celaá, Duque o Laya han corrido para solicitar el ochenta por ciento de sus salarios de ministro mientras encuentran de nuevo “trabajo”.

Pero la medalla de oro que ha cobrado popularidad, más que la olímpica con sus seis gramos de oro bañando algo más de medio kilo de plata maciza, es la que se ha auto otorgado el inefable Pedro Sánchez a costa de la “estrategia europea de vacunación” en la más curiosa modalidad de conferencia de presidentes autonómicos a la carta y sin orden del día previo jamás vista. Esta permanente banalización de la gestión del momento más difícil para España desde la transición, del golpe mundial de una pandemia repleta de incógnitas e incertidumbres, de la cifra brutal -aunque

realmente ignota- de españoles fallecidos o abandonados, hace tiempo que resulta insoportable.

Casado ha entrado en el juego de las medallas tras la inoportuna y vergonzosa reprobación a Abascal

Bien hubiera hecho Casado en apresurarse en impedir a los suyos abstenerse en la inoportuna y vergonzosa reprobación a Abascal en Ceuta con la misma celeridad que ha entrado al juego de las medallas, con el correspondiente chascarrillo ampliado a las otras categorías. Ya estamos hartos de las estupideces de unos y de otros que, cada día más alejados de la realidad, parecen empeñados en representar el melodramático papel de simple figurante que los poderes fácticos (capital y medios de comunicación a su servicio) les tienen reservado.

La chulería de ese pobre diablo de Aragonés (no sé si está dispuesto a cambiar su apellido en aras de pureza étnica) yéndose a visitar a una huida de la justicia el mismo día de la conferencia de presidentes, evidenciando la ausencia de agenda oficial y el desprecio por España y Cataluña, es sin embargo menor que la humillación flagrante a la que somete a Sánchez y a sus colegas autonómicos. Como “una pena” calificó el primero la ausencia con cara de amante despechado.

El sinvergüenza de Baltasar Garzón ha vuelto a revindicar su propia iniciativa y protagonismo histórico contra los populares

En el nefasto tratamiento que el poder judicial está soportando en todos los frentes, ha venido a sentenciar el sinvergüenza de Baltasar Garzón en la cadena televisiva amiga reivindicando su propia iniciativa y protagonismo histórico contra los populares. (Apenas unos días después de que un regozijado Monedero testificara el insulto a España, y en presencia del Rey, del nuevo y esperpéntico mandatario peruano). Verdaderamente insoportable.

Malabarismos con las cifras y las fechas, sofismas y argumentarios precocinados, falsas encuestas e inciertos augurios, son el contexto vacacional con el que pretenden entumecer un poco más todavía a la opinión pública española para la vuelta del verano.

Espero que no les funcione esta vez.

La unidad efectiva y leal de la derecha, retóricas más o menos afortunadas aparte, es la única oportunidad cierta de sacar las sucias manos de Sánchez y sus cómplices de un gobierno mendaz que los españoles no merecemos por mucho que lo hayamos propiciado y consentido.

Con permiso de mi dilecto director Álvaro Errazu y de ustedes, queridos lectores amigos, se despide un servidor hasta septiembre. Hace una década, cuando mantenía columna semanal en la edición valenciana de la más antigua cabecera nacional, dediqué un cariñoso comentario a la alcaldesa Rita Barberá. Permítanme que hoy confiese con su recuerdo la añoranza de los políticos emprendedores, sensatos y honestos que España necesita.

Que ustedes lo pasen bien.