Tres ministros en Valencia en dos días y ni un anuncio de mejora de financiación
Belarra y Garzón se toman un día de libranza ministerial para acudir como camaradas políticos a la toma de posesión de Illueca. Calviño y Aragonès marcaron distancias. Puig tiene sus avales
Tres ministros de tres partidos distintos han pasado por Valencia en únicamente dos días y no han dejado un solo titular llamativo que se refiera a inversiones. Normalmente, las visitas de altos cargos del Gobierno suelen arrastrar anuncios positivos para el lugar que visitan. Se presupone que en gran medida vienen a eso.En este caso, la vicepresidenta ha dejado perpejlidad entre quienes escuchaban su poco interés por la reforma de la financiación autonómica, y los ministros de Derechos Sociales y Agenda 2030 y Consumo no han hecho ni declaraciones. Han venido de tapadillo y se ha marchado como llegaron, sin depositar un mínimo presente en lo que anuncios o, como poco, buenos deseos para la Comunidad Valenciana se trata.
Alberto Garzón, de EU, e Ione Belarra, de Unidas Podemos, han llegado simplemente para acudir a un acto que ninguna relación guarda con sus labores ministeriales. Se han cogido el día libre de obligaciones institucionales para asistir a la toma de posesión del nuevo vicepresidente segundo, Héctor Illueca, una rara avis en la política, hierático, con perfil tecnócrata, formación consolidada y alejado del populismo rancio, y, a la vez, querido y respetado por sus conmilitones. Un silueta pública que dista bastante, curiosamente, de la de los propios Garzón y Belarra.
La visita de los ministros no ha ido más allá del colegueo personal al que han aportado su rango institucional, rol este último que no han ejercido para hablar de su gestión o para realizar un mínimo anuncio que afecte a la Comunidad Valenciana. Ni siquiera declaraciones. Simplemente su presencia ha dotado de más realce a un acto doméstico, autonómico.
La visita del jueves de Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Economía, ya la hemos descrito en artículos previos. De ella queda, sobre todo, su afirmación de que la reforma de la financiación todavía se encuentra en sus "preliminares" y la sensación que dejó de que el tema no goza de prioridad para el Gobierno.
El president de la Generalitat, Ximo Puig, no ha acumulado precisamente apoyos esta semana a su causa a pesar de que la ocasión era propicia en unos días intensos de visitas institucionales. La indiferencia de Calviño ha seguido al trato casi despectivo -en ese punto- del presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, quien aseguró el miércoles que no se suma a la reivindicación de mejora de la financiación más o menos porque su autonomía trata de igual a igual a España y no se considera una comunidad más.
Menos mal que Puig se ha llevado la alegría este viernes de haber presentado el máximo de avales posibles -el 4% del censo de afiliados- para formalizar su aspiración de revalidar el cargo de secretario general del PSPV-PSOE.
Y, además, si fuera no apoyan al president en su pugna por la mejora de la financiación, en casa, en la Comunidad Valenciana, no ha tardado ni un día en salir la Plataforma per la Financiació Justa en anunciar una protesta para el 20 de noviembre. Siempre le quedará -a Puig- el presidente de la CEV, Salvador Navarro. Y el buen recuerdo que le deja el ya ex vicepresidente segundo Rubén Martínez Dalmau.
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La vicepresidenta que deja claro a Puig lo mucho que le queda por reivindicar
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¿Para qué ha venido realmente Aragonès a reunirse con Puig en Valencia?