La Comunitat: en la encrucijada
El cambio de ciclo político que se aguaita en el conjunto de España puede tener en las elecciones valencianas su primera parada
La Comunitat Valenciana parece iniciar el curso político con la alargada sombra de una convocatoria electoral adelantada, si bien desde el entorno de Compromís se apresuran a vincular el calendario electoral con la llegada de los fondos europeos.
En todo caso, tres son las claves que acrecientan en las últimas fechas un rumor que viene sonando desde hace meses y que ahora algunos lo presentan como inminente. La primera es que el discurso autonómico de Ximo Puig hace rato que está agotado, sin reforma del sistema de financiación a la vista, con una política hídrica del gobierno central lesiva y sin un plan de inversiones en infraestructuras que potencie las posibilidades económicas, el resultado es el de una política la del PSPV que como ya pasó en los tiempos de Joan Lerma, acaba por marginar los intereses valencianos. La segunda refiere a un cambio de tendencia demoscópica palpable desde primavera. La renovación de la cúpula popular con la llegada de Carlos Mazón a la presidencia del ppcv ha contribuido a reconectar al centro derecha como alternativa de gobierno y la sensación instalada es que el tiempo ahora juega en contra de Ximo Puig.
Y la última; la descomposición acelerada de Podemos, que victima de su enésima purga afronta un descenso a los infiernos sombríos, puede terminar por contagiar a sus socios del botànic dinamitando uno de los pilares en los que se sustenta el gobierno de coalición.
El cambio de ciclo político que se aguaita en el conjunto de España puede tener en las elecciones valencianas su primera parada. El país se encuentra en estos momentos atenazado por una mayoría parlamentaria sustentada por formaciones rupturistas que crecieron al calor de la hoguera de la crisis económica de hace ya más de una década.
Tenían un programa basado exclusivamente en el cuestionamiento del sistema como chivo expiatorio de todos los males y una incapacidad de gestión alarmante que ha llevado entre otros muchos asuntos a que estemos sufriendo récords históricos en la tarifa de la luz, ya nadie desde la bancada de la izquierda habla de soberanía o pobreza energética.
Parece mal negocio fiar los destinos de la nación a hipotéticos procesos constituyentes abandonando por incomparecencia o desconocimiento la labor de gobierno no parece buen negocio. España precisa de un cambio político que aborde las reformas económicas y fiscales que permitan que la recuperación sea un hecho y no un slogan recurrente. Precisa de un cambio de ciclo que acabe con el espejismo rupturista que ha devenido en pesadilla y que puede tener su inicio en una Comunitat Valenciana cuyo más que probable adelanto electoral la sitúa en una decisiva encrucijada.