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Marisa Gracia. Al servicio de la razón

Siempre ha practicado la reivindicación del otro, reivindicándose precisamente en los demás, y en sus derechos. Y así fue con las víctimas y sus familiares del malhadado accidente.

Marisa Gracia con Chus Domingo.

Publicado por
José María Lozano Velasco*

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También podría haber intitulado “La razón al servicio de Marisa Gracia”, pero mucho me temo que ella no me lo hubiera consentido. La conozco desde hace mucho, es mi amiga, y la quiero tanto como merece. Así que estoy más que legitimado para asegurar que es persona honesta y buena a carta cabal. Trabajadora, rigurosa y eficiente.

Durante estos crueles y eternos quince años, los amigos hemos respetado su dolor y su silencio. Alguno, Chus Domingo, con especial proximidad y cariño. En mi caso con indisimulada indignación.

Tuve el honor de formar parte del equipo que a las órdenes del catedrático de Transportes de la UPV José Vicente Colomer, a petición de Marisa Gracia, redactamos las bases de la Estrategia del Plan de Sostenibilidad de FGV y Metrovalencia.

De Marisa surgió la iniciativa -a la que me sumé con entusiasmo- de habilitar un espacio expositivo y participativo en la estación de Colón, la metro, que la artista María Aranguren dirigió con esmero y en el que se daba cita la cultura amante de las bellas artes en la ciudad, con motivo de cada una de las muestras de artistas de excelencia valencianos o, en menor medida, foráneos. Un ejemplo de mecenazgo público privado con la colaboración sin ánimo de lucro de Vossloh, empresa que pasó a ser Alstom y Stadler Rail Valencia desde 2016.

Puedo asegurar cuánto se debe a su sensibilidad personal el acierto en la elección del proyecto del arquitecto Javier García Solera para la estación del Mercado de Alicante, dotándola también de espacios de participación ciudadana y esencia cultural.

A Marisa acudió la UPV buscando patrocinio para lanzar el programa de UPV Televisión “Pedazo de ciudad” mediante el que tuve la oportunidad de conversar animosa y amistosamente ante las cámaras con personalidades de la ciencia, la cultura y la política de la talla de José Luis Rubio, Eduardo Arroyo o Rita Barberá.

En lo organizativo, en lo tecnológicamente más avanzado, en la seguridad laboral y del usuario, y en la innovación empresarial no regateó esfuerzo. Su presencia y prestigio personal fue frecuente en numerosos congresos y encuentros especializados de ámbito nacional e internacional.

Y no son sino pinceladas (sé que queda cursi) del retrato fidedigno de la personalidad de quien siempre ejerció una gestión rigurosa y eficiente en el servicio al ciudadano, de forma a la vez encarnada en su proyección social.

Tuve noticia del luctuoso suceso en Petra de manera inesperada y trepidante, acompañando a mi rector y de una amiga común. En algún momento pudimos hablar con Marisa y nos encontramos con la mujer bíblica -que decía mi madre- fuerte y decidida, capaz de hacer del dolor propio una poderosa razón para ocuparse antes del dolor ajeno. Y me consta que así sucedió a lo largo de los años, dificilísimos para cualquiera, que siguió en su responsabilidad de gerente de Ferrocarriles de la Generalitat.

Hoy, quince años más tarde “ha roto su silencio”, dice en la entrevista de LP -y me dijo de viva voz- para “reivindicarse como persona”. Ella que no lo necesita, que es causa y razón de la dignidad que representa. Que siempre ha practicado la reivindicación del otro, reivindicándose precisamente en los demás, y en sus derechos. Y exactamente así fue con las víctimas y sus familiares, del malhadado accidente.

Permanente testigo de su dolor y de su firmeza, y conocedor del aprecio personal que Paco Camps le sigue profesando, entiendo su desconcierto -incapaz del reproche, siquiera una queja- abandonada de propios y con el encarnizamiento de contrarios, como la noble lealtad al PP en el que, al menos no fue nunca reprobada. Tal vez como dice afablemente porque no era muy importante. Pero vaya que si lo fue. Escudo de los suyos y diana para ajenos. Una auténtica ignominia.

Rompo yo también hoy mi silencio con la tranquilidad y la buena noticia de que mi amiga Marisa sigue ocupándose de los demás -y un poquito más de sí misma- para alegría y orgullo de los que la rodeamos.

(*) Catedrático de la UPV.

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