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Embajada: El Puerto es la única salida

La ampliación del puerto convertirá a Valencia en un nodo logístico que dejaría temblando a Röterdam.

Embajada: El Puerto es la única salida

Publicado por
Fernando Ferrando

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La izquierda internacional ha inventado un paraíso en la tierra que está por llegar. Es como el mundo marxista; un sueño, una meta a alcanzar que justifica cualquier decisión presente por muy descabellada que sea.

Ese mundo idílico es verde, sin contaminación. La energía llegará de fuentes no contaminantes. Los ciudadanos aprenderemos a consumir menos y a reciclar más. Frenaremos el cambio climático que, dicho sea de paso, asemeja más a un dogma de la religión progresista que una evidencia científica, ya que no hay forma de saber hasta qué punto la acción humana está incidiendo en un cambio que viene produciéndose desde hace millones de años. Hay millones de factores que influyen en ese cambio, la acción humana es uno más, pero usted tiene que creerse que es decisiva como un cristiano tiene que creer en que Dios es uno y trino.

El problema es que ese nuevo mundo está por llegar y mientras tanto hay que comer. Por eso resulta descabellado tratar de frenar la ampliación del puerto de Valencia. Esta Comunidad perdió su fuelle económico a finales de los noventa, cuando sus sectores tradicionales (mueble, textil, juguete…) se fue al traste arrastrados por una tormenta perfecta (deslocalización, globalización, falta de relevo generacional en las pequeñas empresas, boom del ladrillo, etc.)

El caso es que llevamos veinte años perdiendo posiciones competitivas con respecto al resto de España. Nos falta un sector que ayude al turismo a tirar del carro y ese, hoy por hoy, no puede ser otro que el logístico. La ampliación del puerto convertirá a Valencia en un nodo logístico que dejaría temblando a Röterdam. Crearía miles de puestos de trabajo bien pagados e impulsaría la economía de toda la Comunidad.

Pero el rojerío autonómico está en que no, en que eso es una infraestructura del pasado, que va en el camino de ese nuevo mundo que prometen. En Barcelona hacen lo mismo con la ampliación del Prat. A ellos nunca les ha importado crear riqueza, creen que viene con el viento, y en lo que se ocupan es en repartir la poca que queda.

Allá ellos. Pero en todo esto también se echa en falta una acción más decidida del empresariado valenciano. Ellos, sobre todo los que más van a ganar con la ampliación, deberían rascarse el bolsillo y contrarrestar la insensatez del rojerío. Ya tardan en crear lobbys que actúen aquí, en Madrid y en Bruselas para acallar las voces de quienes se oponen a darnos de comer hoy a cambio de una promesa. Enfrente tendrán al rojerío, al puerto de Barcelona y al de Röterdam. Pues ya es hora de que arremanguen y les planten cara.